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OPINIÓN - LUNES, 2 DE JULIO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Vacacionar
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿Ustedes gozan de las vacaciones? Me refiero a romper con lo cotidiano, llenar el coche de maletas para chupar kilómetros, contratar algún cutrerío en Halcón Viajes, como “Cancún a precios tirados”, alargarse a una de esas “ciudades de vacaciones” con balnearios rococós de estética estremecedora u optar por el más elegante turismo rural en un hotelito con encanto del norte. ¿Qué sí? Pues tienen suerte. No por parpadear deslumbrados ante el barroquismo de las piscinas cubiertas de Marina D´Ors, ni por apretujarse con el turismo guiri de chancla de plástico de Benidorm, que es la Amazonia española, donde se han sustituido los grandes árboles con lianas, por el cemento con parabólicas. Tienen suerte porque desconectan. Y se lo dice una abogada y periodista, que de pasar fatigas perdió la vista, que en los últimos veintiocho años de profesión paladeó, por vez única en el año 1995, un periodo de asueto de cinco días en Huesca, concretamente en Roda de Isábena, la catedral más antigua del mundo, anterior a la de Jaca, donde mi malcriado marido, el viejo pintor Erik el Belga, inauguró una exposición de pintura que había donado al deán de la catedral, su confesor, Mosén Leminyana.

¿Qué preguntan? ¿Qué como es la parte oscense? Pues algo maravilloso donde aún, quien tenga dinero y espiritualidad (presumo de gozar de lo último y carecer absolutamente de lo primero) puede pillarse una casa maravillosa por cuatro gordas, disfrutar como un enano con la restauración y apañarse un Shangri Lá para perderse. El norte de nuestra Iberia vieja es un placer sin límites que se vive con los sentidos. Por más que topes con grupos de urbanitas disfrazados de Indiana Jones, con botas de montañeros, pero ese tipo de turismo cultural no es contaminante, no llevan DVDs aullando por Camela o por El Barrio, ni se emborrachan y mean en la calle. Tampoco hacen concursos de eructos, como los alemanes en Mallorca, ni merdellonizan el paisaje en plan patulea de agotados mirones con los pies recocidos. Pero todas las especies humanas que vacacionan son infinitamente superiores a mí, que no voy a ningún sitio y continuo pergueñando recursos de reforma y subsidiaria apelación contra cualquier cosa recurrible, tecleando historias en la pantalla mágica del ordenador, en uso y abuso de la Patria chica que es mi mugriento teclado y, en el colmo del exotismo y el hedonismo, soy capaz de arrimarme al Rocamar, en la playita de Pedregalejo y meterme entre pecho y espalda un batido de fresa con un comprimido de quemacalorías para no metabolizar. ¿Qué dicen? ¿Qué yo me lo pierdo? En efecto, pero cuando no se puede, no se puede, así que las Operaciones Salida y Retorno no cuentan para mí más que cuando me he de dirigir a Botafuegos a visitar a alguna criaturita y topo con los atestados vehículos del Paso del Estrecho a nivel del carísimo, abusivo y bandolero peaje de la autopista de Marbella. ¿Qué es la más cara de España? Sin duda. No en vano la bautizaron con el nombre de “Autovía Luis Candelas” y los operarios van vestidos de bandidos de la Serranía de Ronda, por mor del turismo y te piden el importe del ticket apuntándote con un trabuco inutilizado por la Benemérita en el departamento de control de armas.

¿Qué dicen? ¿Qué si rabio de envidia al quedarme sin vacaciones? Bueno, es relativo, porque, en el fondo, vacacionar agota mucho, hay que hacer pechá de distancia, se tarda en llegar a los lugares, si te pintan el sitio como “de ensueño” te tienes que poner vacunas que hacen reacción, el “aire puro de montaña” es un frío que pela y encima hay que regresar en nada de tiempo y da el estrés posvacacional, con desmotivación, ansiedad y melancolía. ¿Qué musitan con esas caras de boquerones en almíbar? ¿Qué me muero de ganas de irme de asueto al dolce far niente y lo que trato es de disimular con argumentos vacíos? Tienen razón. ¡Vacacionar!.
 

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