PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - JUEVES, 20 DE SEPTIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

El legado
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hay personas que tienen facultades innatas de atraer o seducir a la gente. A esa atracción que esas personas ejercen sobre los demás, la han dado en llamar carisma. A mí me gusta más denominarla encanto o catalogarla de tirón popular.

Quienes tienen la suerte de estar circundados por un aura capaz de envolver entre sus redes a cuantos les rodean, disfrutan de unas ventajas que no tenemos los demás mortales.

En una palabra: se pueden permitir el lujo de tomar decisiones que jamás les serían permitidas a nadie. Con el añadido, además, de que si lo emprendido no finaliza con el éxito deseado, ellos apenas sufren el menor desgaste. De modo que suelen jugar siempre con el comodín entre las manos.

Cuando se habla de los nimbados, es decir de las personas que lucen un halo capaz de lograr que innumerables voluntades se queden pegadas a sus palabras como las moscas a la miel, hemos de reconocer que algo tendrán cuando los ciudadanos deciden otorgarles suma confianza y encima no cesan de hacerles el artículo diario.

Se me viene a la memoria, entre otros nombres destacados de la política, el de Pedro Pacheco. Y es así, porque irrumpió en la vida pública de su pueblo, Jerez, con una fuerza inusitada. Arrollando en las urnas y generando unas ilusiones jamás nunca antes vividas por sus conciudadanos.

Cuando uno llegaba a Jerez de la Frontera y preguntaba por el alcalde, la respuestas de las gentes eran, salvo excepciones, tan favorables y saturadas de optimismo, que, inmediatamente, uno tenía que percatarse de que esa pasión por Pedro Pacheco le insuflaba a éste ánimos suficientes para emprender acciones y soñar con proyectos para su tierra, que los foráneos y adversarios consideraban imposibles de realizar por su carácter faraónico.

Así, aprovechó el alcalde el tirón popular para luchar con todas sus fuerzas a fin de dejarle a su pueblo un patrimonio que sirviera cual recuerdo imborrable de sus 25 años manejando los destinos de la ciudad. Me refiero al circuito jerezano: una obra que ni siquiera el desgaste que fue acumulando durante los años de mandato el tal Pacheco y que le fue cercenando el aura como a cualquier preferido venido a menos, hará mella en el reconocimiento de tan grande legado.

En Ceuta, Juan Vivas lleva ya mucho tiempo cobijado en el corazón de sus fieles. Goza de un atractivo entre los ceutíes, tan manifiesto como apasionado. Cabe hasta valerse del refrán tan manoseado: algo tendrá el agua cuando la bendicen. Por supuesto que sí. Pues negarlo sería faltar a la verdad y, sobre todo, oponerse a una mayoría que no se cansa de jalearlo y de presumir de alcalde.

Juan Vivas, actualmente, es el único político de esta ciudad que está en posesión de ese carisma personal para arrastrar a la opinión pública tras él, al menos sentimentalmente. Los hechos, además, son irrefutables. Y él lo sabe. Pues de torpe tiene poco y es tan astuto como inteligente.

Y, por encima de todo, conoce a sus paisanos perfectamente. Sin embargo, conviene recordarle que vaya pensando en imitar a Pedro Pacheco, en lo de dejar un legado extraordinario. Antes de que el halo misterioso comience a difuminarse.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto