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OPINIÓN - DOMINGO, 18 DE NOVIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los viernes con De la Encina
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 


Los viernes en Ceuta se han convertido en el día más interesante de la semana. Al menos para los medios de comunicación. Puesto que es el día que eligió Salvador de la Encina para abrir su despacho en la calle de Daoíz y recibir a cuantos quisieran visitarle y saber qué piensa hacer con el Partido Socialista de esta tierra. De modo que su presencia en la ciudad es vista con enorme satisfacción por los periodistas. Dado que sus declaraciones y cuanto de interesante ofrecen sus reuniones, con distintas personas de la vida social y política, propician información a granel. Lo cual es ya de agradecer.

Pero hay más: el diputado por Cádiz y presidente de la Comisión Delegada del PSOE en Ceuta, sometido a una tarea compleja por su partido, está aprovechando esta oportunidad para refrendar lo que ya se sabía de él; que es un político brillante y alguien con capacidad suficiente para tomar decisiones sin causar estropicios a su alrededor. Sabe lo que se trae entre manos y lo expone como quien no ha roto un plato en su vida. Observen, sin entrar en odiosas comparaciones, su semejanza con Juan Vivas en lo que he dicho.

Salvador de la Encina aceptó la misión que le encomendaron en Madrid, y seguro que se encomendó a todos los santos cuando dio el sí. Porque él mejor que nadie conocía que sus compañeros de Ferraz lo estaban mandando poco menos que a padecer el suplicio de Tántalo. Desde que se produjo el revuelo no sólo por su nombramiento sino por la decisión de poner fin a una etapa socialista en Ceuta para empezar otra nueva, han transcurrido los días suficientes para que la figura de este ceutí haya calado hondo entre la ciudadanía.

Y todo porque ha sabido aprovechar los viernes para aplicarse en el cometido que le asignaron y a su vez convertirse en alguien capaz de escuchar atentamente a todos los grupos que acuden a consultarle y demandando peticiones. Y lo hace sin alharacas, con esa personalidad que exhibe en la cual destaca su carácter sereno y afable. Y, sobre todo, urge decir que, incluso siendo político, transmite credibilidad. Lo cual es de un mérito incuestionable.

Se le reconoce haber propiciado la visita de los Reyes, y a algo tan trascendental para la vida de esta ciudad, debe sumársele el haber sido capaz de poner en su sitio a un carajote llamado Garrido y que como diputado pedía explicaciones por el hecho. Luego ha anunciado la presencia ministerial en la reunión que habrá en el Biuth. Se ha puesto de parte de las reclamaciones de los funcionarios de Justicia y les ha prometido que tratará de sus mejoras con Mariano Fernández Bermejo, ministro de la cosa. Y qué contarles del papel que ha jugado a favor de los empleados de Acemsa. Su defensa ha sido total y en todos los sentidos.

Todo ello tras haber dado muestras evidentes de que maneja la mano izquierda tan bien como la manejaba Antoñete o Emilio Muñoz. Y si no que se lo pregunten a los componentes de un ‘Foro de la izquierda’ a los que ha parado poniéndose en sitio peligroso y con un valor tan sereno como seco.

Y, por último, ha sido capaz de salir a los medios a reconocer el enorme comportamiento de Juan Vivas con el Gobierno de Zapatero por la visita de los Reyes. Juan Vivas y Salvador de la Encina pertenecen a una minoría selecta.
 

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