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OPINIÓN - DOMINGO, 9 DE DICIEMBRE DE 2007

 
ANÁLISIS

Apuntes de seis días

Por Manuel de la Torre


Lunes. 3

Se produce la destitución de Diego Quintero. Estaba anunciada. Conviene decir que antes de firmar su contrato ya había sido sentenciado por algunos directivos. No quiero presumir de seguir teniendo el don de la adivinación, por ser una cualidad que apenas práctico. A pesar de ello, supe desde el primer momento qué persona veía con malos ojos, con ojos de pajarraco, al entrenador sevillano. Y por medio de quien le sirve de correveidile, ha aprovechado cualquier instante apropiado para desprestigiar la labor del ya despedido técnico ante la persona que ostenta poder suficiente para dar el visto bueno a la decapitación futbolística de cualquier hombre del banquillo. Y ha sido así porque el pájaro, de vuelo siempre rasante, creía que Diego Quintero era mi recomendado. Y, sobre todo, porque estaba convencido de que con esa acción podría demostrar que Juan Vivas come en su mano. Lo que más siento, de verdad, es que Antonio García Gaona, a quien le tengo ley y con quien suelo hablar sin tapujo, en bastantes ocasiones, no sea capaz de abandonar ya su cargo en la Federación de Fútbol de Ceuta. Pues de no hacerlo, día llegará en que se lamente de esa permanencia a la vera de un presidente trasnochado y que vive en estado de permanente intriga.

Martes. 4


De Adolfo Espí se decía, años atrás, que era muy dado a darse aires de grandeza. Y que sólo abría la boca para contar historias relacionadas con grandes empresas y proyectos faraónicos que solían pasar por sus manos. De modo que no pocas personas lo tachaban de trolero y de fantasioso. Cuando yo lo conocí, hace ya mucho tiempo, me causó buena impresión. Si bien rezumaba inmadurez y cierta timidez. Sobre todo cuando le tocaba conversar con personas formadas en la calle y a las que venderles humo no era tarea que aún estuviera a su alcance. No obstante, nunca le perdí la pista. Sentía cierta curiosidad por ver si era capaz de alcanzar las metas aireadas y a las que aspiraba en voz alta. También es verdad que aprecié en Espí una cualidad que le ayudaría a abrirse camino en el mundo de los negocios despiadados. Pensé que su timidez, en un corto espacio de tiempo, podía trocarse en frialdad necesaria para tomar decisiones sin pensar en los daños ocasionados a terceras personas. Y encima, cuidaba su imagen, tenía estilo, y además contaba con la ayuda de personas relevantes en el mundo de la política y de los negocios. Incluso sospeché, desde el primer día, que su vida era controlada por un padrino todopoderoso y afincado en un despacho de mucho poder. Y creo, modestamente, que acerté. Porque, según tengo entendido, se ha convertido en un importante hombre de negocios. Y es Espí, asimismo, un militante del PP que parece hacer buenas migas con quienes gustan de ser tenidos como componentes de esa tendencia que Umbral llamó derechona (un término que, en su momento, criticó duramente Agapito Maestre. Filósofo preferido de AE). Por ello, el Gobierno presidido por Juan Vivas necesita designar a alguien con muchas tablas para dorarle la píldora a Espí y que éste arrime el hombro a la hora de aliviar en parte los enormes problemas existentes en la Manzana del Revellín. A ver si hay suerte...

Miércoles. 5

Rafael Montero, Manuel González Bolorino, Carmen Echarri, Luis Manuel Aznar, con la colaboración del presidente de la Federación de Fútbol de Ceuta, Emilio Cózar, se están ensañando con el jefe de Gabinete de la Ciudad. Mal debe andar de dinero Luis Manuel Aznar para atreverse a firmar un reportaje extraído, según dice él, de una noticia dada por una televisión local. Pero les ha salido el tiro por la culata: puesto que el libelo le hace más daño a Juan Vivas que a Francisco Javier Sánchez Paris. Y, si me apuran, tampoco Pedro Gordillo sale bien parado del envite. Aportadas tantas pruebas contra el asesor y amigo de Juan Vivas, desde que eran niños, ya nos le queda a los cinco conjurados nada más que decir que existen nexos de amistad basados en atracción mutua o que nuestro presidente ha emprendido la senda que antes habían cogido otros llevándose los porcentajes de todas las obras cuando mandaba tela marinera en el Ayuntamiento. Mal andan tales zorromocos que han decidido cebarse con Sánchez Paris porque éste no deja a Rafael Montero que la mamandurria y el amiguismo sigan su cauce de toda la vida. Esperemos que Francisco Sánchez Paris, que tiene poco que perder, no se arrugue ante la presión a que está siendo sometido y dé su brazo a torcer. Porque, de ser así, seguro que los cinco elementos bufonescos terminarían por jiñarse encima de él. Y acabaría el jefe de Gabinete por oler más que los pies de Aznar y la halitosis de algunos de los citados.

