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OPINIÓN - JUEVES, 11 DE OCTUBRE DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Ramadán en el espacio exterior
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Ayer fue 10 de septiembre, un día entrañable en lo personal desde aquellas clases de mecanografía en Gijón, allá por el otoño de 1997 en las que, parafraseando a Bach, uno comprometió su perenne amistad por encima de cosas como el espacio y el tiempo. Levanto acta con un beso y una rosa. Y ayer también el malasio Mushafar Shukor, de 34 años, se convirtió a las 13.22 GMT en el noveno astronauta musulmán que, embarcado en la nave Soyuz TMA-11 junto al ruso Yuri Malenchenko y la norteamericana Peggy Whitson, ascendió hacia las estrellas desde el cosmódromo de Baikonur rumbo a la Estación Espacial Internacional (EEI). Como corresponde a un fiel musulmán Mushafar, médico cirujano de profesión conocido por su pietismo, aseguró que va a intentar cumplir con los cinco rezos y el ayuno de Ramadán (siguiendo el horario de Kazajstán), si bien la ley musulmana (pragmática como pocas y más amoldable de lo que parece) anula temporalmente y si es necesario este precepto durante los viajes, siempre que los días “perdidos” se recuperen más tarde. Buen vuelo… y feliz aterrizaje.

El primer musulmán por cierto en cumplir el sueño espacial fue un árabe, el príncipe Sultán Ben Salman Ben Abdelaziz al-Saud, nieto del emir fundador de Arabia Saudí. Piloto de caza, el príncipe Sultán (nacido en 1956) alcanzó el espacio exterior el 14 de junio de 1985 a bordo del mítico transbordador espacial “Discovery” de la NASA, participando en la puesta en órbita del satélite de comunicaciones “Arabsat”. Sincero musulmán, Sultán Ben Salman reza ritualmente sobre su alfombra antes de subir a bordo y lee unos versículos del Sagrado Corán: “Hemos hecho del cielo una bóveda protegida. Pero ellos se desvían de sus signos. Alá es el que creó la noche, el día, el sol, la luna. Cada uno de ellos navega en una órbita” (Azora 21, Los Profetas, “Al-Anbiyáa”, aleyas 32 y 33).

En el plano local y saltando por encima, como si fuera boñiga, de la “milagrosa” aparición en este preciso momento, en Ceuta, del BMW blindado utilizado por el también oportunamente “suicidado” Chino (vehículo, a estas alturas, “net y pulit” de huellas extrañas por si acaso), permítanme echar una mirada reflexiva sobre la retención ayer de un acaudalado ciudadano ceutí, “Mesquini” (por emplear su patronímico), socorrido con presteza por significados funcionarios (la lista es llamativa) que enseñaron la pensionada oreja cuando, pruebas periciales en mano, demostraban ya caída la noche su inocencia en el escabroso asunto de las perdigonadas recibidas por un joven militar de 26 años, Z.A.A. Para mí que el asunto habría que encuadrarlo en una vulgar y chapuzera maniobra de presunta extorsión, sin más. Los que se habrán quedado de una pieza al enterarse habrán sido un conocido trío de comensales que, al marinero sabor del salitre, almorzaron horas antes en el conocido y farero restaurante propiedad del falsamente imputado “Mesquini”. Entre lo uno y lo otro, los “fontaneros” expertos en intoxicación deberían caer en la cuenta de que algunos en Ceuta, ciudad querida, hace tiempo que fuimos destetados y ya no nos chupamos ni el dedo. Al loro pues y, si hace falta, ¡a mamarla!.
 

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