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OPINIÓN - JUEVES, 29 DE NOVIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Los problemas del Biuthz
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Ser delegado del Gobierno no es tarea fácil. Ni mucho menos. En ningún sitio. Serlo en Ceuta es un calvario. Lo ha sido siempre. Y es así desde que el último subdelegado, Fernando Marín López, puso el grito en el cielo antes de entregar sus poderes al primer delegado de la democracia: Manuel Peláez.

Hizo Marín López unas declaraciones explosivas a Paco Amores. Las cuales causaron el revuelo consiguiente en una ciudad de la que él salió convencido de que aquí todo el mundo quería imponer su voluntad, aunque fuera a costa de transgredir las leyes. Se fue el hombre echando pestes de empresarios modestos; de empresarios ricos; de políticos y también de muchos funcionarios que no le habían facilitado la labor. Y remató la faena poniendo como chupa de dómine al alcalde de turno. Aquel subdelegado del Gobierno sentenció: “En Ceuta no se puede aplicar la ley a rajatabla. Tampoco es que se viva al margen de ella, pero aquí hay que seguir haciendo la vida que se hizo siempre: Si se combate la costumbre..., surgen los roces”.

He contado varias veces lo ya reseñado sin temor a que se me tachara de redoblar el tambor. Y vuelvo a insistir porque creo que las declaraciones de FML continúan teniendo vigencia. Y mucho más en los momentos que se están viviendo a cuenta de los problemas que no cesan de surgir en el puente del Biuthz.

Problemas que fueron encarados en la reunión celebrada en la Cámara de Comercio, el pasado 19, y en la que he leído que Jenaro García-Arreciado sacó a relucir su fuerte carácter. Y no dudó en reprochar conductas relacionadas con cuantos no han puesto de su parte nada para ayudarle a combatir la anarquía existente en un polígono convertido en un espacio de tercermundismo puro.

Los comentarios, a la salida de la reunión, fueron dos: uno estaba centrado en cómo se había expresado el delegado del Gobierno. Con esa vehemencia característica en él. Y otro, el tono moderado exhibido por Juan Vivas. También marca de la casa. Ambas actuaciones han sido analizadas. De modo que por ser distintas otorgan un mejor comportamiento y un mejor saber estar al presidente de la Ciudad. Con lo que no estoy de acuerdo.

Y no lo estoy por una razón muy sencilla: en principio por algo que no deja de ser una perogrullada: no hay dos personas iguales. Y luego, porque la situación del delegado de Gobierno, en relación con Marruecos, es mucho más complicada que la del presidente. De modo que bien podrían ambos, como han hecho ante otras situaciones comprometidas, ayudarse mutuamente sin montar espectáculos al estilo del estrenado en la Cámara de Comercio. Por más que estén metidos de hoz y coz en la rueda de los intereses electorales.

Uno entiende que García-Arreciado se muestre en ocasiones irritado. Y dispuesto a defenderse con uñas y dientes de todas las acusaciones que le endilgan. Porque se ve falto de afecto. Mientras observa que el presidente de la Ciudad goza del favor casi general, incluso cuando yerra. No entiendo, sin embargo, lo que dijo con cierta ira: “Estoy harto de que los medios de comunicación me traten como el responsable de lo que sucede en el Biuthz”. En este medio, estimado delegado, se le ha tratado siempre con la mayor deferencia posible. Y qué decir con respecto a quien suscribe.
 

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