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OPINIÓN - VIERNES, 28 DE DICIEMBRE DE 2007

 

OPINIÓN / SNIPER

El Nuevo Testamento original
 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Huyendo del absurdo y vacuo consumismo que invade estas paganas fiestas, encontré refugio espiritual releyendo la más elaborada y solvente traducción que conozco al decir del teólogo E. Miret Magdalena del “Nuevo Testamento, obra del doctor Hugh J. Schonfield y que adquirí un otoño del 1990, nada más ser traducida al castellano, en la gijonesa librería “Paradiso” por tres mil pesetas de la época, libro que les recomiendo encarecidamente. Ustedes verán, pero entre las misas de Navidad y la del Gallo me permito sugerirles un paseo intelectual por los Evangelios siguiendo la máxima de un gran pensador católico de la primera mitad del siglo pasado, Barón von Hügel: “siempre la verdad, nunca la ortodoxia”. Y, si me permiten, seguir el nuevo mandamiento -en sus palabras- del “rabí” Jesús: “Amaos los unos a los otros”, el resto es pura hojarasca teológica y edulcorado diletantismo. ¿Han sentado a algún pobre -también vale un emigrante, de esos que andan por el monte- a su mesa estos días?; ¿han llevado una parte de sus “comilonas” (perdonen el exceso), por ejemplo a la “Cruz Blanca”, por aquello de compartir aunque fuera las sobras con los más necesitados?. Poco antes de esta entrañable fecha para los cristianos los musulmanes celebraron su “Día del Sacrificio” en el que, tras matar ritualmente al cordero, llevan escrupulosamente parte del mismo (mi esposa entregó ¼ del nuestro) a las familias más necesitadas, a fin de que puedan compartir el acontecimiento. ¿Sabían ustedes, lectores cristianos, de tan modélica práctica de caridad aprovechando el “hauli” de esos otros hijos de Abraham…?

Volviendo a Schonfield, reputado especialista de talla internacional fallecido en 1987 y “profesor judío de historia del primitivo cristianismo” como apunta el teólogo Miret Magdalena, la obra que glosamos fruto de largos años de trabajo -y cuya lectura vuelvo a reiterarles- articula su exégesis en tres grandes apartados: primeramente Schonfield se atiene estrictamente al contenido de los textos originales (hebreo, siriaco, griego y latín), corrigiendo con certeza gruesos errores de traducción canonizados a lo largo de los siglos (desde el término hebreo “almah”, al de “Khristós” en vez de “khrestós” de Flp 1, 21); en una segunda parte se comentan los pasajes interpolados o cambiados, atribuidos posteriormente a los auténticos autores (añadido final, por ejemplo, del evangelio de Marcos); y, finalmente, se ordenan cronológicamente los textos de referencia, desenmascarándose las forzadas manipulaciones del primitivo mensaje evangélico planificadas por el naciente poder eclesiástico, cada vez más aliado al Estado romano.

Como señala nuestro autor en referencia a los Evangelios, “Estos venerables documentos sólo pueden entenderse correctamente si se relacionan con la vida y las ideas de su época y muy en especial con las de la sociedad judía, con la que el Nuevo Testamento está estrecha y constantemente vinculado”. Pura contextualización metodológica, sin la que no se entiende nada. Lo dicho: aprovechen su tiempo y lean, amigos, los textos sagrados que conforman sus creencias. Nunca he escrito lo contrario, no se me confundan: yo solo censuro el dogmatismo y la mitología. Recuerden el evangelio de Juan: “La Verdad os hará Libres”. Y las mentiras… creyentes.
 

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