Jueves. 6

Se publica una opinión en las páginas deportivas de este periódico, firmada por Vicente D. Gomariz, bajo el título de la “Cantera encantada”. En la que el opinante se refiere a los variados intentos que ha habido por crear una Escuela de Fútbol. Y todos ellos, desgraciadamente, frustrados. Escuela muy necesaria para hacer posible que el primer equipo pueda contar, otra vez, con mayoría de jugadores locales. Lo cual es de suma importancia por muchos y variados motivos que habrían de ser recogidos en un escrito amplio y minucioso. Ahora, sin embargo, lo que quiero es agradecerle a Vicente D. Gomariz el trato que me ha dispensado en su escrito. Lo cual demuestra que debe estar enterado de aquel pasaje de mi vida que tantos disgustos me ocasionaron. Ya sé que han transcurrido muchos años, más de veinte, de mi intento por dotar a Ceuta de una escuela donde todos los niños, desde Benzú al Monte Hacho, hubiesen tenido la oportunidad de formarse en ella. Es verdad que, al ser nombrado director de ese proyecto de escuela, recorrí la Península en coche propio y dinero de mi bolsillo. Y lo hice colmado de ilusiones y dispuesto a sacrificar mis intereses particulares. Luego, poco tiempo después, cuando además de director de esa escuela me designaron también supervisor del entonces llamado Instituto Municipal de Deportes, se encendieron las alarmas del miedo por parte de quienes se lo estaban llevando calentito. Como supervisor, aún conservo el contrato, descubrí hurtos, chanchullos, porcentajes, manos que se iban detrás de los alquileres de los campos, y para qué seguir enumerando corrupciones. Pues bien, cuando denuncié lo sabido a quien era mi enlace en el cometido, me encontré solo frente a una jauría de sinvergüenzas que trataba de liquidarme por todos los medios. Los nombres de todas esas personas están apuntados en la libreta de mi memoria. Al leer lo escrito por Vicente, he vuelto a recordar esos momentos. Y, sobre todo, el día que me presenté en el despacho de Fructuoso Miaja, alcalde, para decirle que no quería continuar siendo empleado municipal por nada del mundo. Y hasta ahora. Aunque me van a permitir que remate la faena: tanto el alcalde como el funcionario que estaba a su vera, aquella mañana, no daban crédito a lo que estaba sucediendo: que yo me despidiera de un empleo bien remunerado y perteneciente a la Casa Grande. Como ambos gustaban de nominar al Ayuntamiento.

Viernes. 7

Muy de mañana oigo la noticia en Radio Nacional de España: El Hotel Parador la Muralla será cerrado durante dos años. Además facilitan la situación que las autoridades pertinentes han acordado para que los empleados no sufran la menor merma en su condición laboral. Y, de momento, me siento aliviado en mi pesar. El cierre se va a producir por una causa de fuerza mayor: los técnicos han detectado que el edificio padece de aluminosis. En román paladino: se está produciendo cierta alteración del cemento aluminoso que reduce su resistencia. Lo cual es sinónimo de peligro. Y no conviene tentar a la suerte. Pero a mí me cuesta trabajo aceptar que ese establecimiento pueda esta cerrado dos años. Y cuando anuncian dos años, mucho me temo que sea más tiempo. Ojalá me equivoque. No es la primera vez que hablo del Parador La Muralla como un sitio donde he pasado ratos extraordinarios. Y en el cual tuve la suerte de formar parte de una tertulia donde todos sus componentes podían expresarse sin temor a represalias. A mí, quizá el más joven de sus miembros, nunca me pusieron trabas para expresarme como me viniera en ganas. Y mira que hubo ocasiones en las cuales era difícil estar de acuerdo conmigo. Y otra vez, como no podía ser de otra manera, vuelvo a acordarme del hombre que llevaba la voz cantante de los contertulios: Eduardo Hernández. Menuda habilidad tenía para impedir que nadie se desmandara en un rincón donde era verdad que se hablaba de política y de todo lo habido y por haber. Eso sí: había que pagar a escote. De esa norma no se libraba nadie. Mentira: se libraban algunos caras duras cuyos nombres están almacenados en la alacena de mi memoria. Ah: Francisco Fraiz y Fernando Jover, justicia obliga, se metían la mano en el bolsillo con suma facilidad. Eran, pues, espléndidos a la hora de alternar.

Sábado. 8


Fue a mediados de los ochenta cuando conocí a Pablo González. Me lo presentó Juan Vivas y me lo recomendó como abogado para sustituir a Manolo de la Rubia en un caso que me llevaba éste. Y del cual hube de prescindir porque parecía más bien que jugaba a favor de la parte que me había engañado. Lo cual achaqué, en aquel momento, a torpeza. Y todavía sigo pensando en su falta de mala fe. O de miedo a enfrentarse a un banco. Y es que en esta vida hay profesionales, en todas las ramas, que son mejores que otros. A Pablo González lo he tenido yo de mi parte y en contra. Y reconozco que es un profesional como dice el tópico: o sea, como la copa de un pino. Días pasados, me alegré de verle recogiendo un premio a una labor destacada durante muchísimos años.

Y así se lo he dicho al topármelo, hoy, durante nuestro paseo matinal. Encuentro que nos ha permitido charlar lo justo para intercambiar saludos. Y sin acordarnos, por supuesto, de los desencuentros que nos tocó vivir en épocas pasadas. Las personas con carácter, y Pablo González lo tiene, saben que el rencor es tóxico. Y además, dado que este abogado es inteligente, tiene mucho respeto a quienes gustan de decir las cosas en corto y por derecho. En fin: que me he alegrado mucho de hallarme con PG y comprobar que goza de una buena salud. Y es que, como él bien dice, se encuentra todo lo bien que le permite haberse convertido en un andariego empedernido. Un abrazo.
 

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