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OPINIÓN - MARTES, 17 DE JULIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

La pretemporada
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Dos temporadas lleva la Asociación Deportiva Ceuta sin codearse con los equipos aspirantes a jugar la liguilla de ascenso. Y lo que es aún peor: durante ese tiempo el primer equipo local ha estado dando barquinazos en un grupo donde hasta entonces se le había considerado siempre un conjunto temible en todos los aspectos.

En el transcurso de estas dos campañas se pusieron de manifiesto los muchos errores cometidos por las personas encargadas de hacer una plantilla adecuada a los dineros que se gastan en tal menester. Bien es verdad, y conviene destacarlo, que en el último ejercicio los directivos le dieron carta blanca a Carlos Orúe para que éste decidiera a su antojo las contrataciones. Y el resultado fue desalentador: el entrenador jerezano se equivocó de principio a fin. Lo cual unido a la tristeza del técnico, producida por el aburrimiento de vivir en esta ciudad, según dijo él, dieron al traste con las aspiraciones de ascenso de un Felipe Escane que se estrenaba como presidente.

Mas como el club sigue manejando mucho dinero para competir en el mercado, los directivos acudieron presurosos a la búsqueda de un secretario técnico con fama bien ganada de conocer el grupo y, sobre todo, de saber firmar jugadores. Y contrataron los servicios de José Enrique Díaz.

Y otra vez los aficionados han comenzado a hacer cábalas sobre el rendimiento de la plantilla -aunque todavía no esté completada-, en vista de que se han enterado ya de que la ADC ha empezado la pretemporada a las órdenes del nuevo entrenador: Diego Quintero.

La pretemporada es una época donde la dureza del trabajo es celebrada con alegría por técnicos y jugadores: debido a que tales esfuerzos son vitales para conseguir mejorar las valencias físicas imprescindibles. Ello es algo que repito cada año por estas fechas.

Aunque llenar el depósito de resistencia, aeróbica y anaeróbica, cuesta sacrificios y sudores; muchos sudores y las consiguientes molestias... La pretemporada es, además, una fase de la preparación en la cual debe reinar por encima de todo la esperanza. Y, por tal motivo, cualquiera que la haya vivido sabe perfectamente que en todo momento se dan situaciones para que el grupo se divierta de lo lindo. Caben contarse las batallas surgidas en las vacaciones y hacerse las bromas convenientes.

En la pretemporada, los futbolistas llegan a las instalaciones de trabajo saludando a diestro y siniestro. Y dispuestos a ser agradables con quienes componen el cuerpo técnico. Nadie trata de eludir la mirada del entrenador y mucho menos el conversar con él, sino todo lo contrario.

Los entrenadores expertos se saben al dedillo cómo han de actuar durante este ciclo de la preparación y, por tanto, son menos propensos a cometer errores que luego se conviertan en problemas graves. Cuando un técnico dice en su discurso de presentación que las puertas de su vestuario están abiertas para todos y que él está dispuesto a escuchar atentamente los problemas de cada uno de los componentes de la plantilla, es consciente de que los primeros futbolistas en acudir serán los que menos partidos hayan jugado durante la pretemporada. Y lo harán de entrada con la consabida pregunta: “¿usted cuenta conmigo...?”.

Y a partir de ahí todo será bien distinto: la alegría del grupo no será ya la misma; los saludos se irán reduciendo; el jolgorio diario decrecerá sin cesar y el técnico, por si lo había olvidado, se habrá dado cuenta de que está viviendo la verdadera realidad del fútbol. Una realidad que exige ganar, ganar y ganar... Que gane muchos partidos es lo que yo le deseo al equipo entrenado por Diego Quintero. Cuando éste ha empezado a poner ya en práctica sus métodos.
 

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