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sociedad - LUNES, 26 DE NOVIEMBRE DE 2007


musulman arrodillado. cedida.

LA ESTETICA DEL YIHADISTA
 

La pinta del yihadista

“¿Es posible saber si estamos ante un yihadista juzgando sólo las apariencias externas?”. Esa es la pregunta a la que se han intentado responder los profesores Javier Jordán y Fernando Mañas: “Resulta muy difícil”, concluyeron
 

CEUTA
Gonzalo Testa

local
@elpueblodeceuta.com

Barba larga, bigote rasurado, pelo muy corto, uñas extremadamente cortas, pantalones justo por encima de los tobillos, delgadez... ¿Quién no ha pensado alguna vez, al encontrarse determinados rasgos estereotipados en un musulmán si no será un yihadista? El Doctor y profesor de Ciencia Política y de la Administración Javier Jordán y el diplomado en Ciencias del Trabajo Fernando Mañas también se han hecho una pregunta muy similar: “¿Es posible saber si estamos ante un yihadista juzgando sólo las apariencias externas?”.

Su conclusión fue que la observación “atenta” de ciertos indicios “puede resultar de utilidad” a la hora de investigar procesos de radicalización yihadista, pero que no debe olvidarse en cualquier caso “las apariencias externas sólo constituyen indicios débiles, por lo que “resulta muy difícil responder de manera taxativa a esta pregunta”.

“Sería un disparate”, razonan Jordán y Mañas, “afirmar que un musulmán es ‘fundamentalista’ porque practica el ayuno en Ramadán, se abstiene de beber alcohol, realiza puntualmente las cinco oraciones diarias”. No obstante, ambos, miembros del equipo de trabajo de ‘Athena Intelligence’, sí creen que cuando “ciertos indicios” van unidos a comportamientos grupales existen más probabilidades de sospechar.

Entre esos “síntomas” hay algunos que hacen referencia al aspecto exterior del sujeto y otras a su comportamiento. Entre los primeros cabe citar el de quienes se dejan barba larga, “en ocasiones rasurándose el bigote, volviendo así a la apariencia de la época originaria del Islam, la de los salaf (ancestros)”.

Otros son procurar llevar el pelo de la cabeza muy corto; recortarse mucho las uñas; utilizar siempre que pueden chilaba o pantalones muy amplios (nunca cortos y que siempre cubran justo por encima de los tobillos) y el gorro típico o turbante; tener una pequeña callosidad en la frente de golpear el suelo con fuerza cuando se prosterna o perder peso debido a cambios en los hábitos alimenticios (hay quienes ayunan seis días más en el mes de Chawal, el siguiente al Ramadán) son algunos de los que citan, si bien dejan claro que “estas costumbres también pueden ser practicadas por musulmanes piadosos no yihadistas”.

En cuanto al comportamiento los dos especialistas alertan de lo común en militantes yihadistas que es que muestren una “atención escrupulosa” a lo permitido (halal) y lo prohibido (haram); que se desaten “tensiones o cambios de comportamiento familiares”; un “retraimiento y polarización social” que lleva a evitar el trato con los kafirun (infieles); mostrar “interés por todo lo relacionado con la época de los comienzos del Islam” o mostrar un aumento de la agresividad y un nuevo interés por las armas.

En la misma línea, existen “comportamientos colectivos” que inducen a la sospecha como la práctica de la oración colectiva entre los miembros y simpatizantes del grupo y el seguimiento en común e intercambio de propaganda y “la lectura, audición o visualización de materiales propagandísticos juega un papel de primer orden en la formación de la contracultura yihadista”.

Relación con delincuentes

“La relación o admisión en el grupo de delincuentes comunes” es otro indicador “frecuente y bastante relevante” de la vinculacio´n de un individuo con la Yihad en tanto que “resulta chocante que se jacten de ser religiosos y tengan amistad con personas que cometen pequeños hurtos, trafican con droga o realizan fraude de tarjetas de crédito, cuando este tipo de prácticas se oponen frontalmente al Islam”.

La “puesta en práctica de medidas de seguridad” es el último comportamiento aparentemente sospechoso de los yihadistas: “Es muy habitual que comiencen a utilizar medidas de autoprotección con el fin de eludir cualquier vigilancia: uso de alias, técnicas para evitar seguimientos, cambio frecuente de la tarjeta de teléfono móvil, uso habitual de cabinas públicas, memorización de nombres y teléfonos, empleo de códigos secretos, etcétera”.
 

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