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ACTUALIDAD - MIÉRCOLES, 4 DE JULIO DE 2007


Arévalo, Del Valle y Moro. M. Z..

tribunales / la audiencia comienza el juicio
 

Los acusados
encienden el ventilador

Moro, Del Valle y Arévalo centran sus testificales en el policía Peire (“estamos aquí por sus enredos”) y la juez Cuadrado, la más “dolida” de los instructores con Tesón. Franca niega haber filtrado la “nota”

CEUTA
Gonzalo Testa
gonzalotesta@elpueblodeceuta.com

La primera sesión del juicio contra Luis Vicente Moro, Alejandro del Valle, Mariano Arévalo y Roberto Franca por su presunta participación a finales de 2001 y 2002 en el encargo, elaboración y posterior filtración a la prensa de un informe policial sobre el presidente de la Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz con sede en Ceuta, Fernando Tesón, tuvo dos protagonistas ausentes: el policía nacional Fernández Peire y la que por aquel entonces ocupaba el puesto de magistrada del Juzgado de Instrucción número 2 local, Begoña Cuadrado. Sobre el papel de ambos en el proceso en el que están imputados Moro, que fue delegado del Gobierno en la ciudad hasta 2004; Del Valle, actual Jefe Superior del Cuerpo Nacional de Policía (CNP); Arévalo, destinado ahora en segunda actividad en la Unidad de Información de este mismo cuerpo; y Franca, jefe de Prensa de la Delegación, gravitaron las declaraciones de los cuatro, que ocuparon todo el día.

Básicamente, la acusación se dedicó a intentar demostrar que (al menos) todos los acusados participaron de una trama para desprestigiar al juez, primero ante las propias instituciones y después ante la opinión pública a través de las páginas de EL PAÍS. La defensa, mucho menos activa en la jornada de ayer, orientó su trabajo hacia la constatación de que el texto que se elaboró fue más una “nota de ambiente” que un informe personal sobre el juez y a echar balones fuera sobre la filtración a la prensa.

Los “enredos” de Peire

El primero en sentarse ante los tres magistrados venidos de Cádiz para componer el Tribunal que se encargará de juzgar el caso (Manuel Grosso lo preside con el auxilio de Francisco Javier García y Pedro Marcelino Rosales) fue el ex comisario Del Valle, que se pasó cerca de dos horas respondiendo, casi todo el rato, a las preguntas de la acusación popular y particular.

Frente a las preguntas de la fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Cádiz, Ángeles Ayuso, y del letrado de Tesón, el agudo e incisivo Francisco Baena Bocanegra, Del Valle no tardó en señalar públicamente al que él considera el responsable de todas sus cuitas actuales. Mediada su declaración, se dejó de medias tintas: “[José L. Fernández] Peire era la única fuente; estamos aquí por los enredos del señor Peire, con nombres y apellidos”. Antes dejó varios puntos del proceso meridianamente claros. En primer lugar reconoció que efectivamente fue él, con la ayuda directa de Arévalo, que ejercía como jefe de brigada de la Policía Judicial quien escribió el informe en cuestión.

Aseguró también, como ratificó su auxiliar por la tarde, que la única fuente que manejaron para la elaboración del mismo era Peire, que a su vez extraía sus informaciones de los juzgados y más concretamente de la juez Cuadrado (“estaba volcadísima en su trabajo”, recordó) y que en ningún momento se preocuparon por contrastar o ampliar los datos que el agente aportaba. “Si lo hubiera hecho hubiera dado ese paso que ustedes buscan para poner lo que quieren poner, pero ese no era el objetivo”, aseveró.

¿Cuál era, entonces, el objetivo? Pues según Del Valle, Arévalo y Moro, plasmar en negro sobre blanco la “inquietud” y la “preocupación” que existían en los Juzgados de Instrucción ceutíes y en la sociedad en general por el “bombardeo” al que, según reza literalmente en el texto en cuestión, supuestamente sometía la Audiencia a sus instrucciones judiciales y por el “extraño comportamiento” de su presidente.

La orden de redactarlo, coincidieron todos también pese a algunas contradicciones circunstanciales con sus declaraciones en las diligencias previas, procedió del propio delegado el 4 de diciembre de 2001, sólo un día después de que “la Sección VI de la Audiencia, no Tesón”, como se encargaron de subrayar las acusaciones, pusiera en libertad a ‘Abdelilah’ y al ‘Chino’, involucrados entonces en el ‘caso Kimbi’, otra de las sombras que no dejó de sobrevolar la Sala de Vistas.

En Comisaría, Del Valle, que a juzgar por su testimonio no tiene “ni idea” de informática, reclamó la presencia de Arévalo, que se definió a sí mismo como “un experto” en la materia. “Al dictado” del primero, el jefe de brigada tecleó todas las “vicisitudes” que recordaban en relación con el asunto, entre ellas cosas como que Tesón visitaba asiduamente los Juzgados en chándal [la acusación recordó que el magistrado vivía y ejercía como Juez de Menores allí] o que recibía a “narcotraficantes” en su despacho [“es un derecho de todo imputado”, recordó Baena].

Al terminarlo, a eso de las 21.00 horas, dijo Del Valle, se imprimieron dos copias. Una de ellas se remitió por fax al subdirector general operativo de la Policía y “se destruyó inmediatamente”. La otra, en un sobre, fue llevada en mano a la Delegación. Según aseveraron los tres acusados, ni se hicieron más copias ni se dejó una copia digital en el ordenador.

