PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MARTES, 11 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Aguas negras
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Aparecen en la pequeña pantalla, ese escaparate abierto al mundo, las escenas desgarradoras de los familiares de los pescadores desaparecidos. Me refiero a las víctimas del pesquero Pepita Aurora, sureños de Barbate, avezados por los vientos atlánticos, hermanos de mares de los hombres de la mar ceutíes y engullidos por las olas.

Las familias de los cadáveres recuperados, gritando su dolor en los tanatorios, pero, al menos, tienen un cuerpo al que velar y dar sepultura. Porque, en efecto, resulta más económico incinerar que mantener una tumba en un camposanto, pero es otra cosa. Infinitamente más dura. Por mucho que, en las playas, hayan aparecido logreros con barquichuelas y carteles rudimentarios “Se echan muertos al mar” y la gente moderna vea muy poético el arrojar cenizas a la espuma, cuando las aguas, son negras como la pez y el muerto, aún en cenizas, debe experimentar un repelús de frío cuando toma contacto con el helor marino ¡Que forma tan destemplada y desagradable de finiquitar la vida!. Y lo digo , no en plan Maestra Liendre, que de ná sabe y de tó entiende, sino como vecina de una barriada marinera, este Palo malagueño, escaso en melindres, despoblado de pijos, votante abrumador de los peperos por creer en la Estrella de los Mares y rico en vivencias profundamente humanas, duras pero reales, de esta España cañí que, o repele o enamora, pero raramente despierta sentimientos intermedios. Barbate y el Palo, refugios de pescadores, aquí marengos y la fenicia jábega con el ojo de la suerte pintado en la proa, allá artes mayores y barcas con mayor enjundia, hechas para altamar, crecidas en tempestades y levanteras que, al llegar al Mare Nostrum se atemperan y se suavizan. Pero ambas mares son cementerios de hombres y lo han sido a través de la Historia y más aún en estos tiempos de urnas vaciadas al abrigo de las brisas para que, en el improvisado funeral marinero, no salgan las cenizas volando y los dolientes acaben llevándose al muerto de vuelta a casa, embadurnados y furiosos.

Para mí que deberían restringir o directamente prohibir el impacto gélido del muerto incinerado con las aguas negras, porque, es más piadoso cavar un hoyo a los pies de un naranjo y abonar la tierra con el recuerdo del descansado, polvo eres y en polvo te convertirás, nada dice la Biblia de churruscar a los creyentes y que sean placton para los chanquetes, para acabar su andadura en la barriga de un guiri de chiringuito y botellón de sangría. El mar es frío y duro, igualito que cristal líquido, por eso las familias de Barbate gritan su agonía por los pescadores desaparecidos y se vuelven locas por recuperar los cuerpos y que no acaben como pasto de peces, atrapados en las tripas de un barco hundido. Eso es malo y no es como Dios manda. Será que Dios manda enterrar a sus hijos en brazos de la Madre Tierra, bajo un ciprés y si no hay ciprés, árbol de la paz, se planta uno a la vera y se plantan macizos de flores para que, al ahondar, las raíces, acaben haciéndole al descansado, cosquillas en la nariz y besándole la frente. ¿Qué dicen? ¿Qué ese paisajismo florar es más de muerte anglosajona o francesa? Pues les copiamos, porque, en efecto, al muerto puede importarle una higa y encontrarse tan agustamente en la Luz de Dios, pero siempre es consuelo para quienes quedamos el tener un lugar al que acudir. Se lo digo yo, la Maestra Liendre, que incluso para las almas de los ausentes, la mar es un pozo que tiene en lo hondo, heladas aguas negras. Recen conmigo por los marineros de Barbate, porque sus familias cambien un día el duelo profundo por dolor callado y que ellos descansen en el amor del Padre.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto