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OPINIÓN - DOMINGO, 16 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

No voy a negar que uno de mis deportes favoritos es la lectura. Acostumbro a leer todo cuanto cae en mis manos. Si bien es cierto que tengo mis plumas favoritas y otras que como me sé de memoria lo que escriben y de que escriben, según las ordenes dadas por el amo, ni me molesto en echarles un pequeño vistazo y perder un tiempo precioso, robándoselo a alguien de quien leyéndolo puedo aprender algo. No, a esos que escriben al dictado, ni los leeos, ni me ocupan, ni me preocupan lo más mínimo.

Seguramente, no lo voy a negar, habrá personas que les dediquen parte de su tiempo a leerlos. Ya lo dijo aquel: el libro del gusto está en blanco. Ese libro está tan blanco como la mente de todo esos que acostumbran a escribir al dictado del amo- No crean nada, siempre dicen en sus escrito lo mismo y contra las mismas personas. Claro que si no fuese por lo que el amo les manda hacer o mejor dicho escribir, son tan flojos que se permiten el lujo de firmar como noticias suyas los fax que llegan a la redacción.

Como hoy es domingo y los domingos, ya lo saben ustedes, son fiestas de guardar, por supuesto el que pueda guardar algo, vamos a dejar tranquilos al personal, para que puedan disfrutar de tan preciado día de descanso.

Desde pequeño me aficioné a la lectura y cuando tenía algunas “perras” ahorradas, cosa que no pasaba para mi desgracia con mucha frecuencia, me compraba un TBO. En aquella época, se podía comprar el TBO propiamente dicho, Roberto Alcázar y Pedrin, Juan Centella, Hazañas Bélicas o el Hombre Enmascarado también llamado por las tribus indias “el espíritu que anda”.

Mis preferencias siempre iban encaminadas hacia el TBO porque, entre otras cosas, tenía más que leer, todas las historietas acababan y no tenía que esperar a la semana siguiente para saber el final de las mismas, en el supuesto que tuviese dinero para comprarlo, lo que era mucho suponer.

Había personajes, como Carpanta que pasaba más hambre que un caracol en un espejo, que se reencarnaba en gente que yo veía cada día, Gentes que a igual que Carpanta pasaban una jartá de “rasca”, porque lo mismo que el personaje del TBO, no tenían, en la mayoría de las ocasiones, nada que llevarse a la boca. Todos los personajes del TBO estaban sacado de la realidad de la vida, por eso era fácil encontrase a muchos Carpantas en aquella época de hambre y miseria. Quizás, sin saberlo, estaba adquiriendo una buena cultura con la lectura del TBO y, a la vez, aprendiendo que todos aquellos personajes, que sus autores dibujaban creándoles sus historietas cada semana, eran simplemente un reflejo de cuanto ocurría en la vida real.

En cuanto tenía una “perra gorda”, me largaba al estanco de Pepita, en la Plaza de Azcarate, para cambiar mi viejo y releído TBO por otro que no hubiese leído y que, por supuesto, estaba tan releído y tan manchado de aceite como el mío.

Hoy, cuando el tiempo ha pasado, me acuerdo de los autores de todos estos admirados personajes, y les agradezco en infinito la gran cultura que me proporcionó el leer sus historietas. Por eso mis personajillos, lameculos y pelotas son un fiel relejo de la realidad.
 

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