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OPINIÓN - MARTES, 10 DE JULIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

La cuota femenina
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Finalizado el torneo de tenis de Wimbledon, ese Grand Slam cuajado de abolengo y por tanto sobrado de tradiciones y cursilerías, uno se queda ya huérfano de espectáculos deportivos con los cuales vibrar intensamente, durante muchos días del verano.

Porque el Tour de Francia, con un ciclismo donde sus intérpretes están todos bajo sospechas de ponerse hasta la colcha de estimulantes, está devaluado en todos los sentidos. Y a mí me cuesta ya lo indecible sentarme ante el televisor para ver a un ganador que, meses después, dirán de él que se había metido en el cuerpo no sé cuanta sangre preparada por el doctor vampiro.

Sí, ya sé que podría distraerme estos días con los partidos que quedan de la Copa América; pero viendo jugar a Brasil no entiendo las razones que han tenido en el Madrid para exigirle a Fabio Capello lo que le han exigido.

He aquí a un técnico italiano, más laureado que Churchill, que ha sido víctima de las críticas de los cursis capitalinos más intransigentes, encabezados por Jorge Valdano y bendecidos por la ternura de César Julio Iglesias. Y, claro, detrás de los cursis fueron apuntándose al carro de los denigradores todos los pertenecientes a ese lobby rosa cuya misión consiste en destacar la estética por encima de las cualidades.

Algunos periodistas, considerados heteroxesuales, lo cual tiene el mismo mérito que no serlo, llevan ya tiempo exigiendo que los futbolistas, amén de rendir, han de ser los más guapos del mundo. Incluso cierto director de un periódico deportivo, de gran tirada nacional, sentenció a Costinha diciendo de él que además de jugar mal era más feo que Picio.

De haberse metido la figura del internacional portugués, acreditado buen futbolista, por los ojos del escribidor, seguro que éste habría pedido para Costinha tiempo suficiente para la adaptación al equipo y al fútbol español. Pero, siendo tan sumamente feo el jugador colchonero, según el todopoderoso periodista afincado en la Villa del Oso (¿) y el Madroño, pedía su fulminante desaparición de la plantilla.

En fin, a falta de acontecimientos deportivos que me motiven -dado que incluso Fernando Alonso parece ser que está ninguneado por los mandas de McLaren-, he decidido seguir la estela de Bernd Shuster, cual entrenador del Madrid, a ver qué tiempo tardan los estetas madrileños en recordarle que los componentes de la plantilla son todos prescindibles menos uno. Y que a ese uno, si quiere tener la fiesta en paz, hará muy bien en dispensarle trato de galáctico.

A partir de ahí, y dado que Shuster ha sido contratado para que el Madrid tenga más del 80% del balón en su poder y, por supuesto, para que gane títulos -manifestaciones recientes de Ramón Calderón-, no le arriendo las ganancias al técnico alemán cuando compruebe que su equipo ha de hacer tres goles, muchas más veces de las previstas, si quiere ganar los partidos.

Entonces, cuando ello suceda, es decir, en el justo momento que le hagan goles de saques de esquina, o de balones centrados desde las bandas, y el área pequeña sea un oasis para los rivales, mucho me temo que el explosivo Bernardo recuerde en voz alta que ese problema no lo tenía en el Getafe. Que allí El Pato Abbondansieri, guardameta argentino, imponía su ley. Y se armará la de Dios es Cristo.

Y tendremos a Roncero, a Relaño, a Guasch, etc, corifeos de esa sociedad defensora de lo exquisito, arremetiendo contra los centrales fichados esta temporada por Mijatovic. Dejarán tranquilo a Cannavaro y comenzaran a tirarle al degüello a Metzelder, a Chivu o al lucero del alba. No saben éstos dónde se han metido. Veremos la misma película de siempre. Ay, la cuota femenina...
 

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