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OPINIÓN - SÁBADO, 13 DE OCTUBRE DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

La felicitación de Mohamed VI


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Aireando el armario y seleccionando la ropa que debo ponerme en breve, a fin de ir a “romper” hoy viernes el ayuno en un acto oficial con los islamistas moderados del PJD (aun no sé si vestirme con corbata y traje, en el que aun luce mi antigua insignia de piloto civil o una elegante chilaba), mascullo los últimos acontecimientos: por un lado acabo de seleccionar algunas columnas que me gustaría publicar de aquí al 31 de diciembre, pues tengo dudas razonables de que el próximo año continué escribiendo para este medio al que, no hace falta decirlo, le deseo lo mejor en su nueva singladura. Por otra parte, acabo de abrir en mi correo el mensaje de felicitación que, con motivo de la Fiesta Nacional de España, el Rey Mohamed VI remitió a Don Juan Carlos: en la misma y además de constatar su “profunda satisfacción” por los constantes progresos en las relaciones bilaterales, el joven soberano alauí reafirmaba su “firme determinación” para consolidar el amplia partenariado “estratégico” que unen a ambos países vecinos en diferentes sectores. Como le comentaba días pasados al editor de “El Pueblo de Ceuta”, España es hoy detrás de Francia el segundo socio económico del Reino de Marruecos, con unas 900 empresas operando en tierras magrebíes que habrían invertido, solo en el pasado ejercicio 2006, la cifra de 660 millones de euros, mientras el balance comercial entre ambos países alcanzaba los 5.000 millones de euros.

Cambiando de tercio y como vengo escribiendo, una indignación profunda recorre la columna vertebral de una Nación que se resiste a morir, negándose a seguir siendo apuñalada por la espalda. El bochorno del felón le llevó ayer a abandonar como quien dice por la puerta de servicio la tribuna presidencial, rompiendo el protocolo (Zapatero rompe y romperá lo que haga falta, con tal de seguir donde está), entre pitadas y abucheos como nunca antes se habían visto. Una reflexión: si el propio Gobierno -y sus jueces a sueldo- no tienen empacho en romper la legalidad constitucional, ¿con qué legitimidad pueden exigir respeto y acatamiento?.

Apenas 24 horas antes del brillante desfile militar por el paseo de La Castellana el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), general Félix Sanz Roldán, ponía encima de la mesa durante la reunión de la Comisión de Defensa (presidida por el Rey y a la que asistían el Príncipe Felipe y el Presidente Rodríguez Zapatero) un informe que contrastaba con la triunfalista intervención del mentiroso ministro del ramo, Alonso, pues además de señalar el déficit en más de diez mil militares para completar la plantilla de efectivos de las FAS, ponía el dedo en la llaga al advertir a todos los presentes que “los soldados no pueden correr riesgos por no estar dotados de aquello que necesitan para el cumplimiento de su misión”. Como en Líbano o Afganistán. Y menos -pienso ahora en la Comandancia General de Ceuta, pero el hecho puede extrapolarse- cuando, desde La Moncloa, se imparten instrucciones que llevan pareja la neutralización, cuando no el desmantelamiento, de los servicios de inteligencia del Ejército. El cuadro yo lo tengo muy claro, así como el quién, el cómo y el por qué. ¿”Qui prodest”?.
 

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