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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 26 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

Tenemos que ganar en Afganistán
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Después de amanecer en Azemmour, a la vera del morabo de Mulay Buchaïb, enfilé la carretera por la costa para ir subiendo, “chuia, chuia”, hacia Casablanca y seguir hacia el norte. Supongo que escribiendo estas líneas gran parte de ustedes estarán degustando una opípara comida en compañía de los suyos; yo estoy ahora, día de Navidad, en un rincón de Benslimán, saboreando un dulce té y almorzando una ensalada pues, para ser franco, estoy de “jauli” (cordero) hasta las orejas. El tráfico está fluido y un tibio sol ayuda a confortar el ambiente con una agradable temperatura de 15 grados. Nunca me han gustado demasiado estas fechas pues, a estas alturas de la vida, demasiados de los tuyos (familiares, amigos…) han ido quedando en el camino, aparcados en la distancia al lado de la senda o emprendido, hacia el insondable infinito, un eterno viaje sin retorno; Rafael, mi abuelo paterno al que no llegué a conocer, “se fue” en Zamora durante una Nochebuena. Durante estos entrañables días y tal y como va el mundo (camino de un choque) se impone, como nunca, el recuerdo a nuestras tropas acantonadas en el exterior, bien en el avispero de los Balcanes (allí partieron recientemente hasta Kosovo, desde Ceuta, dos buenos y entrañables amigos) o en el polvorín de Afganistán, en Qala e Naw (región de Hérat), zona oeste del país.

¿Estamos haciendo en Afganistán lo correcto?. Este año ha sido particularmente duro, con más de 6000 muertos (entre ellos familias enteras víctimas del “fuego amigo”) entre los que hay que contabilizar 1200 bajas propias, 200 de ellas soldados de la coalición y el resto efectivos de las fuerzas regulares afganas. La solución en esta guerra enquistada que corre el riesgo de alargarse demasiado es también, naturalmente, militar (¿disponen allí las fuerzas coaligadas occidentales de catorce países, incluido Turquía, de los recursos suficientes, materiales y humanos?), pero no debería olvidarse un componente político. En los últimos días tres presidentes (el australiano Rudd, el italiano Prodi y el francés Sarkozy) han viajado a Kabul para insuflarle calor a nuestras tropas (todos somos uno) y mostrar su apoyo al presidente afgano Hamid Karzay, cuya situación interna actual es bastante precaria.

Las batallas tienen que ser como las órdenes, cortas y claras y en la guerra sin cuartel que Occidente (junto a los países islámicos moderados) libra contra el terror, en Afganistán mismo, los objetivos tienen que estar definidos y temporalizados. El conflicto no es solo militar, tiene un importante componente político: hay que reconstruir el país de forma ingente, garantizar la seguridad de la población (contar con su apoyo es la mejor táctica contra la insurgencia) e intentar incorporar a ciertas tribus y milicias talibán, bajo la batuta del legítimo gobierno afgano, a un gobierno de coalición sostenido, en última instancia, por las tropas occidentales. En este contexto el viaje del presidente de Francia, Sarkozy, ha sido un auténtico toque de clarín a la conciencia de Occidente. Sarkozy, con la visión y el coraje que le caracteriza, fue firme y taxativo en sus palabras ante el general norteamericano Dan McNeill, comandante de la ISAF: “Se juega aquí una guerra, una guerra contra el terrorismo, que no podemos ni debemos perder”. ¿Qué pensará Zapatero…?
 

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