Aunque no siempre ha sido bien
valorado, incluso dentro de su propio partido, y en los
grupos hostiles al PSOE, Enrique Múgica ha sido en todo
momento consecuente con la realidad que estaba abordando y,
al mismo tempo, ha sabido leer y entender las circunstancias
por las que pasó, algunas de ellas dolorosas.
Yo a Enrique Múgica no le tildaría de “progre” ni tampoco de
hombre del pasado, Múgica es un hombre de su tiempo, que sin
ser original sí se separa bastante de las “ruletas rusas”
que manejan mucho los políticos de unos bandos y de otros.
La frase “ ni olvido ni perdono”, pronunciada tras el
asesinato de su hermano, está muy lejos de la demagogia
barata de los charlatanes de feria en que se convierten
muchos políticos cuando hay un asunto difícil y tienen que
decir lo que no sienten, para así arrancar algún voto más.
Y Múgica acaba de dar el último aldabonazo en el Escorial,
en la inauguración del curso: “ A propósito de la violencia
en la escuela”. Aquí no vendió humo y abogó por una relación
docente – discente muy distinta a la que se viene dando en
las aulas. Su propuesta no necesita una tesis doctoral de
Oxford, ni mucho menos, pretende que el tuteo entre profesor
y alumno debe ser suprimido. Y aquí no se rompería nada, no
se rompe nada por tratarse de usted y saber estar cada uno
en su sitio. A lo largo de 38 cursos ya cumplidos por mi
parte como profesor, jamás toleré que, en clase, un alumno
me llamara de tú y, es más, no lo voy a tolerar en el
futuro, los ocho cursos que si la salud me acompaña estaré
en mi cátedra.
No sé si Múgica es de mi edad, tampoco me importa mucho,
pero lo que sí me importa es que un político que ha pasado
por varios puestos de alta responsabilidad sea capaz de ver
el deterioro que hay hoy en los que “debieran ser centros de
enseñanza, formación, información y educación”. Y tiene
razón cuando habla de un deterioro en el que hemos
participado todos: muchos profesores que prenden suplir sus
deficiencias haciéndose graciosos y tolerando todo para
salir del paso, sin más. Los padres, naturalmente, que en
vez de reclamar una formación integral y seria para sus
hijos han aceptado que los centros de enseñanza se hayan
convertido en aparcamientos de chicos y muy poco más. El fin
justificaría todo tipo de medios. Los alumnos, que atraídos
por otras opciones, televisión, todo tipo de maquinitas,
distracciones a base de botellón ..., sin valorar y sin
saber realmente lo que quieren y a lo que aspiran. Y, por
supuesto, la administración cada vez más enfrascada en
intentar formar secuaces que en dar una formación seria, en
los valores humanos.
Pues bien, que en esta situación, un ex-ministro y todo un
Defensor del Pueblo diga las verdades del barquero, es,
cuando menos, merecedor de nuestro aplauso, del mío, por
supuesto, como docente y de los padres sensatos, que los
hay, creo que también.
Y además, Enrique Múgica, por si alguien piensa otra cosa,
no hace halagos a épocas pasadas y trasnochadas, como por
ejemplo al franquismo. En este sentido, pasa olímpicamente
del momento y de quien está gobernando, él quiere volver a
unos centros en los que había que aprovechar todo, para
recibir una formación para el futuro.
Si eso, que yo no lo creo, era propio de una etapa tan
desdeñada como la de Franco, mejor o peor para él, y si es
más propio de un sistema democrático serio, todavía mejor.
Pero lo que Múgica no canta y nosotros tampoco vamos a
cantar, es la serie de ambigüedades, la serie de trampas, la
serie de engaños que se vienen dando con “soluciones de
tómbola de feria” para unos que han sufrido acosos violentos
por sus propios compañeros y para que la mayor parte crean
que tienen algo al salir del instituto, cuando lo único que
llevan es un título, si me apuran mucho, de papel mojado, en
un porcentaje grande de casos.
El tuteo, del que se valen los “progres”, en clase no ha
acercado más en la relación del docente con el discente. Con
el tuteo no se ha suplantado al padre, que maldita la falta
hace que el profesor suplante a nadie. Hay que decir que en
la educación y en ciertos momentos el profesor lo que hace
es SUPLIR ( ¡¡ No suplantar!!) al padre, en un momento dado
y en una materias determinada, no en otra cosa. El tuteo no
acerca, el tratamiento de usted no separa.
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