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OPINIÓN - SÁBADO, 30 DE JUNIO DE 2007

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

La vida no es nada fácil para todos aquellos que nos hemos tenido que enfrentar a ella, sin más armas que nuestros deseos de llegar, algún día, a conseguir ocupar el lugar que nos propusimos, teniendo que sortear todos los obstáculos que nos hemos encontrado en nuestro difícil caminar. Y todo ello sin deberle nada a nadie, llegando a ser, lo poco que podamos ser, por nuestros propios méritos. ¡Que levanten las manos aquellos a quiénes les hayamos pedido algún favor para nosotros o para algunos de nuestros familiares!.

Nadie, jamás, podrá levantarlas, porque nunca pedí favores a nada ni a nadie en este mundo que nos ha tocado vivir. Y, por supuesto, jamás hice la cobardía de tratar de conseguir para ningún familiar un puesto que tenía otra persona. Eso debería ser denigrante para todos aquellos que se las dan de ser personas toda bondad y amor sin límites al prójimo. Manda… tener que soportar a estos “buenos”

Toda esta fauna de parásitos de la sociedad acostumbran, cómo no, a tratar de pasar todos sus defectos al resto del personal. Son ególatras en grado sumo, vendedores de humo, llevando por bandera el odio, la envidia y el rencor hasta la saciedad. Y son todos esos defectos los que tratan de traspasarlos a los demás, sin darse cuenta, que al tratar de hacerlo, lo único que consiguen es presentarse tal y como son ellos mismos, ante la caída de la careta tras la cual se ocultan.

Todos aquellos que tuvimos que abrirnos camino en la vida, sin más armas que nuestros propios esfuerzos, jamás seremos ególatras, ni el odio, la envidia o el rencor formarán parte de nuestra manera de ser porque, siempre, hemos sabido donde están nuestras raíces de las que jamás hemos renegado porque, en muchas ocasiones, hemos de recurrir a ellas para resolver los problemas que se nos han planteado. Porque allí, en esas raíces, está la mejor universidad del mundo, la calle.

Esa calle que, por supuesto, desconocen todos estos parásitos de la sociedad, por el convencimiento de que reunirse con la plebe podría perjudicar su imagen de persona santa entre los santos, cuyos oídos no podrían soportar alguna que otra palabrota soltada por esos seres inmundos que pueblan las calles de cualquier ciudad, pegándole patadas a una pelota de trapo.

El odio, el rencor o la envidia, jamás tuvieron sitio en el particular diccionario de toda esa plebe que, al contrario de todos esos parásitos de la sociedad, santurrones de pacotillas, tienen un corazón que no les cabe en el pecho, acudiendo en ayuda de todos aquellos que la necesitan, sin esperar recibir ninguna recompensa, ni tan siquiera del cielo, ese cielo que tanto invocan todos estos santurrones que tratan de ganárselo por medio de la falsedad y la hipocresía. ¡Sepulcros blanqueados!.

Cómo se puede ser tan falso y tan hipócrita en esta vida, en la que sólo estamos de paso. Quizás porque todos esos parásitos de la sociedad piensa que, con ese bagaje, irán derechitos al cielo. Manda…la película.

Dios, su Dios, ese que engañan a diario, sólo existe para ellos. La plebe no tiene derecho alguno a tener Dios. Serán gilipollas.
 

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