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OPINIÓN - MARTES, 14 DE AGOSTO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Feria de agosto
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Dicen que, los visitantes de nuestra feria de agosto, superan el millón y medio de personas y por el gentío que se amontona en el Centro Histórico por las mañanas y en el Real a todas horas, las previsiones llegan a resultar cicateras. Máxime si, este año, los bandos y ordenanzas municipales han puesto un durísimo coto a los chusmones y a la gentuza que desvirtuaba el espíritu festivo y aflamencado, de Cartojal y pincho de tortilla, de mucha rumbita y bastantes malagueñas cantadas y bailadas en plena calle. ¿Qué como se pone coto a los merdellones y a los rompecojones? Pues primero se define, con mucha finura , su comportamiento como “incívico” y luego se hace uso y abuso del derecho de admisión. Que aquí no es “discriminatorio” sino aceptado y reclamado por la ciudadanía que quiere disfrutar en paz de la fiesta y no verse molestada ni incordiada por indeseables. Eso sí, mucha policía. Y la policía malagueña, tanto Nacional como Municipal no es para reírse, rectifico, es para que nos riamos y sonriamos los buenos y los decentes y se caguen por las patas abajo, dicho sea sin ánimos de señalar, los gamberros, los chusmetas y los vacilones.

¿Qué me pirro por las FOP? En efecto, me considero una persona de orden y de vergüenza y mil veces tendría que vivir para agradecerles el que se jueguen los huevos para que, la gente normal, pueda vivir sin que se la coman los criminales o los aprendices de delincuentes, o los choricetes que quiebran la tranquilidad y no son “víctimas de…” sino que las víctimas somos los buenos y ellos son los perversos. Mucha ordenanza, mucho orden y mucho policía: los despelotados de otros años se ven en la puta calle porque no se les permite entrar en ningún sitio y la gente, zumbona y guasona como es, se arrejunta en peñas, por barriadas y se mandan imprimir camisetas personalizadas con mensajes ad hoc, a cual más imaginativo y más picante. ¿Qué murmuran? ¿Qué el vino Cartojal erradica la vergüenza y pone a mear a los usuarios por las esquinas? Vale, vale, esos eran otros tiempos, ahora hay más contención, primero porque, las resacas de Cartojal son de urgencias hospitalarias de lo malito que te pones y segundo porque, el malagueño, es de mano rápida y poco aguante y basta que, un borrachazo mire a la gachí de uno para que se líe una de hostias donde cobra hasta el apuntador, patean al indiscreto y a otra cosa mariposa, sin denuncias ni malos rollos. Porque no puede haber mal rollo en un ferial que, en el centro, se adorna con una gigantesca portada que son dos biznagas de jazmines haciendo arco, concurso de ideas, canto a la tierra sureña, sensibilidad y un poco de recelo ante las feroces críticas populares si, la portada, no complace a todos. Porque es importante dotar a la feria de estética y son importantes los créditos de hasta doce mil euros, a pagar todo el año, que las familias piden para disfrutar de la fiesta, comprarse lujosos trajes de faralaes las féminas y vestir de andaluces los galanes, alquilar caballos o carretas, pasar todo el día callejeando, entre pique y pique y luego a los toros, a lucir galanura de mantilla blanca con peineta de nácar para las señoras y sombrero de ala ancha y puro apestoso los caballeros. Y de allí al Real, alumbrado por todas las bombillas del mundo, a pasearse, entrar en las casetas, que están celosamente custodiadas por los “puertas” que son garantes del orden público, porque se les ve tipos bragados y que se lanzan por muchos cordones de oro con la cabeza del Camarón que lleven colgando del pescuezo. Rebujito, fino, caipiriña para los salseros, Cartojal para los incorregibles y vino de Málaga para los guiris que no se enteran y las agarran de órdago. Esta, en verdad, es una feria como Dios manda, será que Dios manda que florezcan biznagas de jazmines en el centro, que el cromatismo de los trajes sea de pintor impresionista y que vivamos con los sentidos este sur hermoso que compartimos.
 

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