Las elecciones generales, según
las palabras del propio presidente del Gobierno, serán en el
próximo mes de marzo y, desde el mismo momento en que se
conoció el asunto, los partidos políticos centran toda su
actividad en la elaboración de esas listas que, en
definitiva, serán las que les den las opciones para gobernar
este país durante cuatro años.
O sea que, pensándolo bien, todo nuestro sistema de gobierno
gira alrededor de ese papelito que usted depositará en la
urna el día señalado para llevar a cabo la introducción del
mismo en esa cajita, votando una de esas listas que le
ofrecen los distintos partidos que se presentan a las
elecciones.
El problema que se presenta, a la hora de la confección de
esas listas, son los nombres de quienes van a ir en ellas,
cuyo orden de colocación es de vital importancia para
comprobar las posibilidades que tienen los elegidos
teniendo, para ello, muy en cuenta que para aspirar a ir en
esas listas hay que cuidar mucho los gestos y las palabras
de todos los aspirantes a las mismas, porque quienes no lo
hagan tienen todas las papeletas de no salir en la foto.
Mi consejo, gratuito por cierto, es que todos aquellos que
aspiren a ir en las mismas no se les ocurra, bajo ningún
concepto, criticar o discutir al mandas del asunto ninguna
de las decisiones que decida tomar ya que, en ese caso el
manda, autoridad suprema en el asunto de decidir no admitirá
nunca a ninguno de estos, puesto que lo que desea son
personas de su entorno, colaboradores dóciles que estén,
siempre, dispuestos, a decir a todo lo que él le pregunte
“si bwana”. Con lo cual el manda, autoridad suprema, no
busca a la persona más idónea para ese cargo sino, simple y
llanamente, pagar lealtades a los pelotas y lameculos que le
rodean. Manda…el asunto.
Y que conste en acta, amigo guardia, que en el asunto del
que se mueva no sale en la foto en esta ciudad, de usted y
mía, se sabe una jartá y prueba de ello hay para dar y
repartir. No hace muchas fechas alguien ha osado levantar la
voz para manifestar su desacuerdo con el mandas y, sin
pensárselo dos veces, el manda le ha enviado al ostracismo.
Por todo ello, como se puede fácilmente comprobar, la
elaboración de las listas no son fruto de un proceso de
selección interna de cada partido buscando entre sus
afiliados a los que más méritos tienen para ir en ellas, ni
una votación entre la militancia para elegirlo es,
sencillamente, lo que el manda de cada partido decida. Así
de sencillo.
Esto no viene nada más que a darme, una vez más, la razón de
que lo del pueblo es soberano no es más que una pura
fantasía. Que como dicen en las películas “todo parecido con
la realidad, es pura o mera fantasía”. El pueblo es,
sencillamente, garrafón y del malo. Ese control, sobre
quienes tiene que ir en las listas dependiendo de ser el más
dócil al manda se convertirá, a la larga, en un lastre para
los grandes partidos por el divorcio que tendrán con la
calle que, cada elecciones, va comprobando como en la
mayoría de los casos, no son los mejores los que van en esas
listas sino todo lo contrario, la docilidad supera a la
inteligencia.
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