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OPINIÓN - JUEVES, 20 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Del Sol Naciente a la Navidad
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Alo largo de los próximos días, siempre con la mejor intención, por parte de los encargados, oficialmente desde la Iglesia, de propagar la religión católica, vamos a oír muchas cosas, bonitas para los corazones inocentes, pero no siempre explicadas con alguna rigurosidad, o intento de ella, histórica.

Tenemos un par de pasajes de San Lucas que dicen así:” En aquellos días aconteció que de parte de César Augusto se propagó un decreto para que se empadronara toda la población”, y un poco más adelante sigue diciendo el propio evangelista:” También subió José de Galilea, desde la ciudad de Nazaret hasta Judea, a la ciudad de David que se llama Belén”.

Estos dos textos nos sitúan en el lugar del nacimiento de Cristo y la causa por la que nació en Belén y no en su propia casa.

La cita históricamente puede tener discusión, pero ahí está, por lo que no añadiré ni quitaré nada.

Sin embargo y para ser honrados con lo que tenemos, en ningún momento se dice en qué fechas sucedió esto. Nada nos dice que fuera precisamente el 24 de diciembre la fecha del nacimiento, y nadie ha habido que haya asentado y asegurado esta fecha para el nacimiento de Cristo, y que, para occidente va a significar el punto de arranque en nuestras fechas anuales, pero no mensuales.

Tenemos, pues, un motivo para que Cristo naciera donde nació, una orden del emperador Augusto y ese intento de tener registrada, empadronada a la población.

Y la pregunta que surgirá a muchos es el por qué de haber colocado la fecha del 24 – 25 de diciembre como día del nacimiento de Cristo.

La historia, aunque con lagunas, nos da el hilo conductor que nos pone un poco en su sitio.

Lo primero es que “ese niño” nacido en Belén, un día, cuando pasen los años será un líder de masas al que van a seguir muchas gentes, para aprender de sus enseñanzas.

La propia predicación no va a ir siempre de acuerdo con las leyes del Imperio, y esto traerá unas consecuencias, cuando esta iglesia sea conocida, cosa que tardará en suceder, porque a pesar de los “milagros” la doctrina expuesta por Cristo, primero es desconocida, luego ya conocida y no tolerada, más tarde perseguida, por cuanto se contraponía a ciertas leyes imperiales, hasta llegar el momento en el que tiene una gran fuerza por las gentes que arrastra y será primero tolerada y más tarde será la religión oficial.

Con esto entramos en el futuro, y es que esa religión oficial, sin dejar lo suyo tendrá que compartir, al menos circunstancias con las religiones paganas, que han dominado durante muchos años, por lo que ¿qué mejor que colocar las fiestas cristianas importantes donde había unas fiestas paganas de renombre?.

En estas fechas, cuando estamos en el solsticio de invierno, había una de las fiestas más atractivas del pueblo pagano, la fiesta del Sol Naciente. El sol había llegado a su “muerte”, para volver a renacer y seguir su curso durante un año. Pues bien, aquí es donde se colocó el nacimiento de Cristo, de ese ser que era la luz de la humanidad, el guía y la claridad del mundo.

Sin una ruptura con lo anterior se colocaba lo nuevo, en el mismo sitio, sin molestarse y dando paso a un nuevo tipo de sociedad en lo religioso, distinta y con alguna afinidad a aquella fiesta de la naturaleza que había pervivido muchos años. Esto sucedía ya en el siglo IV, bien entrado el siglo.
 

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