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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 18 DE JULIO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

El Delfín y lo auténtico
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Moderado júbilo y albricias en las filas peperas por la captación de Costa, discípulo amadísimo de Rodrigo Rato, para incorporarse como peso pesado en el partido. Le avala un impecable historial como técnico y notorios conocimientos económicos por su paso por Hacienda. Pero es más de lo mismo. Otro privilegiado, de rancia estirpe, para sumarse a la dirección, con inmensos conocimientos financieros, pero no es eso. Por mucho que este atractivo y refinado Costa llegue con el impagable aval de Rato, también perteneciente a una familia de la oligarquía.

No entiendo, en mis muchas limitaciones y pese a disfrutar de una inteligencia diáfana y superficial, no comprendo los procelosos mundos de la financiación de las Autonomías. Tan solo sé de ellas que son excesivamente caras de mantener y que hay demasiados funcionarios y demasiados políticos. Con el inteligente Costa, que viene de la elitista Universidad de Navarra, que es lo mejor de España e infinitamente superior a todas las privadas, me pasa, que, como pueblo llano, sangre de la sangre de la gente sencilla, con Costa me sucede que no conecto. Porque no tenemos absolutamente nada en común. Y al igual que esta abogado y periodista, que de pasar fatiguitas, perdió la vista, deben de ser millones los españoles que nada tienen en común con los señoritos. Porque viven de puta pena y tienen problemas agobiantes, no para mandar a sus chavales a Navarra, eso es un sueño, sino para comprarle los libros de texto y tienen que mendigar una beca. Y no porque sean pobres, es decir, desfavorecidos, que viene a ser como que, al Sistema, no le sale de los cojones hacerles favor alguno de ningún tipo, sino porque, a la inmensa clase media, ni nos llega ni nos alcanza y lo poco que rascamos es para que se lo coman los buitres de la banca privada en hipotecas usureras.

¿Qué podemos contarle al Delfín de Rato, del mundo auténtico? Nada. Porque ni le roza ni le alcanza. No es un chusquero de la vida que haya tenido que ascender agarrándose con uñas y dientes y me consta que deben existir realidades que le importan un carajo.

Como el inmenso espejismo que es la Constitución, vergeles y palmeras en el oasis idílico de la pretendida democracia, que se lo digan y se lo cuenten a los amparados por el (todo con minúscula) principio de presunción de inocencia es decir, a todos los detenidos que penan en calabozos inmundos, son esposados con rudeza, zarandeados en la tumba de lata de un asfixiante furgón de conducciones y que, más tarde, tienen que partirse el culo para demostrar que no son culpables. Es decir que, para ser verdad, la Constitución habría de consagrar el Principio de Presunción de Culpabilidad. Porque todos sabemos que, en España, cualquier acusación policial, significa que somos culpables hasta que logremos mostrar y demostrar lo contrario. ¿Se trata a los detenidos como a dignísimos ciudadanos inocentes? ¡Amos anden! ¿Pueden los arrestados las setenta y dos horas beberse un cafelito caliente para consolarse el estómago? ¿Qué dicen? ¿Qué se beban los orines? Cuidadito, porque ustedes pueden ser los próximos acusados de cualquier cosa ¿Qué de que? Pues de lo que le salga de la punta de la pichurra a quienes dirigen el cotarro y luego mueven el culo y desmontan la acusación, dejándose en ello la vida y una pasta en abogados. ¿Qué puedo contarle a Costa? ¿Qué en mi barriada hay viudas con pensiones de trescientos euros que pasan hambre? ¿Qué los jóvenes no se emancipan porque el sueldecillo no les da para vivir y si se casan no pueden permitirse el lujo de mantener a un par de hijos?. Costa. Tan elegante y atractivo que se me antoja casi irreal. Como un principito: El Delfín de Rato. ¿Cómo vamos a hablar con él de nuestras pequeñas miserias y grandes esperanzas, de las zozobras cotidianas y la pena de decirle a los hijos “no podemos”?No. No puedo hablar con él de lo auténtico. No hablamos el mismo idioma.
 

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