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sociedad - SÁBADO, 13 DE OCTUBRE DE 2007


JÓVENES CEUTÍES. reduan.

reportaje / EL USO DEL ‘HIYAB’ EN LOS COLEGIOS, A DEBATE.
 

El pañuelo de tres picos

El MEC no se plantea legislar “a la francesa”
el uso de símbolos religiosos; la CECE pone
a disposición del ‘Severo Ochoa’ sus
servicios jurídicos y las familias de las niñas con pañuelo consideran “ridículo” el caso
 

CEUTA
Gonzalo Testa

local
@elpueblodeceuta.com

Son las 11.30 horas de la mañana. Segundo día de vuelta a la normalidad con Nawal Amar y Nahid Mohamed, las dos adolescentes que se pasaron una semana en casa por negarse a ir a entrar en clase sin ‘hiyab’. Al otro lado de la puerta que separa las instalaciones del colegio privado concertado ‘Severo Ochoa’ de la calle un joven musulmán, como el 75% de los 405 alumnos del centro, dialoga con la directora del mismo, María del Mar Sánchez. El chaval dice tener fuertes dolores de cabeza que la profesora vincula con las estrictas normas de alimentación (sólo por la noche) del mes sagrado de Ramadán, que concluye hoy en España por lo que, comprensiva, llama a su madre para que venga a recogerlo.

A primera hora de la mañana, la directora ya ha tenido que lidiar con un padre que, airado, exige que su hija también pueda entrar en el colegio con su piercing. “Haga lo mismo que los padres de las niñas; vaya al MEC y ponga una reclamación”, le responde. Por los pasillos se encuentra con otros alumnos que, por sorpresa, aparecen con rosarios al cuello bien visibles sobre su uniforme escolar a los que también les pide que se los quiten o los pongan por debajo de la camiseta.

“Harta” del protagonismo sobrevenido durante la última semana, Sánchez asegura que la vida cotidiana del centro siempre es así: respeto, cesión, convivencia, comprensión mutua. Así lo era, al menos, hasta que el pasado 28 de septiembre los 14 miembros del Consejo Escolar del colegio, con poblada lista de espera para matricularse en él, aprobaron por unanimidad un reglamento interno con una serie de normas entre las que se prevé no permitir la entrada a alumnos “con piercings, pendientes grandes, gorras, pañuelos, viseras, diademas anchas o cualquier complemento que no responda al uniforme estipulado”, entre ellas el ‘hiyab’ islámico.

En realidad, las familias de las niñas aseguran que a finales del curso pasado la Dirección del colegio, con prestigio en la ciudad, ya les advirtió de que debían quitarse el pañuelo o “matricularse en otro instituto”, pero la orden no se materializó hasta el lunes de la semana pasada, cuando el reglamento entró en vigor. Entonces, ambas se negaron a pasar la puerta del colegio sin su velo, algo a lo que sí accedió la tercera de las jóvenes que acostumbraba a usarlo en el centro, que continuó yendo a clase con normalidad.

Lo paradójico del asunto es que fue precisamente una familia musulmana cuya hija comenzó a usar ‘hiyab’ habitualmente la que, contrariada, pidió al colegio que hiciera algo para evitarlo. Receptivo, el centro decidió no ser más “permisivo” con la apariencia de sus alumnos, que utilizan uniforme desde hace años, y reforzar sus normas internas.

“Aún no se nos ha dado ni una explicación de por qué se aplica este reglamento o de por qué se compara el pañuelo musulmán con los piercings, los pendientes grandes o las diademas”, lamenta la madre de una de las afectadas. Aunque ella lo niega, la directora del centro asegura que, en lugar de acudir al colegio para explicarle sus reparos a las normas, las familias acudieron directamente a la Unión de Comunidades Islámicas de Ceuta (UCIDCE), que inmediatamente puso el caso en manos de la Delegación del Gobierno en la ciudad, con quien acordó mantener el asunto lejos del ojo público.

Allí se quedó hasta que, el pasado lunes, la Dirección Provincial del Ministerio de Educación y Ciencia (MEC), que sólo conserva sus competencias en las dos ciudades autónomas, con un 40% de población musulmana en cada una de ellas, tomó cartas en el asunto para “forzar”, según algunas fuentes, o “recomendar”, según la lectura del colegio, la readmisión de las dos niñas con sus velos.

El director provincial, Juan José León Molina, justificó su decisión amparándose en la Constitución y la legislación vigente (Ley Orgánica de Derecho a la Educación de 1985 y LOE). “El ‘Severo Ochoa’ es un colegio concertado y como tal debe someterse a las normas de escolarización del sistema de educación pública”, apuntó León Molina primando “el derecho a la Educación y a la Libertad Religiosa” sobre la capacidad de un colegio privado para dotarse de sus propios reglamentos internos.

Dos perspectivas que chocan


Desde una óptica radicalmente contraria ve el asunto la presidenta de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), Isabel Bazo, considera que el uso del pañuelo islámico por las adolescentes “no responde a criterios religiosos, sino sociales” e incluso implica “un trato discriminatorio hacia la mujer”.

