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sucesos - SÁBADO, 8 DE SEPTIEMBRE DE 2007


Arévalo (I), Del Valle (c) y Moro (d). M. Z.

tribunales / caso teson
 

La otra cara de la ‘Pequeña
Sicilia, camino del Supremo

Las partes coinciden en prever que, sea
cual sea la sentencia que dicte la Sala, el
juicio contra Moro, Del Valle, Arévalo y
Franca llegará al Alto Tribunal. Los
abogados de la defensa piden la
absolución por falta de pruebas y la acusación, un auto “justo y contundente”

CEUTA
Gonzalo Testa
gonzalotesta@elpueblodeceuta.com


Por segunda vez en apenas un año, una parte de los ‘años de plomo’ de la “pequeña Sicilia”, como la denominó el que fuera delegado del Gobierno en Ceuta Luis Vicente Moro, quedaron ayer vistos para sentencia. Si el año pasado la Audiencia Provincial de Cádiz dictó un auto de condena [que, recurrido, está ya camino del Supremo] contra nueve supuestos integrantes de la plana mayor de la delincuencia ligada al tráfico de estupefacientes por el asesinato la nochevieja de 1999 de su joven colega ‘el Kimbi’, ayer la misma Sección VI de este Tribunal dio cuenta de la causa por la prolongación más directa de aquel macroproceso bajo la presidencia de Manuel Grosso con los informes y conclusiones finales de las partes.

En esta ocasión los sentados en el banquillo no han sido los presuntos cabecillas criminales, sino quienes se encargaban de perseguirles: el propio Moro; el comisario de la Policía Nacional en la ciudad hasta 2002 Alejandro del Valle y su jefe de la Brigada Judicial, Mariano Arévalo. A todos ellos se les juzgó bajo la acusación de ser autores de los delitos de prevaricación, continuado de revelación de secretos oficiales y calumnias.

Además, a Moro la acusación particular, ejercida por el presidente de la Sala, el magistrado Fernando Tesón; y el Ministerio Público, que llevó la fiscal jefe de la Audiencia, Ángeles Ayuso, acabaron imputándole también un delito contra la independencia del poder judicial. En total, el actual asesor de MUFACE se enfrenta a una petición de condena de más de 5 años de cárcel y más de 10 de inhabilitación para cargo o empleo público.

Al cuarto acusado, el jefe de Prensa de la Delegación, Roberto Franca, se le atribuyen los de calumnias y revelación de secretos oficiales por su posible participación en la filtración de la nota informativa elaborada por Del Valle y Arévalo por orden de Moro sobre Tesón donde se le atribuían comportamientos judiciales extraños y conniventes con los narcotraficantes locales. Los dos policías y el ex delegado fueron, según reiteró ayer la acusación, los promotores de dicha nota en una estrategia diseñada para “desprestigiar” al magistrado ante las instituciones y posteriormente, con la colaboración de Franca, ante la opinión pública a través de la prensa por no someter sus decisiones a la voluntad de Moro.

Tras escuchar los testimonios de las decenas de políticos, jueces, policías y periodistas que han pasado como testigos por la sala de vistas, ayer las partes dieron sus respectivas opiniones finales sobre si existía o no en la ciudad un clima de “alarma social” por los autos que firmaba Tesón que justificase a Moro para ordenar a Del Valle y Arévalo elaborar una nota con todos los rumores que, presuntamente procedentes de los Juzgados, criticaban que el presidente de la Audiencia “bombardease” la actuación de los instructores y le señalaban como un juez que iba en chándal los sábados para interesarse por casos que no le incumbían y recibía con facilidad a los ‘narcos’ en su despacho.

Como no podía ser de otra manera, acusación y defensa llegaron a puntos diametralmente opuestos: “Sin dramatismo ni literatura”, la fiscal Ayuso y el abogado de Tesón, Francisco Baena, trataron de convencer a los tres magistrados venidos de Cádiz de que existen “múltiples y muy sólidos indicios” de que Moro, Del Valle y Arévalo urdieron una trama para hundir a Tesón desacreditándole mediante una invención “ilegal y odiosa” de su actividad privada y profesional desde meses antes de la elaboración de la nota que acabó en la prensa [“núcleo básico de los hechos”, según la fiscal], redactada el 4 de diciembre de 2001.

“Todo mentira”


Ayuso fue, por orden cronológico, la primera en hablar: “No es que las cosas no sean como dice la nota, sino que son al contrario: ni había alarma social, ni el señor Tesón recibió a los narcos, ni deseaba ponerles en libertad, ni hubo quejas de los instructores”, enumeró la fiscal, quien apartó expresamente a Franca del grupo de ‘conspiradores’ y apuntó que la “animadversión” de Moro hacia el magistrado podría venir de la decisión de este de reabrir el caso de los menores.

Por su parte, el letrado de Moro y el abogado del Estado que defendió a los otros tres imputados se esforzaron en advertir de que a la luz de la jurisprudencia más reciente el delito de calumnias está prescrito [algo que las acusaciones negaron rotundamente] y en que no existe “nada” que sustente las tesis de la otra parte.

“Este proceso, muy mal instruido por cierto, no es un juicio normal por quiénes son sus partes”, apuntó el ex fiscal de la Audiencia Nacional Ignacio Peláez, que defiende al ex delegado. “Sólo hemos visto un empecinamiento en la ‘tesis de la conspiración’ que no puede basarse en ninguna prueba directa y en ninguna declaración”, le completó después la Abogacía del Estado.

“Infinidad de gilipolleces”


Si durante las cinco jornadas anteriores del proceso pareció que la balanza de la Justicia se inclinaba del lado de la acusación, que contempló cómo las fuentes principales que reconocían Del Valle y Arévalo para justificar el contenido de su nota, el ex jefe de la UDYCO Peire y la juez que instruyó el Sumario 5/2000 [‘caso Kimbi’], Begoña Cuadrado, negaban haber dicho “nunca” nada de lo recogido en el texto.

Así lo subrayó en su argumentario final la acusación particular: “Sin sus dos bastiones la defensa de los acusados se ha quedado desnuda de argumentos para encubrir la ‘Operación martillo’ que desplegaron para machacar a Tesón”, se congratuló Baena, quien se refirió a la nota informativa policial que se elaboró el día después de que el magistrado pusiera en libertad provisional a dos presuntos ‘capos’ locales tras revocar sendos autos de la instructora como un compendio de “infinidad de gilipolleces”.

“Eran Valle, Moro y Arévalo los responsables de la ineficacia policial que mantenía en alerta a los ceutíes, no los autos del juez Tesón”, prosiguió el letrado, que acusó de Moro de abrir una “caza de brujas” en Ceuta y de intentar destruir al juez “por todos los medios, aún fuera de sus competencias”. Por todo ello, el abogado pidió al tribunal que, aún a costa de que les llamasen corporativistas, dicten una sentencia “contundente”. “No defienden a un compañero, sino uno de los pilares del Estado de Derecho”, les recordó.

Su compañera de banco fue más dura con los acusados al explicar los hechos que sustentan el delito contra la independencia del poder judicial que se atribuye a Moro. “Pónganse en el papel del magistrado [Tesón]”, pidió el Ministerio Público al tribunal, al que Baena destacó que para ser condenado por este supuesto “no es necesario doblegar la voluntad del juez, sino intentar perturbarla”.

Ambos se refirieron así a la situación vivida en la gran comilona de este juicio, la que se celebró el 12 de febrero de 2002, tres meses después de que se redactase la nota y dos antes de que su contenido llegase a EL PAIS, que reunió a la clase más alta del ámbito político y policial de Ceuta y a las principales cabezas judiciales del sur del país, vocales del Consejo General del Poder Judicial incluidos.

“Desgraciada filtración”


Según varios asistentes a aquel encuentro, esa noche Moro reprochó a Tesón ante los presentes algunos de sus últimos autos de libertad, así como el que mientras liberaba a esos ‘narcos’ mantuviese en la cárcel [condenado] a ‘Piti’, testigo protegido del ‘caso Kimbi’. “Hay dos clases de testigos sobre este punto: los que recuerdan esa situación y los que no escucharon nada pero sí percibieron ‘tensión’”, describió la acusación, a la que las defensas replicaron que la discrepancia entre los jueces instructores y la Audiencia eran “un hecho probado” y que tanto en la redacción de la nota de ambiente como en su traslado al CGPJ y al Ministerio del Interior los imputados sólo actuaron “dentro de sus funciones” para advertir de “una situación que existía”.

A cambio, indicaron que lo que debería haberse investigado en este proceso fue “la desgraciada filtración a la prensa” de la nota policial. “La revelación de secretos existe, pero no se ha acreditado quién fue su autor”, señalaron las dos defensas, quienes apuntaron a que el documento seguramente salió desde el entorno de los Ministerios de Interior o Justicia.

Ayuso, como Baena, no dio la más mínima credibilidad a tal hipótesis y les respondió que el ‘modus operandi’ de la filtración respondía a la “marca de la casa” de la Delegación de Moro: “Tirar la piedra y esconder la mano”. “El delegado no investigó qué pasó con la nota por una sola razón: porque la filtró él”, resumió la acusación, que también puso en cuarentena la validez de la cinta que Franca grabó al periodista José María Irujo por teléfono y en la que este último le exculpa de toda responsabilidad.

Sea cual sea el sentido de la sentencia de la Audiencia, que se espera para bien entrado el otoño, todas las partes confesaron ayer que es “más que probable” que cualquiera de las partes que resulte perdedora la recurra al Supremo.

Allí se encontrarían, una vez más [Moro ha reconocido de nuevo en este juicio, como ya hizo en el del Kimbi, que durante su etapa en Ceuta llegó a reunirse con uno de los presuntos cabecillas de la delincuencia organizada local, alias ‘Abdelilah’, cuya libertad provisional fue una de las que según varios testigos reprochó a Tesón, para “intentar tranquilizar la ciudad”], las dos caras de la ‘pequeña Sicilia’ volveran a verse en la capital de España diez años después de su aparente desmantelamiento.
 

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