PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

sociedad - MARTES, 13 DE NOVIEMBRE DE 2007


celebracion del diwali. quim.

cronica
 

La comunidad hindú

Con motivo de la celebración del Diwali de la Comunidad Hindú de Ceuta, fui invitado por la familia Vashdeu Lalwani al evento que dicha comunidad celebró en el Parador Nacional Hotel La Muralla
 

CEUTA
Quim Sarriá

local
@elpueblodeceuta.com

Recién llegado, de nuevo, a mi ciudad natal después de estar unos días por varias ciudades de la península resolviendo algunas gestiones particulares, me encuentro con que tengo que acudir a una cita en un evento que por primera vez mis ojos aprecian en toda su sencilla grandeza.

Bhârat, Bhârat Ganarâjya, en castellano India, República de la India; es el segundo país más poblado del mundo, después de China, y además es la democracia con mayor número de habitantes del mundo (1.100 millones) y con más de cien lenguas distintas. La principal religión que se practica es el hinduismo (79,8%), la sigue el Islam (13,7%) aunque también existen jainistas, sijs, zoroastrianos (parsis) y budistas, así como judíos y cristianos.

Es un país donde los avances científicos y tecnológicos poseen una tradición de mas de 5.000 años y cuya cultura representa un muy diferente folklore a lo que tenemos conocido en nuestros pagos. De esa cultura he tenido ocasión de presenciar con mis propios ojos una de las expresiones más sublimes de todos los tiempos: la danza.

Con motivo de la celebración del Diwali (La fiesta de las luces. Conmemoración del retorno del señor Rama a su reino de Ayodhya) de la Comunidad Hindú de Ceuta, fui invitado por la familia Vashdeu Lalwani al evento que dicha comunidad celebró en el Parador Nacional Hotel La Muralla. Me encontré, a decir verdad, como niño con zapatos nuevos. La muy agradable compañía de los miembros de esta familia me deja muy buen sabor de boca, sobre todo por la información que de vez en cuanto me daban Sony y Shanker Vashdeu, también por Laju y su marido Ramón Aneiros que acudieron con su hijo Ramón Roberto. Un mundo distinto pero sin embargo entrañable. Sinceramente, yo nunca he dejado de tener contacto con los miembros de esta comunidad… abro un paréntesis, quién dijo o escribió que la comunidad hindú es un mundo cerrado debe haber perdido no uno sino cuarenta tornillos de su chaveta. Es una comunidad abierta, fraternal, de trato tan humano que difícilmente se podría comparar. Cierro el paréntesis. Nunca he dejado de tener contacto, repito, porque desde niño he estado con hindúes… desde las clases que recibía en la academia de Ntra. Sra. del Valle donde nos impartía clases don Antonio, no recuerdo el apellido, hindú de los de raza y tesón, hasta mis propios compañeros: los hermanos Kimatrai, con quienes pasaba horas y horas en las clases de don Manuel, don Antonio, don Ángel y la del cura don Francisco. Sin olvidar a la familia hindú que por entonces (escribo de los años 50 y 60) residía enfrente de la misma academia y que cotidianamente veíamos asomar en el balcón a través de las ventanas de nuestra clase. Estaba en la calle Sargento Mena.

Sin embargo, pese a mi relación con la comunidad hindú desde mi infancia y juventud, confieso que no ignoraba todo lo referente a sus costumbres y usos. Por ello no me extrañó que hoy en día no haya cambiado ni un ápice esas costumbres y usos, aunque amoldándolas a los nuevos tiempos que vivimos.

En la celebración del que muchas veces mencionan como Año Nuevo hindú, pero que en realidad no lo es porque los hindúes celebran el Año Nuevo en el mes de Phalguna (más o menos febrero o marzo) saludé al presidente de la Comunidad, a muchos asistentes y así mismo abracé al presidente de la Ciudad, Juan Vivas, que acudió con casi toda la plana mayor del Gobierno de la Ciudad, a Paco Sánchez París y a José Antonio Rodríguez; también saludé efusivamente a Clemente Cerdeira, que acudía, supongo, en representación de la Delegación del Gobierno. Por pura casualidad me encontré con Santiago Ramos, “Paulino” el actor de moda hoy en Ceuta por lo de la Memoria Histórica, al que conozco de mis relaciones, en Madrid, con el mundo del cine y del teatro y al que saludé como corresponde.

Lo que me encandiló de verdad fue la danza. Utilizando el cuerpo como un medio de comunicación. La expresión que imprimió la bailarina hindú, llegada expresamente para la ocasión desde Noruega, es quizás la forma de arte más complicada y desarrollada. Sus movimientos imprimieron la oración cantada y bailada (ballan) a Rama de una manera que los ojos de un profano traduciría en un canto al amor y a los sentimientos. De hecho, en la India es una manera de enamorar a los esposos.

El siguiente número de la espléndida bailarina ya entraba en el clásico hindú (khatak) que yo, personalmente, confundo con un canto a la vida y a la alegría. En resumen, que toda la fiesta desarrollada en el Parador resultó ser una especie de película en la que venían explayadas desde leyendas que buscan representar los valores y principios humanos permanentes, con una textura social de diferentes épocas y sobre todo el recuerdo de la Edad de Oro de la India marcada por una vida lujosa y de esplendor. Rama, séptima encarnación de Vishnu, puede sentirse orgulloso de ésta comunidad ceutí que, por tanto, debería prolongar el Ramayana con más proezas de toda la epopeya de un pueblo arraigado en una ciudad española que abraza su cultura y su religión con la deferencia de que todos somos iguales.

La fiesta se prolongó hasta altas horas de la madrugada, después de una opípara cena en buffet libre, aderezada con barra libre y música de discoteca, muy alejada del tema principal del Ramayana, la eterna lucha del bien y el mal, la luz y la oscuridad. Ayer, por el sábado, todo fueron luces.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto