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OPINIÓN - DOMINGO 14 DE OCTUBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Salvador de la Encina
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me lo presentó un día María Antonia Palomo. Fue hace ya más de un año cuando este ceutí me estrechó la mano como mandan los cánones y me di cuenta, inmediatamente, de que su mirada clara inspiraba confianza. Y encima me confesó el hombre que tenía la buena costumbre de leerme. Así que me dije para mis adentros: de Salvador de la Encina no hablo yo mal aunque decidiera presentarse a unas elecciones para competir con Juan Vivas.

Y, créanme, que no es por miedo a que el diputado socialista por Cádiz, caso de presentarse a unas elecciones autonómicas en esta tierra, pudiera poner en peligro la marcha triunfal de nuestro presidente de la Ciudad, sino porque me da a mí en las pituitarias que De la Encina es lo suficientemente inteligente como para saber que su cometido en Ceuta no pasa por aceptar ninguna candidatura.

Sin embargo, Francisco Antonio González, el parlamentario popular que siempre está de guardia, ha retado al diputado socialista a que, debido a que ahora es el presidente de la Gestora de su partido en Ceuta, se presente en las próximas elecciones generales por esta ciudad. Con lo cual está poniendo en duda el bien pensar de alguien que forma parte de esa minoría política cuya credibilidad aún se mantiene intacta entre una sociedad cada vez más descreída al respecto.

Salvador de la Encina, no se olviden ustedes de que es un ceutí que viste ropajes de gran formación profesional y que goza de un prestigio ganado a pulso por actuaciones que le fueron encomendadas y que finalizaron con notable éxito. En Algeciras consiguió sacar del abismo al partido socialista del cual es presidente en la actualidad. Una labor que tratará de repetir en su tierra. Aunque bien difícil lo tiene. De cualquier manera, y en vista de que la tarea que le han asignado está etiquetada como caso perdido o misión casi imposible, poco tiene que perder el diputado y sí mucho que ganar.

Ahora bien, el problema de Salvador de la Encina no está en que su capacidad de trabajo, sus conocimientos, y ese don de gentes que le permite ganarse la confianza de unos y de otros en el menor tiempo posible, no sean aportaciones suficientes para si no conseguir un milagro sí para que el socialismo ceutí, al menos, no sea incinerado. El problema de nuestro hombre está en que si ya carecía de tiempo, en vista de sus muchas obligaciones, ahora puede que acabe incluso renunciando a ser el presidente de esa Comisión Delegada de la calle de Daoíz que ha de estar en permanente contacto con la de Ferraz. Una renuncia por fuerza mayor.

Me explico: navegando por internet he leído que sus compañeros y amigos, que por lo visto son legión, lo están ya felicitando porque le aseguran que será nombrado, de manera inminente, director General de la Guardia Civil. Y habrá que creérselo. Máxime cuando De la Encina se ha permitido confesar que tiene posibilidades. Algo que los candidatos propuestos para cargos de importancia se guardan mucho de airear si no quieren verse defenestrados antes de tiempo por irse de la mui. De modo que ya veremos lo que ocurre. De hacerse realidad el nombramiento, mucho me temo que el PSOE sufra otro varapalo. Y, desde luego, sería una tragedia que Enrique Moya se quedara solo ante el peligro.
 

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