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OPINIÓN - MARTES, 11 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / VERBA SEQUENTUR

¿A qué va don Felipe a Venezuela?
 


Miguel Massanet Bosh
miguelmassanet@elpueblodeceuta.com

 

Me temo que estamos en vísperas de una nueva humillación. Si la prensa adicta a la Moncloa procura ocultar un hecho relacionado con la familia real española, es que el tema lleva dinamita. A nadie sorprendería que, al señor ZP, la valiente actitud del Rey frente a Chávez, le produjera una evidente preocupación. Para él el gorila rojo es un personaje que le tira, ¡vaya, que le pone!; con toda probabilidad porque, en su fuero interno, le envidia debido a que ha conseguido en Venezuela lo que, en lo más íntimo de su ser, hubieran querido que sucediera en España. Sin duda que, para el señor Rodríguez Zapatero, el hecho de que Chávez haya conseguido deshacerse de la oposición; poner fuera de circulación a la prensa, televisión y cadenas de radio que lo criticaban y amedrentar a todos sus opositores; es algo que él hubiera querido hacer con el PP (casi lo consigue) y con los escasos medios que le plantan cara. Pero hay un hecho que le escuece más y es que se resquebraja su frente común ante los EE.UU, el que había preparado con sus amistades los dictadores de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba.

El resultado de la Cumbre Iberoamericana fue tan decepcionante, que la postura del matón Chávez perdió muchos enteros, máxime cuando don Juan Carlos lo puso en su sitio cuando pretendió cebarse con España, insultando al anterior gobierno de Aznar y a nuestros empresarios. Sin embargo, vean ustedes que, a pesar de la tímida y pazguata defensa que Zapatero hizo de Aznar (al parecer forzada por los apremios de S.M), su comportamiento posterior ha sido, a todas luces, de rendición y pasteleo con el dictador venezolano. Es obvio que el cancerbero Chávez no se ha prestado a componendas, al menos hasta que, en su propio país, le han sentado las costuras al no permitirle sacar adelante la reforma constitucional que lo hubiera perpetuado en el poder.

Seguramente a ZP le ha ido como anillo al dedo el revolcón que ha recibido su compadre, porque la posición firme del ejército y la evidencia de la derrota, le han impedido poner en práctica el fraude que tenía preparado, al que estaba dispuesto a recurrir para dar el gran pucherazo, si sus propios correligionarios no le hubiesen aconsejado que no lo hiciera. No obstante, los responsables del escrutinio tuvieron que pactar con los sicarios de Chávez para que el gran revolcón que hubiera recibido de publicarse los datos reales, quedara reducido a una “seria advertencia” que, el propio señor Chávez, a medida que pasa el tiempo, ya la va calificando como “victoria de mierda”; evidenciando con ello su falta de “talante” democrático y su lenguaje soez. Así pues, Zapatero ha estimado que ha llegado el momento de aprovechar los apuros del Presidente venezolano para arbitrar una de sus frecuentes jugadas con el fin de recomponer lo que ellos deben calificar como “metedura de pata” de S.M. el Rey.

¿Una visita del príncipe Felipe a Venezuela? Nos podríamos preguntar: ¿A santo de qué? En un momento de tirantez, después de que el dictador nos haya insultado y vejado al Rey, me quieren ustedes decir: ¿es oportuna la visita de un miembro de la casa real a Venezuela? Creo que muchos millones de españoles diríamos que no, que es una aberración y una humillación permitir que el Príncipe vaya a disculparse. Porque parece que lo que va a llevarle a Chávez es un mensaje de disculpa.¡No quiero ni pensarlo!, pero si así fuera, la Moncloa, sería responsable del delito de traición a la Nación y a todos los españoles. Si hay alguien que deba ofrecer disculpas públicas, ese es H. Cyhávez. ¿Hay que pedirle al Rey que se disculpe por llamarle la atención al dictador Chávez? Si ésta es la jugada de ZP; si a este punto hemos llegado de falta de amor a la patria y falta de respeto al Jefe del Estado, podemos decir que hemos tocado fondo y que esta España, a la que tanto amamos, está echando sus últimas boqueadas. Quizá debiéramos salir a la calle a retener las riendas del carruaje que se lo lleve a Venezuela, como hicieron los españoles con aquel en que se querían llevar a Francia a los infantes, hijos del Rey Felón.
 

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