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OPINIÓN - VIERNES, 22 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Sir Salman Rushdie
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

La reciente concesión del título de caballero del Imperio Británico al escritor angloindio Salman Rushdie, de 59 años, ha reavivado la polémica volviendo a cuestionar, de entrada, el sentido del concepto de “tolerancia” en el Islam y poniendo en solfa, de salida, el famoso diálogo de civilizaciones, mascaron de proa de la estrategia diplomática española diseñada por el presidente Rodríguez Zapatero y su fiel escudero, M.A. Moratinos. La soberana decisión británica ha sido duramente contestada por numerosos países islámicos, así como desde el mismo Reino Unido por el secretario general del Consejo Musulmán, Mohamed Abdul Bari, quién no tuvo ni el pudor de cortarse un pelo siguiendo la estela de la infame “fatwa” dictada por el fanático Jomeini en 1.988, instando a los musulmanes del mundo entero a ejecutarlo como fuera: “Es el insulto final de Blair (…) Salman Rushdie describió de forma ofensiva y blasfema a las primeras figuras islámicas”.

En Pakistán, al ministro de Asuntos Religiosos, Mohamed Ijaz ul-Haq le faltó tiempo para hacer unas agresivas declaraciones justificando ataques terroristas suicidas, que intentaría matizar más tarde dadas sus repercusiones. En la ciudad de Multan los extremistas islamistas quemaban banderas del Reino Unido así como imágenes de la Reina Isabel II y de Salman Rushdie, mientras coreaban enfurecidos consignas pidiendo la ejecución de ambos: “¡Matadlos, matadlos!”. Alí Hosseini, portavoz del ministerio de Exteriores de la República Islámica de Irán, recordó que el escritor “es una de las personas más odiadas entre los musulmanes”, advirtiendo en un duro tono que “Rendir honores y elogiar a un apóstata y una persona tan odiada, colocará sin duda a los funcionarios británicos en una posición de enfrentamiento con las sociedades islámicas”. ¿Un aviso o una velada amenaza…?.

Mi expresa solidaridad activa con Salman Rushdie, autor -en su libertad intelectual- de la famosa novela “Versos Satánicos” en las que comenta unos oscuros versos del Corán, libro sagrado -e intocable- para la susceptible y levantisca comunidad musulmana. Y mi petición formal a Don Juan Carlos para que, a la primera oportunidad, conceda al perseguido escritor la Orden del Toisón de Oro que, tan alegre y despreocupadamente, otorgó días pasados al Rey Abdulá de Arabia Saudí, representante de una corriente del Islam, el “wahabismo”, amenazadora de las libertades y los derechos humanos más elementales a igual nivel que sus fanatizados correligionarios islamistas de Irán, Pakistán y una buena parte de los cerca de veinte millones de musulmanes infiltrados en Europa, con las mismas aviesas intenciones -no sigamos engañándonos- que latían en los guerreros aqueos ocultos en el vientre de madera del mítico Caballo de Troya.

Urge que Occidente revise las relaciones bilaterales con los estados musulmanes, así como proceda a reformar las reglas del juego -paquetes legislativos en primer término- de unas sociedades democráticas amenazadas desde dentro, mientras se restringen de forma preventiva con un filtro religioso los flujos migratorios de unas gentes entre las que anida -pura estadística- una amenaza mortal.
 

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