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OPINIÓN - DOMINGO, 23 DE DICIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Una vuelta y media

Por Quim Sarriá


Paseando por el Revellín (si alguien tiene buena disposición, le agradeceré me aclaren porqué algunas veces escriben Rebellín, con B, o otras Revellín, con V) me acerco al centro de avituallamiento como llamo yo a uno de esos restaurante-bar de la calle que lleva el nombre de uno de los gobernadores portugueses de la ciudad, y famoso por su esmerada cocina de pescaítos y mariscos. Lo llamo centro de avituallamiento porque no me quito de la cabeza que estamos en un cuartel antes que en una ciudad.

En el centro de avituallamiento me encuentro con mi amigo Antonio Fuentes León, que me aguarda desde hace media hora según me dice, y tras fundirnos en un fuerte abrazo como corresponde a viejos amigos, aunque nos hemos conocido hace dos años, y nos confesamos mutuamente nuestras cuitas del tiempo que hemos pasados distanciados, aunque éste fuera de escasamente cuatro meses.

Me dio un enorme alegrón la noticia que me dio: la presentación de su libro sobre los músicos ceutíes del rock tanto tiempo esperada. Mucho empeño y dedicación puso en la obra, aunque para mí sea un pequeño pellizco de todo los proyectos que este hombre puede hacer. Y son muchos.

Se que estuvimos jugando al fútbol en los mismos campos de Dios, que tenemos amigos comunes de nuestra infancia y juventud. De hecho su cuñado Gonzalo es amigo mío desde que sabía andar y no digamos nadar, allá por La Legión, La Marina y Teniente Pacheco, tiempos en que no existía el parque Marítimo y sí una especie de playa super contaminada cuyos bañistas eran enormes ratas grises, ratas comunes como creo que aún hoy en día existen en la ciudad con otros pelajes.

Por la tarde volvimos a reunirnos en la Gran Vía, segundo centro de avituallamiento personal mío, donde sirven un exquisito té moruno de excelentes cualidades digestivas como para soltar pedos y cuyo nombre tiene connotaciones granadinas como un recuerdo nostálgico de quienes fueron y no lo son. Objeto hoy en día de ciertas reivindicaciones de los fundamentalistas musulmanes.

Mas tarde y para rematar la faena de estropear el estómago con mezcolanzas líquidas de todos los calibres, acudimos a un bar donde las tapas hacen honor al nombre y el rioja que sirven calienta las vísceras lo suyo. Lugar que se convierte, como su nombre lo indica, en el mentidero donde se sueltan toda clase de noticias y donde algunos clientes abren sus orejas hasta el tamaño de la de los elefantes africanos para captar cualquier noticia por nimia que sea, con no sé que oscuros fines.

Hoy, por el jueves, tras pasar por redacción y de vuelta a casa, me encuentro con otro amigo, éste mas reciente aún, compañero de ese cuento de darle al teclado. El imponderable e inquebrantable Manolo de la Torre, sabe ganarse el aprecio de la gente que él mismo aprecia. Su amena charla, que mantuvimos en un bar en forma de isla cuadrada rodeada por aceras en todos sus lados, sito justo enfrente de mi casa, y con sendos riojas bañando un excelente jamón, me hizo pasar un rato agradable. Nuestra charla, en forma de confidencias informales quedaron en eso: confidencias informales.

Se estarán preguntando Vds., queridos lectores, que a cuenta de qué estoy redactando estas líneas… es que estoy nervioso porque no puedo salir de la ciudad. El bendito temporal de Levante no me permite embarcar y los helicóperos de Helisureste andan saturados de reservas hasta varios días después del que tengo comprometido con mi familia, allá en la distante Mataró, ahora más distante que nunca.

Si mañana, por el viernes, no consigo embarcar… tal vez me arriesgue e imite a esos sufridos inmigrantes embarcándome en un cayuco… pero de pequeñas dimensiones. Sueño imposible, porque el canguelo que me produce enfrentarme a inmensas olas es muy fuerte. No por mí, sino por mi mujer y mi hijito. 14 kilómetros o 7,56 millas marinas, como prefieran, de travesía a través de inmensos toboganes de salado líquido no es cosa de broma. Sin contar con que la corriente tal vez me llevaría, ya cadáver, a Las Azores.
 

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