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OPINIÓN - DOMINGO 28 DE OCTUBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Hechos marginales
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Para Humberto Eco, la multiplicación de medios y canales –como hemos visto, de unos pocos a miles en unos años- obliga por una parte a transformar en noticias lo que no son noticias, sino hechos marginales sin relevancia. Sobre todo, si hay imágenes. A veces, algunos eventos se convierten en noticias sólo porque hay imágenes de ellos. En Ceuta, por ejemplo, las noticias escasean, cuando no se repiten las mismas, y, por tanto, a los periodistas les cuesta lo indecible cumplir con el cometido de firmar las páginas que le hayan sido asignadas por el redactor jefe.

Años atrás, cuando llegaba un becario a la redacción y, tras pasar varios días poniéndose al tanto de la situación, el director le recomendaba que se diera una vuelta por Comisiones Obreras, en cuanto se viera en apuros, porque allí siempre encontraría a Juan Luis Aróstegui para contarle cosas secundarias con tal de ver su fotografía en el periódico.

Lo que comenzó siendo un recurso, dada la premura que exige la profesión, terminó convirtiéndose en una costumbre acomodaticia. Con lo cual JLA es el hombre que más veces sale en los papeles y más tiempo se pasa en los escenarios de las televisiones locales. Aunque sea para darnos la barrila, una y otra vez, sobre la decadencia de una Ceuta que nunca saldrá adelante si los ciudadanos no deciden ponerla en sus manos.

Pues bien, con la presencia en la ciudad de Salvador de la Encina los viernes, los medios han recibido un soplo de aire fresco, ya que, durante cierto tiempo, habrá un día a la semana para informar de cuanto haga o diga el diputado por Cádiz y presidente de la Comisión Delegada del PSOE en Ceuta. Y, desde luego, para sacarle punta a cuanto se publique acerca de sus gestiones.

El viernes pasado, cuando la tarde comenzaba, pisaba yo la sala de estar del Hotel Tryp y llamó mi atención Salvador de la Encina, quien estaba en un grupo conversando. Se vino hacia a mí y tras los saludos correspondientes, me regaló el oído. Algo que nunca viene mal cuando uno sabe perfectamente que está siempre expuesto a recibir derrotes de los analfabetos funcionales que escriben con seudónimos. Ténganse éstos por pájaros de cuenta o bien se travistan de María de la O.

A lo que iba, que Salvador de la Encina, bajo la mirada atenta y el oído presto de Enrique Moya, quiso ponerme al tanto de su estado de ánimo. Muy bueno, en general. Aunque coincidió conmigo en que su tarea es ciclópea y que puede dejarse en el empeño pelos en la gatera. Frase hecha que resume bien lo que le sucedió a Enrique Moya cuando la campaña electoral. Y así se lo dije a él, aprovechando la ocasión de cruzar palabras que me había brindado De la Encina.

Pero debo reconocer, pues justicia obliga, que EM, a quien fustigué en su momento, supo estar a la altura y se mostró siempre con el buen talante que tanto airean los socialistas. Ni un mal gesto, ni un reproche, sino todo lo contrario: un saber estar que me complazco en destacar. En cambio, Inmaculada Ramírez, diputada y portavoz socialista en la Asamblea de la Ciudad, se quedó alejada unos pasos para poder mirarme con esa inquina con la que suelen mirar las señoras cuando tratan de mostrar su enfado. La pena es que algo tan secundario, por carecer de imagen, se quede sin publicarse.
 

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