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OPINIÓN - MARTES, 10 DE JULIO DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Magreb: ¿un nuevo teatro insurgente?
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

¿Qué está ocurriendo?. Pues sencillamente la concreción de un nuevo escenario terrorista en todo el Magreb, focalizado en la creación de una “zona libre” al sur, en el Sahel, entre el triángulo de Argelia, Mauritania y Mali, el mantenimiento de la presión en Argelia y el ataque directo al Reino de Marruecos con la apertura de tres frentes: uno en las grandes ciudades (desestabilización social de Casablanca) y otro al norte, en las estribaciones del Rif entre Ouazzane-Mekinés-Fez sin olvidarnos, naturalmente, de Tetuán, posiblemente una de las ciudades con más proyección del integrismo “yihadista”… y político del país; finalmente, la ofensiva sobre la figura de Mohamed VI: tanto para desprestigiar su papel de “Comendador de los Creyentes” (ahí habría una sinergia de voluntades, pues “Justicia y Caridad” tampoco reconoce su papel religioso) como para, si es posible, eliminarlo físicamente. La nueva denominación de “Al Qaïda en el Magreb” es totalmente sugerente, como apuntaba el profesor Mohamed Darif en el diario “Aujourd´hui” (nº 1430, edición del 8 de junio): “No es un mero cambio de nombre, sino un cambio de estrategia que va a dar a la lucha del ex-GSPC una dimensión magrebí”, palabras que coinciden con las del juez francés Brugière el 28 de junio en Madrid: es “la primera vez que Al Qaïda tiene un brazo regional específico”. De hecho, podemos remontar el precedente del actual nivel de alerta máxima al pasado martes 5 de junio, día en el que fuentes oficiosas informaron (tras la reunión convocada por el director de la DST, Abdelatif Hammouchi) de la existencia de una célula terrorista de nueve miembros (llamada “Hafadat Eddine”) que, procedente de Mauritania y disfrazados de “predicadores” (tome nota el lector del camuflaje), estaban intentando infiltrarse en territorio marroquí y asentarse en Casablanca, desde donde planearían cometer atentados.

Tampoco es casual, a mi entender, el chorreo de visitas de responsables de seguridad occidentales a Rabat: tras viajar a Marruecos en febrero de 2006, donde planteó la necesidad de una “coordinación e información rápida” para prevenir ataques terroristas entre los Estados Unidos y los países del Magreb, el jefe del FBI, Robert S. Mueller, volvía a reunirse el pasado viernes 29 de junio en Rabat con los ministros de Interior y Justicia; también recientemente acudió a Rabat el director general de la CIA, Michael Hayden, donde entre otros aspectos pudo plantear a sus colegas marroquíes una estratégica decisión norteamericana: el progresivo estrangulamiento y posterior desaparición como organización (en el plazo máximo de dos años) del “Frente Polisario”. También durante el 14 de junio viajaba a Marruecos (donde aprovechó para encontrarse con Saud Al Faisal, jefe de la diplomacia saudí), en representación “personal” del ministerio francés de Asuntos Exteriores, el ex director general de los servicios de inteligencia franceses, Jean-Claude Cousseran, esperándose en la actualidad la visita del secretario alemán de interior, August Hanning. Si a finales de mes desde Madrid el ya citado juez Jean-Louis Brugière advertía que la amenaza es “muy elevada”, hace unos días el jefe de la Unidad de la Lucha Contra el Terrorismo en Francia (UCLAT) señalaba en un diario parisino a Marruecos como uno de los países con mayor peligro potencial, en el que una “generación renovada” tiene el proyecto de exportar (sic) su “ola terrorista” a todo Occidente, adelantando de paso lo que no parece estar todavía claro para algunos analistas: la marginación y pobreza social de los “bidonvilles” de las grandes ciudades “no lo explican todo”. Cierto: detrás está toda una “ideología teológica” insurgente.
 

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