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OPINIÓN - LUNES, 30 DE JULIO DE 2007

 
OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Preocupaciones ecológicas

Por Quim Sarría


El paseo por mi ciudad se ha convertido en un hábito que ayuda a matar el tiempo y a la vez me mantiene en buena forma física. No es que vaya a cantar aleluya alguna porque haya bajado el volumen de alguna parte de mi cuerpo pero, en el mejor de los casos, siento que mi cuerpo se vuelve más ligero. Aunque se convierta en una auténtica catarata de sudor.

Mis pasos me han llevado a una zona de la ciudad que tiene muy gratos recuerdos para mí. Escribo del Recinto Sur, en la zona que transcurre desde la confluencia de la calle Sevilla y el principio de Escuelas Prácticas. Zona de intensa actividad infantil entonces y que hoy en día se ve invadida por animales mecánicos de cuatro patas, digo ruedas. Totalmente desierta, tal vez la hora y las cercanas playas tengan la culpa, de niños y niñas que, con sus carreras, juegos y grititos, confabulaban un ambiente de alegría y de plena vivacidad es ahora un espectáculo que se lo negaría a los turistas. Es zona digna de ser visitada pero que no debe serlo. Las vistas, que se ofrecen desde esa privilegiada atalaya, sobre la bahía sur y las cercanas costas de Marruecos inspirarían a los poetas y pintores.

Pero ahora y hoy, inspirar… sólo inspiraría, la zona que describo, a los amantes de las basuras, a los estercoleros sin escrúpulos. ¡Vamos! La basura que se acumula hasta lo profundo del precipicio de los acantilados bastaría para ahogar a cualquier centro de tratamiento de residuos y asienta la razón en quienes creen que las enseñanzas religiosas convierten en incívicos a los componentes de cierto sector de la población ceutí. Carecen de los mínimos necesarios de educación cívica.

Ignoro si las autoridades locales son conscientes del deprimente espectáculo que ofrecen los acantilados del Sarchal (en otro artículo de opinión ya mencionaba este problema) y peor aún con la propaganda de una supuesta atracción del paseo en barco por las costas de la ciudad. A mí me parece que nuestras autoridades no están por la labor de limpiar lo que tiene que, forzosamente, limpiar y prefieren mantener “su” zona impoluta, archivigilada y emperifollada.

Mucho hablan nuestras autoridades de normas y leyes, multas y sanciones, etc. cuando se refieren a las playas “señoritas” de la ciudad y sin embargo… ¿es que los acantilados, calas, playas, ensenadas, etc, del resto de costas pertenecen a Marruecos? A juzgar por lo que he visto durante mi largo paseo parece que sí.

Otras cosas que también me llama la atención, y sobre las que también escribí un artículo, son las estrafalarias construcciones sin terminar y que ocultan la vista a uno de buena parte del Monte Hacho y la extrema despreocupación del Servicio de Urbanismo (si es que existe en esta ciudad) por el estado y la conservación de las calzadas y aceras (cuando las hay). Mis ruedas, digo mis piernas, tropiezan de vez en cuando con un desnivel del tamaño de medio escalón normal, producto del descuido en el mantenimiento, amenazándome con un descalabro masivo si doy con mis huesos en el duro pavimento. Ignoro si aquí pasa lo que pasa en otras latitudes, principalmente en Cataluña, donde cualquier peatón que tropiece, siquiera con una baldosa callejera levantada, puede hacerse rico con las indemnizaciones a las que se ve obligado el Ayuntamiento culpable de tal descuido. Y no escribamos de las plantas silvestres que crecen por cualquier hueco de las junturas baldosianas. Cualquier día en que tropiece y caiga, tal vez me encuentre todo un matojo de cardos borriqueros introducidos de golpe y porrazo por los agujeros nasales; una ramita seca y dura dándome un estocazo en todo el ojo, digno de orejas y rabo; los dientes esparcidos en un radio de diez metros y la nariz convertida en una alcachofa rebozada de cardos borriqueros. ¡Qué cuadro me ha salido!

Sugeriría a las autoridades que se preocuparan un poco de tal flanera que atrae moscas y moscardones y espanta turistas y tritones. No estaría de más que admitieran más trabajadores y así tendríamos el índice de parados con menos ganas de escalar posiciones en el listado del país.

Pero como estas autoridades van a lo suyo (como muestra, la mano alzada del vice presidente en su confusión al votar en el pleno) yo cumplo con mi deber de ciudadano normal al describir ésta anti ecológica situación de una zona de la ciudad que fue parte esencial de mi vida… y, pese a todo, no quedo tranquilo ni satisfecho.
 

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