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OPINIÓN - LUNES, 24 DE DICIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Las imprudencias del delegado

El diccionario de la Real Academia Española define a una persona responsable en su segunda acepción como a aquel “que pone cuidado y atención en lo que hace o decide”. En la misma fuente se puede encontrar que la prudencia es “una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello”. Responsabilidad y prudencia son, en el sentido expuesto, dos virtudes que parecen no alumbrar al delegado del Gobierno en Ceuta, Jenaro García Arreciado, que en la entrevista publicada ayer en este periódico para hacer balance del año y casi ya de la legislatura que termina, se metió en otro de esos charcos que viene frecuentando desde que llegó, hace ya año y medio, a la ciudad autónoma. Desde entonces el político onubense ha convertido en habituales sus críticas a la disposición a trabajar de los ceutíes, lo que ya le valió severísimas críticas de los sindicatos. Es posible que, si se miran las estadísticas, Arreciado tenga su parte de razón en algunos de sus diagnósticos en lo que al nivel de formación o educación se refiere de un sector más amplio que en el resto de España de la población ceutí. Lo que pasa es que muchas veces le pierden las formas y, a veces, el fondo. El del domingo fue un ejemplo palmario de ello. Nadie en el Gobierno ceutí puede negar, porque sería negar una evidencia, que en el Partido Popular puede haber habido en el pasado condenados por uno u otro motivo. Pero es inaceptable que Arreciado convierta la excepción en una norma para hacer escarnio no sólo de los actuales responsables de la Administración local, sino de todos los ceutíes en general. Que la ciudad autónoma no responda como a él le gustaría en las urnas a las siglas de su partido no debe servir bajo ninguna excusa para ofender gravemente a políticos y ciudadanos de una Ceuta que, como él mismo reconoce, le ha recibido con los brazos abiertos. Cualquiera se puede equivocar, pero en determinados cargos como el suyo los errores son especialmente graves. Rectificar es de sabios y cuanto antes, mejor.
 

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