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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 26 DE DICIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Tranquilidad en la calle, jaleo en los despachos

El primer plato festivo de las Navidades ha traído buenas noticias en la calle y una algarabía sorprendente por inesperada en los despachos de los más altos representantes institucionales de la ciudad autónoma. Mientras toda Ceuta se echaba a la calle anteayer para celebrar la Nochebuena en una tradición que sorprende por lo inusual en el resto de España, el presidente de la Ciudad y el delegado del Gobierno se han enfrascado en una tormenta dialéctica que conoce pocos precedentes con estos protagonistas. La resaca de la Nochebuena fue buena porque, a la luz de los datos presentados por los servicios policiales, sanitarios y sociales la jornada, pese al mucho alcohol consumido, no registró incidente alguno. Por ello no cabe sino felicitarse por el hecho de que, aunque sería bueno mayor educación en lo que a beber cuantitativamente se refiere, es una buena señal que cualitativamente los ceutíes sepan hacerlo sin degenerar en las algaradas que tantas veces adornan los telediarios. Sin embargo, Arreciado y Vivas no parecen estar por la labor de dar ejemplo. La imprudencia del primero al cuestionar en términos muy duros la reflexión electoral de los ceutíes, que según él no valoran ni la honradez ni la honestidad a la hora de votar, ha venido seguida de la escasa mano derecha del Gobierno ceutí. A juzgar por las declaraciones de ambos el propio delegado estaría dispuesto a asumir que pudo excederse en sus comentarios, y de hecho el mismo lunes aseguró que retiraba sus palabras si a alguien le habían ofendido. Pero a Arreciado no le gustó que después de ceder y telefonear a Vivas este no le devolviera la llamada e interpretó la posición del presidente como un órdago a la grande en público que, dice, no está dispuesto a aceptar. Ambos deberían estar más atentos a los pequeños detalles o, al menos, sus equipos deberían insistirles en que este tipo de choques, que empiezan por una tontería, una palabra de más, una llamada de menos, pueden dañar una relación de lo más necesaria para los ceutíes. Y que estos salgan perjudicados por sus deslices sí sería imperdonable.
 

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