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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 31 DE OCTUBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Sánchez Prados
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Cada vez que paso frente a la Ciudad Autónoma, no puedo por menos, aunque sea un día de lluvia, pararme ante la estatua de Sánchez Prados.

Es cierto que yo no lo conocí, posiblemente cuando él murió yo no había nacido, pero son tantas las cosas buenas que he oído en torno a él que, ya ese recuerdo general que Ceuta le tiene me hace deudor de, cuando menos, una parada a su lado para ver la representación de un hombre bueno, de un hombre cabal, de un profesional íntegro y de un político honrado.

Y mucho parece que fue lo que hizo, mucho bueno tiene que haber sido, cuando en una población tan variada como la de Ceuta no haya nadie que le tache de algo que hiciera fuera de la ley.

Pues bien, Sánchez Prados, con su personalidad, con sus ideas y con su leal actuación un día fue fusilado. Volvemos a la barbarie de una guerra, pero claro, Sánchez Prados no pertenecía a la iglesia oficialista, él no estaba al lado de los obispos como Anselmo Polanco, obispo de Teruel o Santos Moro Briz, obispo de Ávila, que siendo yo niño me confirmó.

Sánchez Prados iba por otra parte y como ya hemos dicho en varias ocasiones, los que morían a manos de los “revolucionarios” tenían que constar como “asesinados”. Si la muerte venía por una “orden de la autoridad militar”, la palabra exacta era “fusilado”, e incluso esta palabra no se usaba siempre al haber ciertos eufemismos como: “accidente relacionado con la guerra”, “herida por arma de fuego”.

Un accidente relacionado con la guerra, pues, “debió” ser la causa de la muerte de Sánchez Prados.

Pues bien, al llegar a este punto la primera pregunta que se me ocurre es ¿No había contraído méritos más que suficientes el Dr. Sánchez Prados para haber sido uno de los que han conformado ese “lote” de últimos beatificados?. ¿Es que los de religión oficialista son los que tienen la vara de medir para valorar los méritos de los hombres, según su capricho y sus puntos de vista?.

Me parece una aberración que, si hay beatificaciones, no entre también entre ellas alguien que cumplió y superó con creces sus limitaciones en la entrega a los demás.

Yo que he nacido en el seno de una familia católica, en una zona de España en la que el catolicismo no se discute, no puedo admitir que sea el capricho político, a veces disfrazado, que es peor, el que haga y deshaga quienes son los elegidos para “sentarse a la derecha de Dios”. ¿ Por qué no también los otros?. Y no me vale eso que hace unos días me decía alguien que escribe y cree saber del Cielo más que el propio San Pedro, en el sentido de que Sánchez Prados se había declarado ateo.

Una inconsecuencia el juzgar desde la tierra los valores que entrañan el sí o el no ser rechazados por la divinidad.

¿Acaso vale más ir todos los día a misa y a comulgar que atender a los enfermos, socorrer a esos enfermos necesitados y ser un profesional íntegro?. Si eso lo aceptara así, sin más, la divinidad estaríamos rayando en la locura o en el sin sentido.

Antes de terminar, y aunque él no lo hubiera querido, tengo que decir otra vez, que es lamentable el número de beatificaciones, todas posiblemente merecidas, pero que otros que pasaron por el mundo y cumplieron de verdad, sean ignorados por la iglesia que se considera y es universal.
 

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