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OPINIÓN - DOMINGO, 29 DE JULIO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Corra el vino y la alegría
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Las Fiestas Patronales han empezado y los ceutíes gozarán de una semana donde correrá el vino y se hará presente la alegría como terapia pasajera para combatir los problemas y el cansancio acumulados durante meses.

Vengo leyendo, desde hace ya no poco años, que las ferias se han quedado antiguas. Que son festejos obsoletos, en cuyos recintos existe el riesgo de ingerir alimentos en malas condiciones y donde los oídos sufren de lo lindo por estar expuestos a la furia de unos altavoces que lanzan bramidos confusos. Hasta el punto de que pueda uno ingresar en el club de los sordos por culpa de un trauma acústico.

Es verdad que en los recintos feriales los ruidos desproporcionados han acabado con esa otra necesidad de sentarse a una mesa, en el interior de una caseta, para pegar la hebra. Porque en las ferias, como en cualesquiera otras fiestas, el vino, bien bebido, es un desinhibidor que ayuda incluso a que personas que hablan con monosílabos se atrevan a contar historias para no dormir.

Lo que yo daría, por ejemplo, por encontrarme a Felipe Escane, tan parco en palabras él, en un sitio del recinto ferial en el cual los ruidos no pertubaran la comunicación para meternos en cháchara. Y así, trasegando catavinos de manzanilla, con orden y concierto, preguntarle al presidente si la Asociación Deportiva Ceuta conseguirá esta temporada, al fin, los logros que se obtenían no ha mucho: jugar promociones de ascenso.

Pero, dado que actualmente ello es imposible, por mor de la algarabía reinante en los bajos de la Marina, Felipe Escane se vería obligado a hablarme en morse y tal hecho bien podría inducirme al error de creer que éste me decía que si todos los equipos del Grupo IV fueran como el Betis, seguro que no se les escaparía ni la clasificación ni el ascenso.

Por lo tanto, ante la imposibilidad de comunicarme con él, como mandan los cánones, en estos días feriales, me va a permitir que le felicite, desde aquí, por la buena impresión que causó el equipo. Aunque espero que el resultado no le confunda ni a él ni a ninguno de sus directivos.

En cuanto a los técnicos, Diego Quintero y José Enrique Díaz, estoy seguro de que ni con una copa de más ni desorientados entre los rugidos que amenizan el ambiente de la Feria, serían capaces de lanzar al vuelo las campanas de una euforia que podría convertirse en bumerán contra ellos.

Ahora bien, sería injusto negarle al entrenador esta satisfacción: situó muy bien a sus jugadores en el césped. Y, sobre todo, hizo bien en corregir defectos desde el primer momento. Es preferible, casi siempre, y mucho más en los ensayos durante la pretemporada, que a uno lo tachen de hablar por exceso que por defecto.

Defectos los míos. Que he principiado la columna dispuesto a hablar de que las ferias se ha convertido en antiguallas. Y que los ruidos, descontrolados, son capaces de hacer que todos terminemos como el presidente de la Federación de Fútbol de Ceuta, o sea sordos para hacernos el lipendi. A fin de eludir esa auditoría que la federación anda pidiendo a gritos y yo recordándoselo menos veces de las que debiera. Y, no obstante, he acabado hablando de la Asociación Deportiva Ceuta.

Y es que degenerando, degenerando, como decía aquel banderillero de Belmonte, uno puede si no llegar a gobernador civil, como él, sí a decir que trataré de ir a la Feria. Aunque sólo sea un día. Cierto es que todo tiene su explicación: estuve, después de muchos años, en la Feria de la Primavera y del Vino Fino de El Puerto de Santa María. Y me lo pasé tan bien que me he curado de mis fobias. Sean felices..., y que le vayan dando por retambufa a los ruidos e incomodidades.
 

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