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OPINIÓN - JUEVES, 27 DE DICIEMBRE DE 2007

 
OPINIÓN / EDITORIAL

En defensa de los intereses de Ceuta

El Presidente de la Ciudad, coincidiendo con la exposición de su balance sobre el año que termina, en la Cadena SER, no ha podido sustraerse a comentar lo que ha sido la noticia de los últimos días: el desencuentro entre él y el Delegado del Gobierno. Vivas ha reconocido que eso de las confrontaciones no es el medio en el que se mueve más ágilmente. Y ciertamente, su carácter conciliador ha sido, sin duda, una de las facetas que más le ha encumbrado como político, procurando siempre construir más que destruir, trabajar más que dedicarle tiempo a las discusiones estériles.

Tal vez Vivas ha entendido que esta vez la crítica no iba contra él, sino contra los ceutíes y, quizás, sea esa la razón que le ha impulsado a mover ficha, pero lo dicho por el Delegado está sujeto, como todo en política, a varias posibles interpretaciones, a la intencionalidad de lo dicho y, ante la duda sobre algo tan serio, a esperar aclaraciones si el autor está dispuesto a prestarse, cosa esta última que pudo llegar a producirse, y que debería producirse, más allá de la actitud del Presidente, lógica por otra parte, si es que el Delegado considera haberse explicado mal o haberse excedido verbalmente.

Esta pelota está en su tejado y cualquier rectificación que redunde en claridad y respeto, no le situaría en ninguna posición de debilidad.

En todo caso, sigue siendo una mala noticia que las relaciones personales sigan congeladas y que Vivas establezca en este sentido un antes y un después en esas relaciones, tras el encontronazo de ambos responsables políticos, aunque garantice la máxima cooperación entre ambas administraciones.

El problema es que ambos encarnan la máxima representación de las mismas en Ceuta, por lo que será difícil la cooperación, si los máximos responsables no se miran con franqueza a la cara y desconfían el uno del otro. Los dos, el Presidente y el Delegado del Gobierno, gozan de legitimad democrática para ejercer sus cargos y las responsabilidades inherentes a los mismos y las críticas más o menos salidas de tono, sobre todo en momentos casi electorales, son percibidas con normalidad entre la ciudadanía y ambos políticos, ya avezados en su interina profesión, deberían estar un poco más por encima de esa actitud de pillarse en el fallo y restregárselo por el rostro.

Vivas ha demostrado en muchas ocasiones, que sabe estar por encima de cosas de este tenor, como ha hecho con Mohamed Alí, con quien después de un duro enfrentamiento, ha cerrado un acuerdo presupuestario bueno para la ciudad. Y tampoco vemos en García Arreciado a un hombre insidioso ni con disposición de estropearle a Vivas ninguna de sus iniciativas.

Puede haberse excedido en el contenido de unas declaraciones, pero tampoco es para echarle encima a todo un ejército de troyanos, ni para acabar retirándole el saludo. Puede ser criticado por no compartir su visión de las cosas, al igual que puede ser criticado Vivas, a pesar de sus diecinueve escaños, incluso pueden criticarse mutuamente, que esto es lo normal en política, pero a ninguno de los dos les perdonaría nadie que dejasen de entenderse, porque esa sería, quizás, la peor manera de defender los intereses de Ceuta.
 

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