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OPINIÓN - DOMINGO, 21 DE OCTUBRE DE 2007

 

OPINIÓN / ALGO MÁS QUE PALABRAS

¿Qué aporta la actual educación obrera
a la democracia española? (y II)

 


Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
 

Precisamente, entiendo, que es la educación obrera, aquella que ha de poner en movimiento nuevas ideas de movilización, la que puede contrarrestar las graves injusticias que las democracias soportan. Dicho lo anterior, considero que las organizaciones sindicales han de apostar, mucho más de lo que lo vienen haciéndolo, por programas de formación, para que el obrero pueda reconsiderar los efectos de la globalización económica, la exigencia de trabajo decente, la lucha contra la discriminación de cualquier índole. A mi juicio, el papel de formador del propio movimiento sindical obrero es vital para que se regenere esa educación obrera solidaria, sensible a los cambios ambientales.

Un mundo obrero educado en el estudio profundo de los problemas, siempre dispuesto a colaborar en su resolución, lleva consigo dejar de lado los sectarismos sindicales, cualquier ambición de poder que no sea para mirar en la misma dirección del bien común. O sea, de sentir próximo al prójimo. Por el contrario, cuando el trabajo se torna incivil y los sindicatos permanecen mudos o pasivos, siendo su razón de ser la pro-actividad del diálogo social como un instrumento de democracia, estabilidad y desarrollo, aparte de ocasionar desgaste de valor sindical, cooperan a que los obreros duden del ejercicio de su actividad y de su razón de ser. Resulta deseable, por tanto, que estos agentes sociales promuevan la formación obrera y ofrezcan una atención mayor y más adecuada a los trabajadores.

Quizás algunos dirigentes, suspensos por sus acciones en ética y moral, sean los primeros en necesitar esa formación previa. Es importante, en consecuencia, llevar a cabo una labor persuasiva de educación obrera en los valores solidarios para que el trabajador, el mundo productivo y todo este engranaje económico, no se vuelva contra el obrero por muy demócrata que quiera notarse; es decir, contra el propio ser humano que, en demasiadas ocasiones, aún no pasa de sentirse un NIF activo con categoría de esquirol, (sustituible por otra mano obrera más barata), en un supermercado de una invernal cadena de explotación, que paga por lo que te dejes explotar, mediante el mayor caudillaje: un injusto incentivo de una productividad subjetiva.
 

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