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OPINIÓN - VIERNES, 2 DE NOVIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Reacción marroquí esperada y templada

El que Marruecos, para las cuestiones de Ceuta y Melilla, cornee enfadado ante la evidencia de la visita oficial de los Reyes de España a tierra española, es algo a lo que debemos estar acostumbrados. Ya lo hizo como consecuencia de la visita oficial del presidente del Gobierno, Zapatero el pasado 31 de enero de 2006 y la contestación española fue la indiferencia. Otra vez, ahora por causa Real, el gobierno marroquí ha lanzado su acostrumbrado graznido, en esta ocasión falto de clase y con un lamentable empleo de modos ante un país, España, que tanto le regala al cabo del año y que tanta puerta le abre ante la Unión Europea. Algo tendrá España, para los marroquíes, cuando son muchos los que pretenden vivir en un país libre, democrático y que mira por los derechos humanos donde los triunfos sociales son tantos que el marroquí cuando llega queda atónito, perplejo y sorprendido. Sólo la muestra evidente de que sus nacionales de Tetuán eligen la sanidad española en Ceuta y Melilla huyendo de los métodos, debería hacerles reflexionar sobre lo prioritario de dotar a sus ciudadanos de una buena sanidad y de una mejor política educativa. Al menos, del nivel que la de los hijos de los grandes potentados marroquíes, siempre próximos al poder. Éstos procuran a sus vástagos la mejor formación en colegios habitualmente extranjeros y en universidades no marroquíes. ¿La diferencia?, millones de niños marroquíes que deben conformarse con lo que hay, cuando no ser empleado para trabajar, pedir o buscarse la vida para ayudar al sustento de su multiplicada familia. Marruecos quiere llegar a ser como los países avanzados. No decimos que no ande mal encaminado, pero para medirse mínimamente -todavía- con ellos, queda años de trabajo, seriedad, buenas formas y mucho compromiso. Ceuta no es una ciudad ocupada [si acaso se intenta con centenares de irregulares marroquíes que se cuelan desde el Tarajal] y menos aún es una ciudad expoliada. La respuesta marroquí ruda y primitiva parece medida, de nuevo.
 

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