PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

cultura - MIÉRCOLES, 18 DE JULIO DE 2007


luis rojas marcos. archivo.

entrevista / profesor  psiquiatria universidad nueva york
 

Rojas Marcos: “Hablar es
muy sano, muy bueno para el corazón y para el alma”

El doctor, una eminencia mundial en
el mundo de la Psiquiatría, disertará
hoy en el Salón de actos de la Asamblea, en el marco del programa de mayores de la Obra Social ‘La Caixa’, sobre cómo superar la depresión y la soledad
 

CEUTA
Gonzalo Testa

gonzalotesta
@elpueblodeceuta.com

Sevillano de nacimiento, tras licenciarse en medicina por la Universidad de Sevilla Luis Rojas Marcos emigró en 1968 a Nueva York, donde sigue viviendo, para estudiar Psiquiatría y, según ha reconocido en diferentes ocasiones, “huir de una situación política, social, familiar y moral tensa”. Director del Sistema Psiquiátrico Hospitalario de Nueva York durante diez años y después presiente del Sistema de Hospitales Públicos de la ciudad estadounidense, forma parte de la estirpe de eminencias científicas españolas que viven en el extranjero, de donde, al menos de momento, no tiene la intención de volver.

El reconocido psiquiatra Luis Rojas Marcos (Sevilla, 1943) visita hoy por primera vez la ciudad autónoma para impartir a partir de las 11.30 horas en el Salón de actos del Palacio autonómico en el marco del programa de mayores de la Obra social ‘La Caixa’ una charla sobre cómo vencer la soledad y la depresión.

P: Viene usted a Ceuta a impartir una charla sobre cómo superar la soledad y la depresión. ¿Eso cómo se hace?

R: No es fácil de resumir, pero lo vamos a intentar. En los últimos quince o veinte años los médicos y psiquiatras nos hemos dado cuenta de que para sacarle a la vida lo mejor que ofrece no basta con curar enfermedades, sino que hay que reforzar esos aspectos del ser humano como el temperamento optimista que nos ayudan a superar la adversidad y a prevenir la depresión y la soledad.

P: ¿Uno puede aprender a ser optimista?

R: Está demostrado que el optimismo ayuda a superar la adversidad. Por optimismo me refiero a ver el futuro con esperanza, el pasado con comprensión y a explicar el presente sin culparnos siempre y necesariamente por lo que ocurre.

P: Usted ha asegurado que el optimismo tiene un componente genético. ¿Nacemos optimistas o nos hacemos optimistas?

R: Ambas cosas. Los genes tienen su influencia y se ha demostrado en mellizos adoptados por padres separados. No obstante, eso sería una tercera parte del total. El resto lo determinan las experiencias de la infancia, las experiencias de nuestro crecimiento y lo que podemos hacer por fomentar esa actitud optimista. Para ello hay que pensar cómo pensamos.

P: ¿Pensar cómo pensamos?

R: Sí, le voy a poner un ejemplo. Mientras venía hacia España desde Nueva York para impartir esta charla una señora que viajaba al lado mío me dijo: ‘Pues España está fatal’. Es lo que llamamos un pensamiento automático porque al preguntarle por qué opinaba así y al decirle que yo veo el país bien pese a llevar 40 años fuera me respondió: ‘Estamos rodeados de maltratadores y de terroristas’. Sin embargo, reconoció que ni en su barrio ni en su edificio tenía constancia de que hubiera maltratadores y, por supuesto, tampoco conocía a ningún terrorista.

P: Pero usted, a pesar de ello, ha dicho que España es el país de Europa donde la gente es más feliz. ¿En Estados Unidos, donde reside desde hace décadas, la población se mueve en otras coordenadas?

R: La cultura anglosajona y en Estados Unidos en concreto glorifica y celebra la felicidad abiertamente. Aquí nos hemos educado en un mundo de filósofos e incluso la religión nos insta a sufrir para ir al Cielo. Es otra forma de ver la vida, otra filosofía, pero cuando uno pregunta al individuo concreto la mayoría se siente razonablemente feliz.

P: Somos entonces el país más feliz de Europa pero no del mundo

R: No lo sé. Las estadísticas que he educado para decir que España es el país más feliz del continente se han hecho en Europa y Estados Unidos. Desgraciadamente no entran países del Este y otras partes del mundo, pero en Europa en cuanto a calidad de vida y autoestima estamos siempre junto a los holandeses, que parece ser que también les va muy bien, entre los tres primeros clasificados.

