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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE JULIO DE 2007

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Y se hizo la luz. ¡Por fin algunos podrán ver con claridad el recinto ferial!. Un año más, miles de bombillas con figuran la iluminación extraordinaria de nuestras fiestas patronales, dándole ese colorido de alegría que es necesario para mostrar todo su esplendor.

La pena es que, hay algunos, no ven más allá de sus narices ni con el alumbrado extraordinario. No hay más ciego que el que no quiere ver, ni más sordo que el que no quiere oír. Por eso, a pesar de todo el alumbrado extraordinario, seguirán sin ver ni escuchar lo que no quieren ver ni escuchar, porque sólo ven lo que les interesa y se escuchan ellos mismos, aplaudiendo sus propias palabras. De todo tiene que haber en la viña del Señor.

Y en la feria, aunque muchos de estos personajillos no lo quieran entender, hay mucho que ver y escuchar. ¡Anda que no se ven cosas en la feria y ni te cuento, serrana del alma, lo que se escucha. ¡Será por ver y escuchar!

Por un suponer, en el asunto de ver, se puede observar como dos grandes “amigos”, de esos que no se pueden ver ni en pintura, comparten mesa y mantel, mientras sonríen de forma hipócrita, dando riendas sueltas a toda la falsedad que acumulan. No me negarán qué esto no es digno de ver. Vamos que ya puestos, es para gritar a los cuatro vientos ¡que se besen, que se besen!.

Les puedo garantizar, que si van a la feria y se entretienen en echar un vistazo al personal asistente, en alguna caseta, ante un par de copas, podrán ver con toda tranquilidad cuanto les estamos contando. Y, por supuesto, contárselo a sus amiguetes, que van a disfrutar de lo lindo, mientras les dicen: “Es que no me lo puedo creer”.

Comprendo y estoy, totalmente, de acuerdo, en que ustedes van a la feria a divertirse y no a estar pendientes de unos y de otros, que es como debe ser. Nosotros, los que vivimos de juntar letras, quizás por deformación profesional, vamos al recinto ferial a ver qué es lo qué nos encontramos de interés para contárselo a ustedes. Oiga, amigo guardia, al mismo tiempo que nos divertimos pues estamos trabajando para hacer la columna de cada día. Trabajo y diversión, en esta bendita profesión, no están reñidos.

Y en cuanto al asunto de escuchar cosas no se pueden, ustedes, ni imaginar la de cosas que se escuchan apoyados en la barra de una caseta. Hay conversaciones para todos los gustos. Algunas sin el mayor interés a las que nos se les prestan ninguna atención. Otras en cambio, por venir de quienes vienen, les hacen pegar el oído y no perderse detalle de las mismas.

Cuando las luces del alumbrado te pegan en el rostro, dejando ver con claridad los dos “roetes rojos” en ambas mejillas, signo inequívoco de a alegría que llena tu cuerpo serrano, la lengua algo trapajosa se desata y cuenta todo lo contable, dándole alegría a su cuerpo. ¡Ay macarena!.

Del usted se pasa rápidamente al tú y, lógicamente, al tutearse vienen los abrazos de “amigos” y a contarte confidencias, que ríete de los peces de colores, con lo que esas lenguas trapajosas te cuentan. No se enteran que para saber beber, cuidando lo que se dice hay que saber mearlo. Felices fiestas, colegas.
 

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