PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MIÉRCOLES, 8 DE AGOSTO DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Los poderes del Rey alauí (y II)
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Continuando en la línea de lo expuesto ayer, advirtamos que el régimen marroquí -único en su tipo- no es ni mucho menos un “totum revolotum”, pero se da en el mismo tal amalgama entre política y religión que no se sabe muy bien cuando empieza la una y cuando termina la otra. De ahí que, permítaseme la expresión, el rey sería por definición el primero de los “islamistas” mientras que, por extensión, no pueda hablarse en principio de ningún “partido islamista” pues todos son de obligada “referencia islámica” en el seno de una sociedad, por otro lado, nominalmente islamizada si bien a su modo, pues el Reino de Marruecos es bajo parámetros occidentales el país de órbita islámica que más se acercaría a nuestra escala de valores, tendencia que está siendo particularmente incentivada -guardando su tradición- por el actual rey Mohamed VI.

Pero si la legitimidad última del monarca y la figura del ‘Comendador de los Creyentes’ que lo sustenta descansa en la religión, el Islam y la escuela jurídica predominante en todo el Magreb sunní, la “malikí”, explicita que para alcanzar tal honor (el de “Príncipe de los Creyentes”) bastaría con ser un buen musulmán… lo que echaría por tierra los cimientos del discurso que nos ocupa abriendo las puertas, lisa y llanamente, a la insurgencia al menos teórica. Finalmente otro de los polémicos ribetes que adornarían la institución real marroquí, de nula “referencia islámica” por cierto, sería un “culto a la personalidad” más o menos encubierto que, en ciertos aspectos y desde el estricto punto de vista de la ortodoxia islámica podría pasar por ser (y si ese mensaje llega a “calar” sería gravísimo) una forma larvada de “adoración” a un ser humano y, aun peor, a su propia imagen, tal y como se empeñan en deformar hasta la saciedad desnudándolo ante la opinión pública la extremista corriente del Islam que amamanta al terrorismo islamista, el salafismo yihadista, además de alguna que otra “tarika” de origen sufí desembarcada en la arena política.

Efectivamente, no es difícil rastrear en la sociedad marroquí lo que algunos ya han insinuado como “idolatría colectiva de un jefe de Estado”, que desembocaría en un larvado culto a la personalidad institucionalizado, por lo demás, en la normativa jurídica y reforzado en la praxis cotidiana por el protocolo de palacio. Esta “desnaturalización de la autoridad por exceso” se ve acentuada en Marruecos por toda una serie de mecanismos como la institucionalizada sacralidad del Rey y la vinculación de sus ancestros dinásticos, los alauís, a la ascendencia directa del “sello de la profecía” y Mensajero del Islam, Mahoma, que nos lleva directamente al mismo tratamiento que al reservado al Profeta: “Sidna”, Nuestro Señor. En cuanto a la “hiba” y la “b´eia”, quedan para otra ocasión. Confío en que estas líneas sirvan como respuesta a las preguntas que me han llegado desde distintos foros sobre la polémica figura del Rey en Marruecos.

Un detalle añadido: una de las “pistas” determinantes para clasificar a personajes y partidos políticos marroquíes sería su postura referente a una eventual reforma constitucional y al futuro de la institución monárquica, en dos direcciones: una, recortando sus poderes; otra, separando la figura del Rey como Jefe del Estado de la de “Comendador de los Creyentes”, siendo esta la alternativa más peligrosa y desestabilizadora para el régimen vigente en nuestro vecino país del sur. En todo caso, que Alá nos pille confesados.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto