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OPINIÓN - DOMINGO, 25 DE NOVIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / VIOLENCIA DE GÉNERO

El enemigo en casa y en Ceuta

Por Antonio Gómez


Socialmente no hay un prototipo de maltratador; puede ser de clase alta o baja, con estudios o sin ellos, joven o viejo. Es un perfil plano. Su conducta no tiene por qué estar ligada al consumo de alcohol o drogas -en el 80% de los caso no lo está- y tampoco a desviaciones psíquicas. En contra de lo que pueda parecer, la mayor parte de los agresores no son enfermos mentales. La mayoría no son agresivos de forma habitual. Ejercen su violencia de forma selectiva, sólo con su mujer. Por eso es tan difícil reconocerlos. Además, desarrollan una especie de doble personalidad; hacen lo que corresponde hacer a un hombre cuando están en público: tratar bien a su mujer; pero son unos tiranos en privado. Esta doble fachada es más acusada en los maltratadores que ejercen violencia física.

Conocido pues ciertos elementos característicos propios de los cobardes machistas que creen ser superiores a la mujer [ante la creencia de que es suya], sí podemos hacer un pequeño recorrido por nuestro entorno ceutí. Algunos hay que socialmente creen estar en la cúspide. Se trata de personajes que, en algún caso, han logrado posición y fama jugando a la política y manejando basuras, aguas, losetas y solares. Han ganado una mejor posición social en función de los dividendos obtenidos, aumentados por comisiones, dádivas e, incluso, chantajes. Aparente señor en la calle, pero demonio impío en la casa.

Cuando la sociedad no aplaude, sino que denuncia -cada vez más- prácticas tan machistas y soeces, estos elemento han sido unos perfectos soeces machistas y cobardes en el interior del hogar [donde la gente no ve, no mira]. Lugar privado en el que cuelgan como el gabán la máscara, de personaje social y famosote, en la percha de la desvergüenza.

Este tipo de personaje, de posición pero de poca cultura, adinerado pero de baja estofa, le ha gustado siempre amedrentar con su juguete favorito en la zona privativa del hogar. El Superman de la intimidad, el valiente de puertas cerradas, gusta de manejar el mismo elemento castigador usado, claro, cuando nadie lo ve.

No hay un perfil de maltratador. Los hay de bajo nivel social, medio y alto. Los hay cultos e incultos.

Finalmente sólo, perdido, sin poder pegar a nadie en un momento dado de sus machistas y puercas vidas, encuentra en los bajos fondos un talismán de blancas carnes. Probablemente más fácil de ‘calentar’, por aquello del ‘frío’. La sociedad, en su amplísima mayoría, se muestra claramente en contra de la llamada violencia de género, del maltrato físico o psíquico que se practica en el hogar.

Descubrir a los que practican esta cobardía puede llegar a ser un deporte entretenido que sirva para avergonzar públicamente y situar en su justo sitio a quienes creen estar dotados de impunidad social.

Ya veremos.
 

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