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OPINIÓN - DOMINGO, 9 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 
ANÁLISIS

Apuntes de seis días

Por Manuel de la Torre


3. LUNES


Leo todas las noticias que se han escrito acerca de lo ocurrido en el Patio de Armas, sito en las Murallas Reales, durante la celebración del Día de la Ciudad. Un escenario del que dice Juan Luis Aróstegui que se ha convertido en un coto privado donde los populares se citan cada año para intercambiarse medallas como si fueran cromos. La verdad es que Juan Vivas debiera impedir, cuanto antes, que los encargados de elegir a los galardonados no fueran tan caseros. Porque al paso que van, si el presidente no interviene, van a terminar pareciéndose a los árbitros que dirigen los partidos en el Nou Camp. También sería conveniente que los discursos de los premiados cumplieran una regla de oro: evitar las arengas donde a la gente se les inculcara la belicosidad por sistema y sin venir a cuento. De no ser así, día llegará en el cual los asistentes serán instados a desfilar, en cuanto finalice el acto, las filas prietas, muy prietas, y cantando himnos patrióticos.

4. MARTES


Camino por la calle de Camoens hacia la peluquería de Francisco López (Logar) y me encuentro con Antonio Gil (secretario general de la Unión General de Trabajadores). Y, dado que llevamos mucho tiempo sin vernos, allá que nos ponemos a pegar la hebra. Y debo decir que nos cunde. Antonio dice leerme cada día y, por tanto, muestra su extrañeza al comprobar que he estado de acuerdo con Juan Luis Aróstegui en algo. Mi respuesta no se hace esperar: es que lo de las medallas del PP, en el Día de la Ciudad, es algo que clama al cielo. Parece que han decidido repartirlas a voleo entre sus afines y militantes. De lo ocurrido en el Patio de Armas de las Murallas Reales pasamos a comentar la necesidad que existe en la ciudad de que haya un partido socialista con fuerza suficiente para hacerle frente al Partido Popular. Y terminamos hablando de María Antonia Palomo. De quien yo sigo pensando que más que traicionada por personas muy cercanas a ella, tuvo la mala fortuna de contar con asesores muy negados. Y, claro, el desastre era inevitable.

5. MIÉRCOLES


El mes de agosto llegó con tripas por estrenar y sembró de pesadumbre nuestra existencia. Me dice el conocido, con quien coincido en la Boutique de la Prensa, que ha echado de menos mis comentarios al respecto. Le aclaro que he estado de vacaciones y, por tanto, me ha sido imposible escribir sobre la muerte de personas que destacaron de manera brillante en una España donde ha habido innumerables sepelios durante el verano. La respuesta del conocido es que aún estoy a tiempo de hacer alguna necrológica de los famosos que nos dejaron. Le respondo que no. Que de los fallecidos famosos han hecho apologías los mejores escritores. De manera que sería un atrevimiento ahondar en un tema tan trillado. Y, sobre todo, le indico que los obituarios me producen, mientras los escribo, cierta desazón que se convierte en pesar que me suele durar más tiempo del conveniente. De cualquier modo, le debo un obituario a María del Carmen Cerdeira. La cual se nos fue cuando agosto iniciaba su andadura. Pero te confieso que ni siquiera me atrevo a comenzarlo. Pienso que es preferible recordarla en silencio y volver a escribir de ella cuando se encarte y nunca por su condición de fallecida.

6. JUEVES


Me topo con Miguel Ángel Vallejo en el paseo de Sánchez-Prados. Y, como siempre que ello sucede, nos ponemos a charlar mientras caminamos. Le damos un repaso a la actualidad y, desde luego, nos contamos algunos chismes. Porque estamos convencidos de que ello ayuda a mejorar la circulación sanguínea. Con MAV suelo llevarme yo bien desde hace muchos años. Tal vez sea porque cuando nos vemos lo primero que hacemos es alegrarnos la vida mutuamente. En una palabra: que procuramos reírnos cuanto más mejor. El propietario de la Pérgola, magnífico restaurante, es tan astuto como buen conversador. Y sabe muy bien tirarme de la lengua para ponerme en condiciones de decir lo que él quiere oír. Hoy, cuando el calor apretaba de lo lindo, me ha dado por regalarle el oído: le he dicho que en su establecimiento se come muy bien y se bebe mejor. A cambio, claro está, él ha tenido que reconocer su adicción por El Oasis: columna diaria que se publica en este periódico. Y es que, en un mundo tan materialista, todo tiene su precio. Y eso lo tiene asumido él desde que llevaba pantalones cortos.

7. VIERNES


Desde hace muchos años, Eduardo Gallardo Salguero es siempre esa voz que nunca escatima la palabra adecuada para darme ánimos. Nunca le hecho una entrevista y apenas si le he nombrado en mis comentarios. Sin embargo, cada vez que nos hallamos él se se muestra atento y afectuoso conmigo. Amén de declararse lector de mis publicaciones. Lo cual, lógicamente, me agrada sobremanera. Máxime viniendo la lisonja de una persona que no tiene necesidad de expresarme su afecto ni otorgarme su consideración. Un día, al cabo de mucho tiempo manteniendo ese pegar la hebra cuando nos encontramos, me invitó a su despacho. Y puso encima de la mesa casi todas las columnas que se me habían publicado. Hablamos de muchas cosas y salí de su oficina convencido de que Eduardo me apreciaba lo suficiente como para considerarlo mi amigo. A mi amigo, un hombre cabal, lo ha propuesto Mohamed Alí para que en el próximo pleno le concedan la Medalla de la Ciudad en su categoría de Plata. ¡Menuda alegría!...

8. SÁBADO


La última vez que hablé con María Antonia Palomo fue cuando agosto estaba en sus comienzos. Nos vimos en el Parador de la Muralla. Adonde ella acudió para saludar a Gaspar Zarrias. Que iba acompañado por el delegado del Gobierno, Jenaro García Arreciado. Por cierto, le recordé al hombre fuerte del socialismo andaluz, su paso por el Jaén como jugador de fútbol. E incluso lo puse al tanto de las virtudes que yo aprecié en él como extremo. Ese día, le dije también a María Antonia Palomo que la encontraba espléndida en todos los sentidos. Pues bien, esta mañana, cuando me hallaba escribiendo, recibí un telefonazo de la ex secretaria general de los socialistas. Lo hizo para darme las gracias por la columna que le dediqué el viernes pasado. Y, además, nos metimos en cháchara. Querida, amiga, es un placer hablar contigo. Y, por encima de todo, me alegro de que te encuentres tan sumamente relajada.
 

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