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OPINIÓN - MARTES, 26 DE JUNIO DE 2007

 
OPINIÓN / COLABORACION

Ceuta: El sol sale por la biblioteca

Por Gonzalo Moure


He visto cosas, cosas muy hermosas. He estado una semana entera en la Biblioteca Pública de Ceuta, me he reunido con unos cuatrocientos niños y chicos de Ceuta. Y con sus maestros y profesores.. He visto chicos y chicas cristianos y musulmanes fundidos en una complicidad de palabras e historias, he visto maestros y profesores disfrutando como niños. Hemos hablado de los libros, pero no de los libros como evasión, sino como invasión: del corazón humano, del corazón del otro. He vivido instantes de emoción desbordada; minutos como siglos, repletos de realidad y misticismo. He visto el rostro resplandeciente de una niña de unos nueve años diciendo, perpleja ante su propio descubrimiento: “¡Los libros son vida!”

He visto tanto que hasta he soñado con una sociedad de niños. Si la Ceuta Adulta fuera como la Ceuta en la que he vivido estos días, todo sería mejor, mucho mejor: una sociedad de diferentes culturas pero un solo sentimiento. Paradójicamente: una sociedad de niños sería más madura.

Les he prometido a los cuatrocientos niños que un día escribiré un cuento que se llamará “La ciudad de juguete”. No sé cuándo: esperaré la ola, como les “metaforaba” a ellos, y cuando venga alta y redonda, me subiré a la ola para escribir un cuento con final feliz: el del futuro.

Pero nada de todo esto sería posible sin una casa, como no es posible la vida en el desierto sin la jaima. Y esa casa se llama Biblioteca. Y esta, Biblioteca Municipal de Ceuta. Ha querido el azar que estuviera presente en la celebración del décimo cumpleaños de una etapa crucial en su vida, dirigida por una frágil mujer fuerte, con un equipo de gente alegre y seria, con cuentos en la calle y un aire cálido de primavera de la palabra. Durante esta semana he hecho de flautista de Hamelín, pero no para encerrar a los niños en una cueva, sino para todo lo contrario: para proclamar que la biblioteca es un espacio contradictorio: tiene puertas y paredes, pero no para encerrar, sino para liberar: en su interior no hay presos, sino libertad; para recordarles el camino de la biblioteca, el tesoro de los sueños. 75.000 libros, discos, películas, ordenadores: un botín para los sentidos del alma. Para niños y adultos, para niños maduros y adultos niños. Para decir en voz muy alta que no hay un espacio de mayor libertad en Ceuta que en el interior de su biblioteca, porque los libros hacen seres libres.

Pero no escribo este artículo para glosar una evidencia, sino para todo lo contrario: esta no es la realidad. Conozco bibliotecas públicas de toda España, igual que conozco colegios e institutos de todas las regiones y provincias. Y algunas, por desgracia la mayoría, son cofres cerrados, llenos de tesoros que nadie disfruta, porque nadie hace nada para que se sepa que están ahí. Espacios llenos convertidos en espacios vacíos: de gente, de vida. La España lectora no se edifica en las librerías, se siembra en las bibliotecas y en la escuela. Ceuta ha encontrado ese camino, lo ha alfombrado, y estos diez años de pequeña historia son ya diez años de Historia: de esta siembra nacerá una Ceuta adulta por niña, madura por inocente, libre por libro. Ceuta, su pequeña gran biblioteca, su pequeño gran equipo, su pequeña gran directora, son un ejemplo. A seguir. Publiqué en un volumen sobre las bibliotecas de España un artículo que se llamaba “Biblioteca de silencios rotos”: era esta, la de Ceuta, por excepcional, porque en ella se ha sabido romper el silencio para que se escuche el silencio y el leve siseo de las páginas entre los dedos de los niños. Miren hacia el Polígono Virgen de África, por ahí es por donde sale el sol en Ceuta.
 

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