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OPINIÓN - SÁBADO, 23 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Pedro Gordillo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Confeccionado el nuevo Gobierno y expuestos ya sus componentes en plaza pública, Juan Vivas debería descansar de tanto ajetreo, durante unos días. Es lo justo: ya que debe haberle costado lo suyo quitarse de en medio a tantas viejas glorias de un partido en el cual, durante meses, de hace ya un tiempo, se libró una batalla encarnizada por el poder entre Pedro Gordillo y Emilio Carreira.

Cuando digo quitárselos de en medio, quiero decir de la primera línea de gobierno; ya que algunos de los damnificados se verán recompensados con cargos o empleos provechosos y de poco o ningún trabajo. Es decir, lo que se conoce por el nombre de sinecura.

Y es así porque el presidente puede, si lo desea o ve conveniente para mantener el orden interno del partido, prodigar dones, sinecuras y cargos milagrosos... Dar es siempre más placentero que mostrarse tacaño. Sin duda. Aunque el problema radica en saber repartir de modo y forma que no sea peor el remedio que la enfermedad.

Lo cual no creo que suceda en relación con José Luis Morales y Emilio Carreira. Ambos saben a ciencia cierta que ahora les toca aceptar la canonjía correspondiente y decir amén a cuanto ocurra en el partido. Y, desde luego, han de tener siempre presente que Juan Vivas no hay más que uno y, por tanto, se merece todo el respeto y admiración posibles.

Los que no han salido muy bien librados, por ahora, son quienes tuvieron algo que ver con EC cuando éste le disputó la presidencia del PP a PG. Ni tan siquiera los tibios, o sea, los que parecían nadar entre dos aguas; ni tampoco los que se cambiaron de bandos, en el último instante, han podido superar la barrera del sonido impuesta por el hombre fuerte del nuevo Gobierno: Pedro Gordillo.

Presidente del partido, Senador, diputado de la Asamblea, vicepresidente del Gobierno, y consejero o viceconsejero de la Presidencia, PG será el muro infranqueable con el que van a tropezar todos los que quieran convencer a Juan Vivas de algo.

Sin embargo, tanto poder reunido en una sola persona, le seguirá creando problemas. Me explico: aumentarán los odios existentes contra él, que ya son muchos; le echarán las culpas de casi todo lo malo que suceda en el partido y, naturalmente, de todos los errores que cometa el equipo gobernante.

Los adversarios de Gordillo, por no decir enemigos, esperan ya ansiosos el día, que ven próximo, en el cual saque a pasear su exuberante lengua, para arremeter contra él de manera inmisericorde. Aunque el enorme poder que ha atesorado servirá de freno a quienes no están sobrados de valor para ponerle como chupa de dómine, merecida o inmerecidamente.

Aun así, uno que lleva ya muchos años sin mantener relaciones cordiales con el hombre todopoderoso de esta ciudad, se va a permitir el consejo siguiente (Por más que sepa que nunca se suelen atender los consejos no pagados).

Vaya Gordillo con cuidado; procure por todos los medios mirar a su alrededor, cada mañana; no se fíe de quienes hasta el momento han venido dorándole la píldora; trate de no irse de la lengua en redacciones tenidas por amigas...

Pues luego se sabe por mentideros y tertulias lo que piensa usted acerca de otros medios y de otras personas. Y, claro, ello produce el consiguiente enfado entre los vilipendiados o perjudicados. Y así podría ir relatándole detalles cuya importancia se desdeña y sin embargo a veces, muchas veces, resultan fundamentales para no meterse en ese jardín del cual resulta complicado salir.

Por lo demás, y aunque nunca fuimos amigos, no me cabe sino desearle suerte. Puesto que Juan Vivas, el presidente de la Ciudad, la tiene como renta vitalicia.
 

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