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OPINIÓN - MARTES, 7 DE AGOSTO DE 2007

 
OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Coto privado

Por Quim Sarriá


Cada día que paso en mi ciudad descubro un mundo que creí enterrado y que sólo está en los libros de historia, en la novelas historiadas o en relatos de nostálgicos. No es que me sorprenda algunas situaciones irreales en una época como la de ahora; bastante me informaron de hechos y cosas que sólo pasan en Ceuta. Si pasa también en Melilla, eso no lo sé ni lo quiero saber. Lo mío es Ceuta. Ceuta es diferente.

Que determinado sector de la población española se juegue su fortuna, su mujer, su casa, su coche en timbas ilegales me importa un pimiento morrón, por cuanto son riesgos que asumen porque quieren y, por eso mismo, con su pan se lo coman. Pero que se siga manteniendo un privilegio que representa un total desprecio al resto de otro sector de la población española, ya es el paroxismo de la desvergüenza y que deja la marca de la casa hecha unos zorros.

Se supone que las Ferias y Fiestas Mayores que se realizan una vez al año, por norma general, están dedicadas a toda la población del lugar donde se celebra y en donde prima la convivencia y la diversión para todos por igual. Al que no le guste confraternizar con todos… que se vaya a su casa, nadie se lo impide. La única diferencia, y que no es por discriminación, es el poder adquisitivo de cada cual, por lo que pueden o no entrar en determinados sitios según el mismo.

Pero que un sector de la población española ocupe una hectárea para su uso exclusivo en pleno Real de la Feria, impidiendo la entrada al resto de la misma, representa un desprecio total que se puede traducir en que les importa un bledo la vida y el trato humano. Si tan poco les importa ¿porqué quieren chulear plantando una caseta en el Real de la Feria? ¿Por qué no la plantan en sus terrenos reservados específicamente? Si lo plantan en el Real de la Feria significa que vienen a confraternizar con el resto de la población, no para plantarle en las narices la negativa a entrar y, encima, empujando despreciativamente a las personas que quieren recabar información del cómo conseguir entrar y del porqué de esa discriminación. Otra cosa es cuando y siempre que se celebrara un acto puntual. Pero eso no ocurre todos los días.

Obviamente, no me refiero a nuestro Presidente ni a ninguno de los miembros del Ejecutivo local, como tampoco a los representantes políticos de los distintos partidos ni a la Delegación del Gobierno, como se puede dar a entender. Eso va mucho más allá y nuestras autoridades locales ponen toda la carne en el asador para confraternizar con la población. Lo que es lógico, democrático y humano. En todas las casetas de feria que he visitado a lo largo de mi vida (y son casi de todos los pueblos de España) nunca me han impedido que gaste mis cuartos en bebidas y tapas en mostradores y mesas de todos los colores… la única excepción: Ceuta. De Melilla no puedo decir nada, no es del recibo.

Esta actitud rompe la armonía que, los sucesivos Gobiernos del país (sean del PP, del PSOE o de cualquier otro partido), han tratado de inculcar a la población sobre el acercamiento de las instituciones del propio Estado a los ciudadanos que, a fin de cuentas, mantenemos entre todos los españoles, con un engreimiento increíble en un Estado de bienestar social y cultural de una era moderna. Suponemos que el Estado está al servicio de todos sus ciudadanos (que para eso pagan) y no que los ciudadanos estemos al servicio del Estado. Los que cobran del Estado son eso: empleados al servicio del ciudadano ¿o no?

Nunca se debe matar a la gallina de los huevos de oro ¿verdad? Y hoy en día, esa gallina de los huevos de oro está representada por la ciudadanía en general; tanto por los empresarios e industriales como hasta por el último peón (que no mono) y merced a ésta simbiosis socio-laboral, el país se mantiene en un nivel económico más que aceptable, merced al cual ese sector de la población española mantiene su estatus con todos sus derechos y con la obligación de aceptar todos los deberes. Si no fuera así, si sólo se mantendría la supervivencia de ese sector… el país iría a la hecatombe como ocurre y ha ocurrido en numerosos países que hoy en día nos siguen enviando a sus habitantes. Impedir la entrada, en ese coto privado, a quién ayuda a mantener esos lujos, es un choriceo detestable.

Con todo ello, la Feria, pierde su condición de lugar de confraternización de todos los humanos, de lugar de diversión, de lugar de intercambio de conocimientos y pareceres... todo por culpa de un coto privado que sigue agarrado a sus Excelencias y a sus Ilustrísimas, con el despreciativo trato a clases, supuestamente y en su propia creencia, inferiores. Como si el resto fueran miserables indígenas que no merecen otra cosa que una patada en el culo después de ser esquilmados inmisericordemente. Desde luego que no me refiero cuando ese repetido sector de la población española celebra sus propios actos. Ahí ni entro si salgo. Pero que quede claro que tanta ostentosidad no me asusta.

Y que quede más claro todavía: no me refiero de ninguna de las maneras a las actividades desarrolladas para la tercera edad, por las que felicito de corazón a todos los miembros del Ejecutivo ceutí y a todos los partidos políticos, con o sin representación asamblearia, y por el esfuerzo aunado a favor de nuestros abuelos y abuelas. Que siga así y que un día podamos exclamar: ¡¡Por fin, TODOS!!
 

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