“Nosotros no obligamos a nuestra hija a llevar ‘hiyab’, pero tampoco estamos de acuerdo con imponerle que se lo quite cuando no hace ningún mal a nadie”, opina el padre de Nawal, Abselam, en presencia del presidente de la UCIDCE, Laarbi Maateis.

“Eso es igualdad”, apostilla este último. “Dicen que el Islam oprime a la mujer y eso es radicalmente falso”, advierte antes de volver a subrayar que el asunto del pañuelo es un detalle “cultural” que evidencia “respeto y honor por pertenecer a una religión y a una tradición”.

En los colegios, sin embargo, no se está tan seguro de que, aunque las estudiantes digan ser libres de ponerse o no el pañuelo, realmente lo sean. “¿Cómo podemos estar seguros de que no se lo pone porque se lo ordena su novio, por ejemplo?”, se pregunta el director de otro centro al que no le disgusta el reglamento del ‘Severo Ochoa’ como “elemento integrador e igualatorio”.

Como se han encargado de subrayar todos los agentes sociales ceutíes [incluido el presidente de la ciudad, Juan Vivas, que disintió de la opinión de su líder, Mariano Rajoy, y anteayer pidió “respeto” hacia la decisión del MEC] el del velo no había sido hasta ahora motivo de conflicto en Ceuta, donde la mayoría de los jóvenes son de confesión islámica. A lo más que había llegado era a generar “problemillas menores”, según la opinión de varios directores de instituto consultados, en las clases de gimnasia con el atuendo de algunas jóvenes o con su empeño en que no se vieran sus cabellos tras cada ejercicio.

“Los colegios, y este también es un derecho constitucional”, defiende Bazo, “tienen derecho a establecer las directrices de su proyecto educativo en total libertad y si decide imponer un uniforme como criterio de socialización las leyes españolas le amparan para hacerlo”, concluya la directora de la CECE, que ha puesto sus servicios jurídicos a disposición del ‘Severo Ochoa’ por si este decide recurrir la decisión final del MEC sobre el expediente informativo abierto, que ya ha sido trasladado a Madrid.

“Si hubiera un solo instituto en Ceuta”, completa Bazo, empeñada en “desvincular” la cuestión educativa de la ideológica [el Severo Ochoa, que funciona como una cooperativa con 14 socios-profesores desde 1991, no tiene inspiración católica], “entendería la obligación de aceptar a las dos niñas con velo, pero habiendo variedad de elección no entiendo por qué sus padres lo han elegido si no se adecúa a sus condicionantes sociales, ideológicos o religiosos”.

Todo lo acontecido, no obstante, no ha hecho cambiar de opinión a Nawal y Nahid sobre la bondad de su colegio, donde pese a la “tristeza” que les generó convertirse en protagonistas por un asunto que su padre tilda de “ridículo” siguen sintiéndose “bien”.

¿Legislar? “No se plantea”


El Ministerio de Educación y Ciencia (MEC), el tercer elemento en el conflicto de los ‘hiyab’ en las aulas, que por primera vez ha tenido que intervenir en uno de estos casos con idéntica postura a la adoptada por las Consejerías de Educación de Madrid y Cataluña tras los registrados en Madrid hace varios años y Girona más recientemente, “no se plantea” legislar sobre el uso del ‘hiyab’ islámico u otros símbolos religiosos en las aulas, como se hizo en Francia.

Al otro lado de los Pirineos se prohíbe desde hace algo más de dos años (entró en vigor el 2 de septiembre de 2004) llevar el velo islámico y otros símbolos religiosos tales como la kipa judía o el crucifijo cristiano en las escuelas pública. El Gobierno galo presentó la medida como un instrumento guiado por un “principio moderno de libertad y tolerancia” que parte de que el laicismo es el “mejor modo de respetar las libertades religiosas”.

Aunque pueda sonar paradójico, Maateis coincide en parte con esa premisa, aunque en lugar de prohibir apuesta por dar libertad: “En un Estado aconfesional y de Derecho como España no se puede crear un debate nacional sobre si una chica lleva o no un símbolo de su religión en un aula”, protesta Maateis contra la perspectiva desde la que algunos medios nacionales han enfocado el caso del ‘Severo Ochoa’, “porque si no también podríamos establecer un debate nacional sobre cuál debe ser la longitud del pantalón, de la falda o de la chaqueta”.

Además, según las fuentes consultadas en este periódico, el MEC, que sólo conserva las competencias educativas en las dos ciudades autónomas y en los centros del exterior, considera que “no es lo mismo” hablar del velo en Ceuta o Melilla que en el resto del país. “La mediación siempre debe ir por delante” es la receta del Gobierno, que reconoce que los centros privados no concertados (en Ceuta no hay ninguno) tienen libertad absoluta para establecer las normas internas que quieran “respetando el sistema educativo general”.

Este periódico intentó ayer ponerse en contacto sin éxito con el presidente de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (FAMPA), Francisco Cuesta, la parte que aún no se ha pronunciado sobre este tema. En su lugar, y a título “estrictamente personal”, su vicepresidente, Mohamed Mustafa, destacó que “el derecho a la Educación” debe primar sobre cualquier otra consideración, máxime cuando “el ‘hiyab’ es un elemento esencial en el Islam” y cuando “hablamos de una ciudad con las características de Ceuta”.
 

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