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OPINIÓN - DOMINGO, 9 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

El mar devora a varios pescadores
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

No es de lo que más me gustaría escribir, y mucho menos cuando con tiempo de levante tengo que cruzar el Estrecho.

Por eso, por el miedo que yo paso, cada vez que he de viajar con el mar zarandeando el barco, voy a dedicar esta columna a todos aquellos, que por necesidad, porque viven de eso, únicamente, tienen que hacerse a la mar un día y otro, para lograr el sustento de los suyos.

Hay varias profesiones duras, algunas durísimas, pero considero que trabajar en la mar es, con diferencia, la más complicada.

El mar nos da muchos “productos”, eso es cierto, pero el mar no es conocido, no es bien conocido, ni por aquellos que, día tras día, lo están surcando, sea como sea el barco en el que navegan.

En tierra firme siempre puedes encontrar un punto de agarre, en el mar estás siempre expuesto al “rugido del monstruo” que no sabes por donde va a salir.

Y esto es lo que ha pasado a los pescadores del “Nueva Pepita Aurora”, cuando su barco zozobró por el fuerte viento, mientras faenaban a doce millas, muy cerca de Tarifa.

Varios muertos, varios desaparecidos y Barbate de luto, por la pérdida de varios hombres, de varios pescadores que ya no volverán a casa.

En un primer intento se pudo rescatar con vida a ocho de los dieciséis marineros. Esos, afortunadamente, seguirán con los suyos, no sé si volverán a faenar en la mar, pero ahora están en casa. Los otros ocho nos han dejado a todos, a los que no los conocíamos, a los vecinos y a los familiares.

Desde el primer momento, a las pocas horas del percance, ya se sabía que había tres muertos, también había la esperanza de que los otros cinco pudieran ser rescatados con vida, pero eso era más complicado. Muy pronto se dio a estos cinco como desaparecidos. Es lo que hay en el momento que estoy escribiendo.

Sobre las dos y media del mediodía, del miércoles día cinco, la Estación Costera de Pesca recibió una llamada de alerta de otro pesquero, el “Moby Dick” que indicaba como un golpe de mar había ocasionado el naufragio.

De inmediato se intentó hacer todo lo posible por salvar lo más que se pudiera, Salvamento Marítimo envió desde Jerez de la Frontera un avión, además de que dos buques salieron en ayuda. También han tratado de intervenir helicópteros del Ejército del Aire, pero ... el daño ya estaba hecho.

El mar no amaga, el mar, cuando dice que da, da muy fuerte y en esta ocasión, además, las pésimas condiciones meteorológicas en la zona no han permitido trabajar en condiciones para salvar a alguien más si es que se podía salvar a alguien.

Y es que, en unas circunstancias como estas, cuando se ha intentado, de inmediato, prestar ayuda, ya no había remedio.

A las pocas horas, el barco se hundía, parecía que había vuelto a salir a flote, pero las pérdidas materiales ya estaban hechas y lo peor, las pérdidas humanas que no se podrán reparar, de ninguna forma.

Porque, tras un accidente como este, son muchos los curiosos, son muchos los que ofrecen ayuda, es muy emotivo eso de tres días de luto, pero todo eso pasa y las familias que han perdido a los suyos, las familias de esas ocho vidas humana perdidas no tendrán más que el recuerdo y poco más.

Las ayudas, si las hay, llegarán con la parafernalia de discursos políticos, aquí no creo que nadie culpe a nadie de lo sucedido, pero a costa de la tragedia habrá quien busque votos, aunque las familias de los desaparecidos o de los muertos tengan que buscarse la vida, Dios sabe como.

Los que hemos nacido tierra adentro no sabemos distinguir y posiblemente, tampoco, valorar lo que significa el mar alborotado. Los que siendo del interior de la Península y llevamos tiempo en Ceuta, podemos ir calando un poco en lo duro que es trabajar en un barquito, “una cáscara de nuez” para buscarse sustento.

Hoy quisiera que mi columna fuera el homenaje sincero a todos los hombres de la mar, que día a día con buen y mal tiempo tienen que salir a faenar. A ellos se la dedico de todo corazón.
 

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