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OPINIÓN - LUNES, 10 DE DICIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

El eterno problema del Sardinero

Una vez más, y ya son incontables, los antiguos barracones del Sardinero y su ansiada y nunca concretada demolición vuelven a ser noticia. En este caso por el enésimo incendio causado por los inmigrantes irregulares de origen marroquí que los utilizan como refugio desde hace meses en un incomprensible juego del gato y el ratón con la Policía y los distintos departamentos de la Ciudad Autónoma que se encargan de sellar sus accesos.

El conato de incendio, que no llegó a más, como también es habitual, ha servido sin embargo para echar la vista atrás y darse cuenta del tiempo que hace que permanece larvado un problema que la Consejería de Fomento daba por prácticamente solucionado en primavera del año pasado.

¿Qué ha pasado desde entonces hasta ahora? Nada. Al menos públicamente. Dieciocho meses después el convenio entre la Ciudad Autónoma y los propietarios de las naves, las empresas Borrás y Eroski, sigue siendo un desconocido. Es más, ahora sabemos que sendos recursos de las dos compañías mantienen paralizado el Decreto con el que la Ciudad pretendía obligarles a mantener la zona en las adecuadas condiciones de seguridad y salubridad.

Ahora el Ejecutivo autonómico anuncia con toda la razón que, puesto que después de estudiarlo muchas veces es inviable la posibilidad de derribar las estructuras por su cuenta y riesgo, tiene la decisión tomada de “intervenir urbanísticamente” en la zona “más pronto que tarde” para terminar con este cuento de nunca acabar.

El anuncio suena a enfocar el problema desde otra perspectiva por si alguien se está intentando aprovechar de la voluntad del Gobierno de acabar cuanto antes con las molestias que acarrean las naves a los residentes en el entorno. Si se pretende que la Ciudad obre de una u otra manera urbanísticamente dilatando su demolición puede no estar mal pensado decidir antes y hablar de los terrenos despues.
 

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