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OPINIÓN - MARTES, 4 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Enemigos de poca monta
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Presumir de no tener enemigos resulta una muestra palpable de querer darse pote. Una manera de tratar de dar el pego como criatura que vive en estado de gracia y atenta siempre a mirar solamente por el bien ajeno. O sea, un bendito de Dios. De los mansos, claro es, nos libre Éste...

Lo bueno es contar con enemigos. De no ser así, uno pasaría por ser un auténtico idiota. Y se pondría a la altura de aquellos antiguos griegos que vivían preocupados de sí mismos y alejados de cualquier participación en la vida pública.

De cualquier manera, tampoco es cuestión de hacer enemigos porque sí. Hay que procurar tener pocos pero que hayan dado pruebas suficientes de inteligencia. Lo cual es una gozada. Menuda suerte es levantarse cada día sabiendo que se puede disfrutar de las críticas de unos oponentes que suelen pensar bien y a los que hay que corresponderles, lógicamente, con respuestas adecuadas. Una obligación, sin duda, exigente. Y, por supuesto, nada fácil.

Francisco Sánchez Paris debe estar atiborrado de cualidades. De lo contrario, no estaría tan cerca del presidente de la Ciudad. Porque el mero hecho de ser amigo de Juan Vivas, créanme que no le valdría en absoluto para gozar de ese poder que le achacan sus detractores. Pero en esta vida no se puede tener todo. De ahí que mucho me temo que jamás podrá sacar pecho, en ninguna sobremesa, acerca de la importancia de esos enemigos que no cesan de acusarle de ejercer una influencia errónea en ciertas decisiones tomadas por el presidente del Gobierno de Ceuta.

Lo siento, señor Sánchez Paris, pero usted cuenta con enemigos de poca monta. Oponentes de medio pelo. En Cádiz, al jefe de sus enemigos, lo tildarían de chiquilicuatre. Un vulgarismo que define perfectamente la escasa calidad tenida por quienes asumen, por mandato del editor del periódico decano, la tarea de sambenitarlo a usted, sin solución de continuidad, para ver si es posible acollonar cuanto antes a Vivas.

Es verdad, señor Sánchez Paris, que, según dijo un tal George Orwell, los católicos y los comunistas coinciden en asumir que un oponente no puede ser a la vez honesto e inteligente. Mas usted, asesor presidencial, con todos mis respetos, no deja de ser un don nadie si nos basamos en compararlo con el valor real de quienes se la tienen jurada y viven obsesionados con verle coger sus bártulos y emprender el regreso hacia sus posesiones en tierras jiennenses. Pues dos de sus enemigos, más encarnizados, carecen de honestidad e inteligencia. Y cuando hablo de honestidad les aplico las dos primeras acepciones del diccionario. El tercer enemigo, más bien la tercera, discurre mal.

Me explico: Carmen Echarri piensa de manera torcida y expone sus pensamientos peor. Sus críticas le salen atropelladas. Sus denuncias, contra usted, propician artículos ininteligibles. Las palabras acuden a la mente de la directora en tropel. Y es incapaz de seleccionar las más acertadas.

Últimamente, cegada por el odio contra usted, asesor presidencial, no se da cuenta de que para escribir el alma ha de estar serena. La respiración normal. Y el sosiego en su punto justo. Y reírse cuantas veces sean necesarias durante el tiempo que dure la realización del artículo. En realidad, con enemigos así, Francisco Sánchez Paris, usted está condenado a no ser nadie.
 

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