Una vez en manos de Moro, de acuerdo con el relato de las testificales de ayer, éste lo hizo llegar por fax a la Secretaría de Estado de Seguridad “para que Interior hiciera lo que considerara oportuno [léase trasladarlo a Justicia] con él”, apuntó Moro.

Hasta ahí, todo más o menos claro: en la ‘pequeña Sicilia’ de los años noventa, la de los tiroteos, los chantajes y los sobornos, pintaron los acusados en sus testimonios, había una juez, Begoña Cuadrado, que estaba “entregada” a la lucha contra la mafia local, pero cuyas instrucciones revocaba con cierta frecuencia la Sección VI de la Audiencia. Tras el periodo de calma chicha que siguió al asesinato del ‘Kimbi’ (31/12/99), la puesta en libertad de varios presuntos implicados hizo temer a policías, políticos y jueces el retorno de los días de plomo. Para poner al día al Gobierno central, Moro encargó un informe de esa “situación”.

Las tres copias

Paradójicamente, y de una forma que nadie fue capaz de explicar ayer, del texto de Del Valle y Arévalo, que debía ser único e irrepetible y que ni siquiera iba firmado (“es lo habitual”, aseguraron), han aparecido tres versiones con otros tantos encabezados distintos y el mismo texto. El primero, con el membrete de la Comisaría es el original.

El tercero, que llegó a manos de la Secretaría de Estado, se habría “reelaborado” digitalmente en Delegación tras “asumirlo” ésta en su integridad. Del segundo, que fue el que llegó al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) cuando éste se echó las manos a la cabeza al leer en EL PAIS (21/04/02) un artículo titulado ‘Denuncias por el fácil acceso de los narcos al presidente de la Audiencia de Ceuta’, nadie sabe nada.

Los policías, defendidos como Franca por el abogado del Estado Salvador Jiménez Bonilla, dijeron no tener la más remota idea de dónde pudo haber salido su membrete, en el que reza ‘Unidad de Información’. Moro tampoco encontró explicación al asunto e hipotizó con que pudo ser que pidiese otra copia a Comisaría [imposible, según las testificales]. Baena le sugirió que tal vez “había hecho copias con distintos encabezados en función del destinatario”, algo que el ex delegado negó “rotundamente”.

La cena

Igual de contundente fue Moro a la hora de explicar cómo se sentía de “dolida” y de “afectada” Begoña Cuadrado por cómo salían de la Audiencia los casos que le llegaban desde su Juzgado. Tanto que llegó a acudir en dos ocasiones a la casa particular de Moro para trasladarle sus preocupaciones y la “evidencia” que, según dijo el ex delegado, tenía la magistrada actualmente destinada en Madrid de que la Audiencia “iba a poner en libertad” a ‘Abdelilah’ y compañía a finales de 2001.

“Las relaciones de la Sección VI con los Juzgados de Instrucción era pésima”, abundó Moro, que sí reconoció haber escuchado en una cena en el Parador La Muralla (12/02/2002) con Vivas, otros altos cargos de la judicatura y dos vocales del CGPJ decir a uno de ellos que los instructores locales eran poco menos que analfabetos.

A cambio, negó con rabia haber dicho nunca en ese foro que el problema de Ceuta no era Perejil “sino Fernando Tesón”, como le preguntó la acusación particular (no fue tan rotundo para desmentir que le hubiese reprochado al juez haber encarcelado al testigo protegido del ‘caso Kimbi’, como se le imputa), justo antes de decir que más que rencor hacia Tesón siente “aprecio y cariño por su trabajo” pese a haberle imputado [contra la opinión de 3 Juzgados de Instrucción] por un tema de menores. Arévalo, al que la Audiencia había condenado también en 1999 por un caso de “torturas impropias” tampoco dijo sentir resquemor hacia el magistrado, sino “agradecimiento” por haberle aplicado un “gran” atenuante en su condena.

La filtración

Llegados a este punto, con un informe que, según los acusados, no fue tal informe sino una “nota de ambiente”, tampoco llegó a entenderse muy bien cómo pudo ser, si la trataron con tanta “discreción” como dijeron, que la misma fuese portada de EL PAÍS. Del Valle y Arévalo dijeron no tener relación alguna con José María Irujo y Moro no fue más allá de reconocer que, “como al resto de periodistas, 80 ó 90, que cada año pasaban por la Delegación”, le recibió alguna vez. El ex delegado apuntó, eso sí, hacia Madrid: “Las unidades de Inteligencia e Información a mí no me cuentan lo que pasa en España o en Ceuta, pero Irujo lo sabía”, insinuó.

Específicamente para hablar de este tema compareció el jefe de Prensa desde 1995 de Delegación, que negó rotundamente haber participado “nunca” en ninguna filtración y aseguró no haber visto “nunca” la ‘nota informativa’ en cuestión “hasta las diligencias previas”. En esa línea, y para justificar por qué la directora de EL FARO de Ceuta, Carmen Echarri, que testificará hoy, le situó en el periodo de instrucción del proceso en una reunión con la difunta Elena Sánchez donde se habría leído el informe, Franca aludió al carácter de la periodista y quiso dejar bien claro que “miente”, argumentación en la que contó con el apoyo (nada afortunado en la expresión) del propio Luis Vicente Moro.

Además de la periodista, hoy están citados como testigos, entre otros, el propio Peire, José María Irujo, Fernando Tesón, el ex comisario Fermín Diego y otros periodistas, empresarios, funcionarios y miembros del estamento judicial. El Tribunal rechazó ayer que comparezca Begoña Cuadrado al entender, como las dos acusaciones, que su testimonio convertiría el juicio en lo más parecido a un proceso sobre el ejercicio profesional de Tesón.
 

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