P: Sí está claro que la felicidad no depende exclusivamente de la calidad de vida en términos económicos de cada uno

R: El dinero no compra la felicidad salvo que la persona esté sufriendo una penuria muy significativa. Cuando una persona tiene lo suficiente para vivir con un nivel de seguridad razonable más dinero no da la felicidad y hay estudios que lo demuestran.

P: Su charla de hoy va dirigida específicamente a las personas mayores. ¿Cómo está ese sector de nuestra sociedad de felicidad?

R: Nuestros mayores están muy bien. Tenga en cuenta que la mujer española es, después de la japonesa, la que más vive del mundo. Yo creo, aunque no está demostrado, que en parte es porque la mujer española habla mucho. El hombre también, pero menos. El hablar es muy sano, muy bueno para el corazón y para el alma, para la forma de ser.

Los beneficios de hablar

P: ¿Por qué?

R: Porque uno se desahoga y le quita intensidad emocional a los problemas y a los conflictos. Las personas mayores en España en general están bien y comparado con la mayoría de los países se vive más, aunque con ello no quiero restarle importancia a enfermedades y problemas de depresión, soledad o demencia que van a menudo unidos a la edad.

P: ¿Puede llegar un momento en el que, al ritmo que la Medicina consigue alargar nuestra longevidad, lleguemos a cansarnos de vivir?

R: En general todos queremos ir al Cielo y nadie, que yo sepa, se quiere morir a no ser que está padeciendo un sufrimiento intolerable. El suicidio es una consecuencia de personas que sufren de depresión y que deciden que ha llegado un momento en su vida en el que no les merece la pena. No obstante, son una minoría y las personas, pese a las dificultades y los retos que se nos presentan, celebramos la vida hasta el final.

P: Usted vive en Nueva York, un lugar que como Ceuta se suele caracterizar por su espacio de convivencia y mezcla entre distintos. ¿Estamos preparados psicológicamente para la convivencia con el ‘otro’ o los prejuicios siguen pesando demasiado?

R: Vamos avanzando y cada día hay más tolerancia gracias a que cada día hay más cultura y más conocimiento. La intolerancia hacia el diferente, ya sea por raza, por lengua o por religión, está basada en que no conocemos a esas personas. El ser humano tiende a sentirse superior a los demás y cuando hablamos de ‘los otros’ ya evidenciamos ese sentimiento asentado en la ignorancia y en la falta de convivencia. Cuando lo hacemos y vemos que sus hijos sienten como los nuestros es más difícil la discriminación y el rechazo. Hay mucho que avanzar pero Ceuta, por lo que he escuchado, leído y estudiado, como Nueva York, parten con ventaja para luchar contra el rechazo.

P: ¿En el fondo no se trata más de un rechazo al pobre que al diferente?

R: No lo sé. Lo distinto, lo diferente, lo que no entendemos, es lo que tiende a producirnos temor y rechazo. A veces los que rechazamos son personas de clases sociales pobres cuando uno no lo es; otras por su raza, por su lengua, por sus costumbres o por su religión.

P: El Gobierno de Rodríguez Zapatero se ha comprometido a buscar el retorno a España de las figuras científicas nacionales dispersas por el mundo. ¿Se plantea usted regresar?

R: Me fui de España cuando tenía 24 años y ahora tengo la suerte de poder ir y volver y así disfrutar de mi país de origen y del país que me acogió cuando no sabía ni inglés ni mucho de la vida. Ahora mismo no me planteo la idea de volver a España para quedarme a vivir, aunque oportunidades como la de hoy me gratifican mucho.

P: Fue usted emigrante y por lo tanto debe saber por experiencia propia de ese ‘síndrome de Ulises’ al que tan poca atención se presta

R: Creo que nadie emigra porque quiere. Todos los emigrados lo hemos sido forzados más o menos por una situación que considerábamos intolerable. Yo me fui a estudiar Medicina y Psiquiatría oficialmente, pero con los años me he dado cuenta de que me fui porque no me sentía totalmente feliz como joven. Los emigrantes partimos con el hándicap de salir de tu país y adaptarte a otro diferente, pero cada día hay más emigrantes y más tolerancia por lo que espero que las dificultades también sean cada día menores.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto