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OPINIÓN - DOMINGO, 9 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Recuerdos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Corría la primavera de 1979, cuando recibí la llamada de Francisco Ferrer Palacios: presidente del Portuense y, sobre todo amigo. Ambos habíamos ido a los mismos colegios desde niño y crecimos con las dificultades lógicas de una posguerra tan gris como trágica en muchos sentidos.

Paco, hipocorístico por el cual era conocido, me citó para comer en Casa de Flores. Quería hablarme de un proyecto deportivo. Y en vista de que yo llevaba ya tres temporadas en el Mérida, pensé que había llegado la hora de abandonar la ciudad emeritense y regresar a El Puerto de Santa María; a cuyo equipo había entrenado en el último tercio de la Liga 70-71.

Se jugaba entonces en el campo de Eduardo Dato: un pequeño y viejo recinto donde me fue posible salvar del descenso a un equipo que estaba abocado a perder la categoría, casi irremisiblemente. Pero se produjo el milagro: creo recordar que de once partidos sólo perdimos uno con el Triana y otro ante la Agrupación Deportiva Ceuta. Donde jugaban futbolistas de la talla de Lima, Zacarizo, Azurmendi, Aramburu...

A lo que iba. Que mi amigo y presidente, Ferrer Palacios, quería contratarme porque el equipo llevaba varias temporadas dando barquinazos y estaba convencido de que en uno de aquellos vaivenes podría perder la categoría.

Llegamos a un acuerdo que se refrendó con un apretón de manos. Y nos dispusimos a afrontar una tarea delicada: rejuvenecer el equipo con chavales procedentes de toda la Andalucía la Baja. Sin olvidar un mercado, el manchego, del cual nos surtimos perfectamente, gracias a las gestiones realizadas por un entrenador extraordinario: Ventura Martínez.

Se hizo la plantilla tarde y de prisa y corriendo. Y, entre la desconfianza casi general, yo recuerdo aún mis palabras de aliento el día de la presentación en el estadio de José del Cuvillo: “Si somos capaces de ganar el primer partido de Liga al Eldense, os aseguro que vamos a estar muy cerca del ascenso”. Y es que el primer partido del Campeonato nunca es fácil y menos cuando el rival es fuerte. Y el Eldense, de entonces, era un conjunto aguerrido.

El Portuense, equipo que se había acostumbrado a perder, ganó y salió reforzado del envite. Hasta el punto de quedarse a un punto del ascenso a Segunda División A. Plaza que obtuvo la Agrupación Deportiva Ceuta. Y a partir de ahí, con un presupuesto tan modesto como causante de admiración entre la gente del fútbol, nos convertimos en un club que dio mucho que hablar. Por ser modélico en muchos sentidos.

Gracias, sin duda, a la labor de unos directivos a quienes sigo recordando con enorme afecto. No en balde estuve con ellos tres temporadas. De ahí mi pesadumbre, la temporada anterior, cuando el Portuense, magníficamente dirigido por Burgueña, no pudo conseguir el objetivo soñado: el ascenso.

Mas he de volver al pasado; ya que sería imperdonable el que me olvidase de los hombres que hicieron posible el milagro de convertir un club modesto en uno respetado y temido. Casi todos ellos jugarían, actualmente, en primera línea del fútbol español. Solano, Mario, Suano, Baby, Ángel, Barrientos, Benítez, Ríos, Cisnero, Calzado, Poblete, Reales, Nicolás, Quintero... Fueron siempre jugadores fundamentales que dieron vida a aquella bonita historia ya lejana.

Diego Quintero, El Coco. El hombre que hoy se sentará en el banquillo ceutí, tras haber jugado en ambos equipos, tiene el fútbol metido en la cabeza. Cuando he hablado con él, en pocas ocasiones, cierto es, he comprobado que su vida, en estos momentos, está dominada por un deseo: ascender a la ADC y volver a la División de Honor. Como primer técnico. Que así sea...
 

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